07713Cosecha Roja.-

A la banda de Miguel Sánchez y Lorenzo Rodríguez le fallaron los mensajeros. Julio Gómez y Cristian Ponce se encargaban de ir y venir por la Ruta Provincial 5 de Corrientes en una Honda Bross roja para asegurarse de que no hubiese controles policiales y avisar por mensaje de texto que el camino estaba limpio. Después, los jefes pasaban con el auto cargado: llevaban bolsas de arpilleras con más de 200 kilos de marihuana escondidas en el baúl y en el asiento de atrás. El 30 de abril de 2013 los mensajeros no alcanzaron a avisar, el auto que venía atrás perdió el control y la policía detuvo a los jefes. La justicia condenó a la banda a siete años de cárcel por traficar marihuana desde Paraguay y hacer contrainteligencia a las fuerzas de seguridad.

La Prefectura montó un operativo sobre el kilómetro 36 de la ruta 5, desde San Luis del Palmar hasta Corrientes capital y esperó. Cuando los oficiales se acercaron al auto encontraron a Lorenzo Rodríguez y Miguel Sánchez con cuatro bolsas de arpillera en el asiento de atrás y 15 en el baúl. El Corsa gris llevaba 244 kilos de marihuana. “Los de la moto eran los chajás, los que se encargaban de avisar y limpiar la ruta: pasar varias veces por el mismo lugar para asegurarse de que no haya controles policiales”, dijeron a Cosecha Roja fuentes judiciales.

La prefectura sabía que la banda tenía una entrega en Corrientes el 30 de abril: los habían escuchado. “Eh, avisale a mi mamá que me agarró la policía”, dijo uno de los cuatro cuando habló por teléfono. Todavía no sabían que tenían intervenidos los celulares y que la investigación había empezado dos años antes, en febrero de 2011.

– Ey patrón.

– Quepa.

– ¿Cómo estamos?

– Todo tranquilo. Ya mandé mi caballo al campo.

– Ya le aviso al gente.

– Yo creo que en 50 minutos va a estar por ahí más o menos.

– Escuchá, te espero entonces, eh. En 40 minutos, por ahí, en el lugar de siempre.

– Listo, dale.

– Chauchau.

En las escuchas del día de la detención registradas por la Justicia al jefe se lo notaba preocupado.

-Por la ruta no hay nadie, boludo.

-Por eso. Te dije si viste que yo venía delante de tí y detrás mío venía una.

-Debe ser de adentro porque acá en ruta no había nada. Si yo pasé Luís, y ahora di vueltas y llegué al pueblo otras vez y no vi nada.

-Qué cajeta, ¡eh!

-No hay ningún movimiento.

-Si y no se si está Gendarmería o Prefectura como para mandarle a alguien, pero vos viste la camioneta que estaba ahí cuando vos pasaste.

-Cuando pasé y cuando volví estaba la camioneta ahí pués, y yo dejé mi cheja, ahí en el puente viste.

-¿No le podés ir a mirar otra vez para la poli? Porque me dijo Mingo que salió a la 5 hace media hora y no tiene señal todavía.

-Ya está llegando y no contesta nada, boludo.

-Bueno voy a ver cuando me avise el hermano del de la moto. Ni bien podamos vamos a tener que tirar este aparatito también.

El tramo de la ruta 5 era uno de los últimos. Antes, los paquetes de arpillera habían viajado en botes desde Paraguay por el Río Paraná. Cuando llegaban cerca de la Ruta Nacional nº 12, los maleteros la subían a caballos, bicicletas o motos, pasaban caminando por campos privados y los acercaban hasta la ruta nº5. A Sánchez, Rodríguez, Gómez y Ponce los detuvieron cerca del final, a 7 kilómetros de la municipalidad correntina.

 

Tres meses después, la investigación siguió: la Prefectura Naval encontró 242 kilos de marihuana abandonados en Itatí, sobre la misma ruta, a la vera del Río Paraná. Los paquetes estaban fraccionados y tirados en el piso, algunos entre los yuyos y otros adentro de una zanja, disimulada con pasto. Cerca había un bote y una bicicleta y en las alforjas de los costados también había marihuana. “No son los cabecillas de la banda. La mayoría están en Paraguay y no logramos identificarlos. Cuando declararon, contaron que al jefe le decían el gordo, el morocho o el petiso”, dijeron fuentes judiciales y confirmaron a Cosecha Roja que se trataba de la misma banda.

 

El Tribunal Federal de Corrientes condenó a los cuatro integrantes a siete años de prisión por traficar marihuana. El fiscal Carlos Schaefer dijo que además realizaban “inteligencia a la inteligencia del Estado” por montar una logística que les permitía saber los movimientos de la policía y la prefectura.