Después de que Esteban Bullrich deslizara la idea de “dar embriones en adopción”, otra diputada de Cambiemos propuso una alternativa superadora: que se extraiga el feto en la semana 20, se lo coloque en una incubadora y luego se lo de en adopción.
Marcela Campagnoli tuvo la idea de que “le podamos sacar ese niño de su vientre, que la ciencia le de vida en una incubadora y hacemos una adopción pre natal”.
¿Y qué hay con la embarazada? Campagnoli propuso “contenerla hasta la semana en que le podamos sacar ese niño de su vientre”.
“No sólo es un delirio total, sino que es científicamente imposible”, dijo a Cosecha Roja Patricia Rosemberg, responsable de Maternidad e Infancia de San Antonio de Areco y ex directora de la Maternidad Estela de Carlotto. “A las 20 semanas un feto no es viable. No tiene ninguna posibilidad de sobrevivir. Todos los estudios y las experiencias lo que muestran es que la posibilidad de sobrevida es a partir de los 500 gramos. A las 20 semanas, con muchísima suerte, el feto tiene 250 gramos”, explica.
La posibilidad de sobrevida teórica es a partir de la semana 24 o la 25. Y aún así, las chances de sobrevivir fuera del útero son bajas. “Hay una controversia cuando ocurre un parto prematuro: nace un bebé que tiene unos primeros quejidos respiratorios y una actúa médicamente en función de ese primer quejido para proteger la vida. Pero hay una discusión sobre si es éticamente responsable reanimar o no a alguien que tiene poca chances de vivir”, dice Rosemberg. A esto se le suma la otra discusión: la calidad de vida. Muchas veces un bebé prematuro puede sobrevivir sólo porque su corazón funciona pero ¿cuánto más y en qué condiciones aguantará?
En esta propuesta de Campagnoli, además, prácticamente no se tiene en cuenta a la mujer. O mejor dicho, sí: la mujer es tan sólo un envase. “Se piensa a la mujer como un dispenser. Es un delirio ético, también, pensar en hacer que una mujer sostenga un embarazo hasta que sea viable”, dice.
Cuando una mujer decide interrumpir un embarazo “no está diciendo que no quiere a ese hijo, está diciendo que no quiere transitar ese embarazo”.
Logística y redistribución de embarazos no deseados
María Pichot es una histórica militante contra la violencia obstétrica y trabaja en ello desde lo corporal y lo artístico, y es presidenta de la Asociación Civil Dando a Luz. Esta mañana se desayunó con la idea de Campagnoli y no sale de su asombro. De la espontaneidad le surge un posible nombre para el proyecto: “Logística y redistribución de embarazos no deseados”.
“Creo que debería venderle el argumento a Margaret Atwood para que en vez de El cuento de la criada haga El cuento de la embarazada”, opina.
“Esto ya es violencia genética, no obstétrica”, dice y remarca el “autoritarismo” de esta iniciativa. “Sale de los anales de Menguele”, dice.
“La palabra contener es detener. Y es la misma idea que podría tener cualquier fascista que tiene que ordenar la producción de niños de un país”, completa. María se siente “aterrada” de sólo pensarlo.
Para ella resulta ridículo que un gobierno que “no puede contener a los niños que ya nacieron” pretenda “cortar a una madre para sacarle un embrión”.
“Me parece una idea perversa. De campo de concentración”, reflexiona.