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La oncóloga colombiana fue enviada a la cárcel por 10 años. ¿La nacionalidad jugó en su contra?
El mayor orgullo de la oncóloga Ana María González Angulo convirtió a su destino en una tragedia: haber nacido en Colombia. En efecto, esta doctora que desde su infancia exhibió una inteligencia extraordinaria con notas sobresalientes en cada uno de los niveles académicos que cursó, fue mirada con rigor por el jurado de Estados Unidos cuando escuchó uno de los argumentos de la parte acusadora: “Eso lo resuelvo a la colombiana”.
En ‘Breaking Bad’, la serie más exitosa y laureada de la televisión estadounidense, uno de los protagonistas también dice que “eso lo resuelvo a la colombiana”. Y de inmediato va y comete un asesinato. En el imaginario promedio de ese país, esa frase ha calado hondo no sólo por este espacio de la pantalla chica, sino por el largo historial de violencia que se origina desde el país. La situación para la doctora se agravó aún más al sumarle el ingrediente con el que supuestamente ella intentó matar a su víctima: Un “café de Colombia”.
Por eso, ahora cuando un jurado de Texas la condenó a diez años de cárcel por “haber envenenado en 2013 a su examante con una dosis de anticongelante mezclada con el café”, la defensa cree que si su nacionalidad hubiera sido otra, seguramente el desenlace habría sido distinto.
“Ella todavía podría ser una investigadora, buscando maneras de curar el cáncer de mama”, dice Derek Hollingsworth, el abogado que la defendió. Pero los fiscales fueron implacables para convencer a la juez de la causa que la médica era un verdadero peligro. “Se lo merece”, dijo el fiscal de distrito del condado de Harris Justin Keiter. “No se puede arreglar el mal”.
Los fiscales, a lo largo del juicio, se refirieron a la relación entre González y Blumenschein como una “obsesión fatal”. Un elemento adicional para construir su desafortunado destino: colombiana, café de Colombia y además obsesionada sentimentalmente. ¿A alguien le quedan dudas?
De ahí, la insistencia de los acusadores al presentar las grabaciones telefónicas de la oncóloga que la comprometen con otras supuestas acciones delictivas donde dice que ella se encarga de sus asuntos “a la colombiana”.
Los abogados defensores de González, por su parte, alegaron que a la tasa con la que se habría envenenado al médico no se le realizaron pruebas de ADN, además de que el jurado no tuvo en cuenta un documento que decía que Blumenschein pudo haber sufrido la intoxicación dos días antes de ir al hospital.
De hecho, la Asociación Americana de Toxicología describe tres estadios clínicos evolutivos en la intoxicación por etilenglicol: el primero es el neurológico, que se presenta entre 30 minutos y 12 horas después de ingerir la sustancia. El segundo, el cardiopulmonar, que ocurre entre 12 y 36 horas; mientras en el tercero, de 24 a 72 horas después de la intoxicación, aparecen las complicaciones renales.
Nada de esto sirvió de atenuante. El jurado consideró probado que la colombiana envenenó a Blumenschein, cuando este terminó la aventura amorosa con ella para tener un hijo con su pareja formal, la también doctora Evette Toney. Según la investigación, González Angulo mezcló etileno en el café y se lo ofreció a Blumenschein con el anzuelo de que era un dulce “café de Colombia”, un sabor causado por el anticongelante.
Cuando la víctima empezó a sentir los efectos acudió a los médicos, que le diagnosticaron una insuficiencia renal que, pese a sobrevivir, le ha dejado secuelas permanentes y le ha ocasionado una sustancial reducción de la esperanza de vida.
Nada fue posible para evitar la condena. Y así terminó el juicio de esta prestigiosa médica que de un momento a otro cayó del cielo al infierno. Se trata de una de las más importantes especialistas de Estados Unidos en el tema del cáncer de mama. Y no sólo eso. Trabajaba en una de las instituciones más importantes de tratamiento del cáncer: el Centro Médico de Texas.
Especialista de 43 años se graduó de la Universidad del Cauca, en Popayán. Se trasladó a Estados Unidos para continuar su formación profesional y completó su residencia de medicina interna en el centro médico Mount Sinai, en Miami (Florida, EE. UU.).
Luego, en el 2003, pasó a la Universidad de Texas MD Anderson Center de Houston, donde se especializó en cáncer de mama. Allí ocupó la jefatura de la sección de investigación clínica y desarrollo de medicamentos. En ese lugar conoció a Blumenschein. Ana María tiene más de 120 publicaciones lo que la hace una prominente investigadora. Y en cada uno de ellos, siempre puso un orgulloso énfasis en sus orígenes.
Mientras eso ocurría en Houston, en Colombia -más exactamente en Popayán- el tío de Ana María, el exministro y exgobernador Guillermo Alberto González, dijo en una entrevista en Blu Radio, que era imposible que ella hubiera envenenado a su excompañero sentimental.
“Una persona que se dedica a salvar vidas es imposible que de la noche a la mañana se convierta en alguien que las quita”, dijo, al tiempo que recordó la trayectoria de su sobrina y dijo que “desde muy niña fue sobresaliente, en todas las circunstancias que yo la conocí, siempre defendió la vida de todas las personas”.
En fin, un doloroso caso que podría tener un mejor desenlace para la colombiana porque su abogado, minutos después de conocerse el fallo, dijo que tenía la opción de apelar la decisión. Eso está por verse.
Mientras tanto va directo a una cárcel y señalada como una verdadera delincuente. Otros, entre ellos compañeros y amigos, se quedan la mejor opinión: que se trata de una de las mejores médicas y una gran amiga que defendía la vida de todos los que la necesitaban.
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