Ensayo fotográfico por Sadiel Mederos Bermúdez
“No hay leche” dejó de ser una frase repetida en la Isla: porque todo el mundo lo sabe y, probablemente, a estas alturas ya se ha resignado. No la reciben con la frecuencia necesaria los niños de hasta siete años ni los ancianos con dietas médicas, los dos sectores de la población con derecho a adquirirla mediante subsidio del Estado. Y esto ocurre porque prácticamente no hay leche en Cuba.
Hasta hace un tiempo algunos podían conseguirla en las tiendas en MLC (Moneda Libremente Convertible). Pero no todos, para poder acceder a estas tiendas se necesita una tarjeta bancaria local, que sólo se adquiere mediante depósitos de moneda extranjera o en el mercado ilegal.
Hace meses que los cubanos ya no consiguen leche (ni en polvo) en las tiendas de MLC. La última vez que hubo, a inicios de año, la bolsa de un kilo a un kilo y medio oscilaba entre los 6 y 8 MLC. Ese precio implica pagar al menos 750 CUP, lo que equivale a la tercera parte del salario mínimo. Tampoco se consigue en el mercado paralelo.
El gobierno culpa a las vacas cubanas, a quienes sus dueños las ordeñan y cuidan a pesar de los pocos recursos con los que disponen para alimentarlas.
La peor producción de leche fluida en los últimos 30 años fue en el 2005 (353.2 miles de toneladas). La tendencia a la baja comenzó en el 2012 hasta llegar a 455.3 mil toneladas en 2020, lo que equivale a consumir 39.5 litros por habitante durante todo un año, menos de medio vaso diario.
Manuel trabaja en la cooperativa hace 12 años y cree que la medida adoptada por el gobierno para incrementar la producción llega tarde. Ahora los ganaderos pueden decidir matar a sus vacas si cumplen primero los compromisos del encargo estatal, según los contratos de compraventa de leche y de carne, además de garantizar el crecimiento del rebaño, sin faltantes, requisito también aplicado para la categoría de vacas.
La menor cantidad promedio de vacas en ordeño de los últimos 30 años se registró en 2020 (311 mil 400 cabezas: 41 mil 300 en el sector estatal y 270 mil 100 en el no estatal), el último año con cifras disponibles según la ONEI.
A finales de 2020 Cubadebate reconoció la incapacidad de satisfacer las necesidades de los grupos priorizados en la provincia de Villa Clara, que equivalían a 77 mil litros diarios. Las entregas oscilaron entre los 68 y los 69 mil litros.
La pena por el delito de sacrificio ilegal de ganado mayor en Cuba es de tres a ocho años de cárcel, y de dos a cinco para quienes vendan, transporten o comercien con su carne, según el artículo 317.1 del nuevo Código Penal.
“Sí, es muy bueno que ahora te dejen matar la vaca que tú con tu sacrificio y trabajo crías (antes no se podía de ninguna manera), pero ese por sí solo nunca fue el verdadero problema. El bajo precio estatal de la leche al productor, el incumplimiento de los pagos, la falta de incentivos concretos, como acceso a recursos y equipos… de eso no hablan”, se encoge de hombros Manuel.
“A veces te preguntas si vale la pena todo este esfuerzo… Pero entonces ves el hambre que se pasa por ahí y entiendes que estás en la primera línea para conseguir lo que a todo el mundo le resuelve. Al menos aquí y ahora consigo leche para mi familia”, confiesa Manuel.
Así trasladan la producción lechera hasta los centros de acopio la mayoría de los campesinos cubanos. El gobierno paga 5, 17 o 20 CUP por litro de leche, dependiendo de su calidad, según la medida aprobada el 1ro de noviembre de 2021 que esperaba alzar su producción. En el mercado negro alcanza los 35 CUP el litro.
En la ciudad de Santa Clara, provincia de Villa Clara, al centro del país, a sus 80 años Nereida tiene asignada una dieta médica por un facultativo debido a varios padecimientos y, por tanto, tiene derecho a un litro de leche (0.25 CUP) cinco veces al mes. “Durante el mes de abril sólo la recibí tres veces”, comenta.
A finales de abril de 2022, varios medios independientes cubanos se hicieron eco del video viral de la influencer española Rosa Martorell sobre la distribución de la leche en Trinidad, provincia de Sancti Spíritus. La ausencia de envases individuales para la entrega de leche implica su distribución irregular mediante pipas y las mangueras y tanques plásticos que la contienen son antihigiénicos.
Leo vive justo al lado de Nereida y debe recibir tres litros de leche, un día sí y otro no, por estar embarazada y por sus dos niños pequeños. Algunas semanas de este año sólo ha llegado una o dos veces a las tiendas de víveres subsidiados por el gobierno. Leo reconoce que la mitad de las veces, la leche se le corta y debe convertirla en dulce para poder aprovecharla. El problema entonces es que no le alcanza el azúcar.
Este artículo es parte de Los insaciables, un especial transnacional del Laboratorio de Periodismo Situado de Cronos Lab.