La historia de las mujeres detrás de la toma de la Villa 31

Gisele fue desalojada de la casa que alquilaba y se quedó con sus seis hijxs en la calle. Es parte de la toma de “La Containera”, un basural de la Villa 31 donde 100 familias, formadas por 80 mujeres y 175 niños, pelean por el derecho a la vivienda.

La historia de las mujeres detrás de la toma de la Villa 31

Por Jesica Rivero
21/07/2021

Fotos Marcos Sierra

Gisele Aleman tiene la voz cortada. “Soy una de las muchas madres cansadas de vivir injusticias”, dice al presentarse. Ella es una de las 80 mujeres que acampan desde hace 30 días sobre un basural ubicado en la Villa 31 de la Ciudad de Buenos Aires, en terrenos cercanos a unos viejos depósitos de containers del puerto. Este miércoles se cumplió el plazo dictado por la Fiscalía Nº 11 de la Ciudad, a cargo de Valeria Massaglia, quien notificó el viernes la orden de desalojo. 
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“La Containera”, como se conoce al predio ocupado por unas 100 familias formadas por 80 mujeres y 175 niños, según los datos de las organizaciones sociales que acompañan la toma, amaneció con pibxs jugando entre las bolsas y maderas que forman pequeñas casas y la Policía de la Ciudad rodeando la entrada del improvisado barrio. Desde hace semanas las mujeres entran comida, leche y pañales a escondidas. “Metemos las cosas en los cochecitos porque la Policía no deja que nos entreguen donaciones” cuenta Gisele.

Gisele tiene 32 años y es mamá de 6 hijes. Hace unos meses la desalojaron de la casa donde alquilaba. Los dueños tenían miedo que no les pagaran más. Con la pandemia el trabajo disminuyó y los ingresos también. “Tenía dos nenes en la casa de una amiga, a dos nenes en la casa de otra amiga y dos nenes en la casa de una tía. Así que cansada de esta situación vi un poquito de tierra que no se usa hace mucho, planté mis palitos y acá estoy. Con mis hijos”. 

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La historia de Gisele es una de muchas. Ella se presenta como “mamá soltera” .Se separó de su última pareja porque ejercía violencia de género y pudo visibilizar esta situación gracias a los espacios de formación sobre la temática que se generan en el barrio: “Las mujeres que estamos acá nos conocemos hace mucho. Compartimos la escuela de lxs chicxs, el trabajo en los comedores del barrio y también estamos juntas cuando vienen a dar charlas de violencia”. 

Hace un mes Gisele se instaló en el predio. Vinieron otras mujeres y pusieron lo suyo. Todas están con sus hijes. “Muches niñes necesitaron atención médica. Algunes están con asma por el frío”. Ella se indigna por la situación que viven les niñes. “Nadie quiere que su familia pase por esto, estamos sufriendo mucho”, dice.

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El Gobierno de la Ciudad les ofreció a las ocupantes incorporarlas al Subsidio Habitacional, pero las mujeres aseguran que no resuelve el problema porque asiste la urgencia pero no es una respuesta permanente. El subsidio consiste en 6 mil pesos durante 6 meses como máximo y por ese monto no se consiguen alquileres en el barrio, según relatan las organizaciones sociales que acompañan la toma. El alquiler de una habitación chica en la villa, con baño compartido, cuesta 10 mil pesos por mes, mientras que un departamento cuesta entre 20 mil y 25 mil.  

Según explican en el barrio, las mujeres además afrontan otro problema. A quienes están con sus hijos pero sin marido no les alquilan. “No pedimos que nos regalen nada. Queremos que nos den alguna de las casas desocupadas que hay del plan de viviendas o un terreno para que construyamos nuestras propias casas.Estamos acá reclamando por el derecho a la vivienda, pero también a la salud y la educación” explica Gisele. Hace semanas que sus hijos no pueden asistir a la escuela. Las mochilas se mojaron en la última lluvia y tampoco tienen donde bañarse. Gisele se lamenta al contar estas cosas y la vulnerabilidad en la que se encuentran es agobiante. “Yo solamente estoy peleando por un poquito de tierra para vivir”, cuenta. 

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Los terrenos donde está la toma son un basural a cielo abierto. Con ayuda de las organizaciones sociales lo fueron limpiando de a poco. Monica Zarate es referenta del Movimiento Popular La Dignidad. También es promotora de género y diversidad y dice que conoce la situación de las mujeres de la toma desde hace mucho. “Nos conocemos todas de trabajar en distintos espacios de promoción de derechos” afirma. El reclamo que dirigen al Gobierno de la Ciudad es que se contemple el derecho a la vivienda y se resuelva el problema habitacional existente. “Queremos que el Gobierno se siente a charlar”, dice.

Todos los días hay ollas populares que organiza el Movimiento Barrios de Pie. Así se garantiza la comida para todas las familias. “Las mujeres están tomando las tierras porque no podían seguir alquilando y muchas están atravesadas por situaciones de violencia de género, por eso venimos haciendo charlas y brindamos asesoría para cada caso en el que podamos ayudar”, cuenta Mona Córdoba, referenta barrial de “Somos Barrios de Pie” y “Marea Feminismo Popular”.

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El plazo para el desalojo venció este miércoles. Las organizaciones Barrios de Pie, CCC, La Dignidad y el MTD Quebracho planean resistir cualquier intento de desalojar a las ocupantes y evalúan realizar mañana una marcha a la Fiscalia 11.La toma también expuso la situación de los inquilinos de la Villa 31. “El Gobierno de la Ciudad aprobó un nuevo protocolo de regularización dominial que fue rechazado por la Mesa de Urbanización Participativa del barrio. Le dan a les vecines un certificado de dominio de la casa con la intención de que luego los especuladores inmobiliarios puedan comprar esas propiedades sin restricciones,  pero no garantizan los servicios básicos del barrio” afirma Walter Cordoba, referente de Somos Barrios de Pie. 

“La fuerza de las mujeres”, es el nombre con el que se conoce a la toma. “Yo no veo nada de malo en que pidamos un pedacito de tierra para vivir”, dice Gisele mientras trata de recuperar la voz.

Jesica Rivero