“Intentan que vaya a rehabilitación/y digo no, no, no/
Si, me he desmayado, pero cuando recobro el sentido/
ni te enteras, ni te enteras, ni te enteras”
Amy Winehouse/ Rehab
No todos los niveles de consumo o ingesta de sustancias psicoactivas son “consumos problemáticos”. Muchas personas se “enojan” por esta diferenciación y engloban sin dudarlo a una persona que fuma un porro con un usuario de pasta base de cocaína. Hace años que vienen confundiendo y haciendo pronósticos incomprobables: “una vez que se prueba no se vuelve”. Y eso no es cierto. Hay personas que prueban y lo dejan pasar. Hay personas que consumen acotadamente, con fines recreativos. Hay personas que quedan enganchadas.
La vida de estas últimas es difícil, oscura: no se duerme pensando en cómo conseguir droga, si será “rica”, cuanto alcanzará, y así vuelta a empezar. Hay que tenerla a la mano: la bolsita en la mesa de luz, la botella lo más llena posible, el frasco de pastillas a tope. No se trata únicamente de la cantidad consumida, sino de la rutina del consumo: para dormir y despertarse, para enfrentar el estudio, el trabajo, la vida social, la sexualidad. Hasta que estos dejan de tener importancia: usuarixs de sustancias con consumo problemático van perdiendo interés en todo aquello que no sea el “encuentro” con lo que Freud llamó “quitapenas”.
Porque, creánme, el momento divertido del consumo es eso: un momento. Habrán ido a alguna fiesta donde una borrachera se transforma en un llanto incontenible, habrán observado a algún compañero de trabajo entrando y saliendo del baño, habrán visitado alguna casa con esos botiquines rebosantes de psicofármacos, se habrán cruzado de vereda ante la visión de los “muertos vivos”: los usuarios de Pasta Base de Cocaína, Paco, llagados de tanto rascarse (la Pasta Base es un veneno no considerado apto para el consumo humano, y en su composición tiene –entre otros elementos- solvente: cuando el cuerpo está intoxicado sale por los poros de la piel, y pica), sin dientes, con los dedos negros de tanto quemarse, flacos hasta el extremo de las costillas.
En Argentina por la Ley 23737 usuarios de sustancias no son considerados dentro del área de salud, sino del delito federal. Es una ley vieja –año 1989- que ha motivado una conducta muy errática en cuanto a tratamientos: al día de hoy se sigue contraponiendo abstinencia versus consumo controlado. Y cada tanto escuchamos discursos del tipo “Me lo piden las madres de los hijos que están muriendo por la droga: hay que volver a las internaciones compulsivas”. Lo dijo Patricia Bullrich, con una copa de vino en la mano, cenando con Mirtha Legrand.
Pero es un discurso repetitivo y falso: la Ley de Salud Mental vigente permite la internación compulsiva en caso haya riesgo cierto y evidente para sí o para terceros. Tampoco tiene Argentina una estadística que avale cuantas personas mueren a causa del consumo de sustancias psicoactivas, pero ciertamente son mucho mayores la cantidad de tumbas producto del tabaco, del alcohol y de ingesta excesiva de psicofármacos que por cocaína, por ejemplo. Es decir: matan sustancias que no son consideradas ilegales, ni su uso penado –salvo que los psicofármacos se adquirieran sin receta.
Ayer circuló por todos lados la noticia de que una joven militante del partido gobernante había sido detenida días atrás en Brasil con cinco kilos de cocaína. Danna Baez, 21 años, no podría de ninguna manera haber sido “diputada”, como se tituló al principio. Si parece haber sido representante en el Parlamento de las Mujeres por Cambiemos. Fue detenida con la droga antes de viajar a Ghana, seguramente escala antes de ingresar a Europa. Hasta acá, una noticia policial.
Asimismo conocimos de la peor manera que Pamela Tabares, de 36 años, en situación de calle y con una larga historia de consumos problemáticos, había sido asesinada de cinco tiros en un camino rural.
¿Qué tienen en común Danna y Pamela? Ambas usuarias de sustancias, ambas noticias de la sección de policiales. Qué tienen de diferente? Mucho: una chica cercana al poder versus una travesti en lo más bajo del escalón social (situación de calle, prostitución, adicción). Una rubia sonriente, otra con el pelo a dos colores.
Sin embargo algo las igualó el jueves 27/07/2017: la exhibición brutal que se hizo de ambas.
Un video en youtube titulado “Dirigente del Pro tomando merca” –título sutil no pensado por Durán Barba-fue replicado por todos lados. Aparentemente la chica tenía en su celular ese video y alguien lo subió a la red. Supongo que fue una pendejada de la chica, pero eso no invalida lo cuestionable de exponerla de esa manera. Su consumo de cocaína es algo del orden personal, individual y privado. Su detención tuvo que ver con tráfico de cocaína, no con el consumo. La filiación política o militancia no debieran dejar pasar por alto la mugre y la falta de ética que conlleva difundir algo que –insisto en este punto – es del orden de su vida privada.
En el caso de Pamela, la foto de su cuerpo baleado, con las botas altas y las calzas en medio de la tierra es desgarradora. También innecesaria: ya nos alcanzaba con saber que la habían masacrado con cinco tiros.
La publicidad y la utilización que se hace de lo privado está rozando lo pornográfico: en la noche del mismo jueves se anunciaba que volvía a bailar María Eugenia Ritó, cursando una internación por su consumo problemático de cocaína, luego de exhibirse durante un par de años por distintos medios hablando su problema, de la prostitución de alta esfera, de su caída. Antes y después del baile se la animó de todas las maneras posibles, como si el consumo problemático fuera un acto de voluntad y “ganas de estar bien”. Es la tercera re-internación que cursa por el mismo cuadro.
El trabajo con usuarios en consumo problemático tiene que distar bastante de la criminalidad y el voluntarismo: debe ser tratado como lo que es, un problema de salud. En su tratamiento deben intervenir distintos actores –no es lo mismo el consumo del Pitty Alvarez, la Ritó o Andrea Rincón que él de los niños de las ranchadas de Retiro y Constitución- y sobre todo asumir que es un trabajo donde lo privado y lo ético no pueden quedar por fuera.
Vivimos en un mundo donde todo el empuje es hacia el consumo, desde celulares y redes hasta comida y drogas. Si vamos a debatir, hablemos un poco de esto y pensemos como intervenir para que la vida pueda ser un poco más soportable. La vida digo, no la muerte.