participaba de un ritual umbanda

Cosecha Roja.-

Si el victimario de un crimen tiene una cruz, nadie titula que el catolicismo se cobró otra víctima. Pero si aparece algún símbolo de la religión umbanda, los medios hacen foco sobre él. Pasó en julio del año pasado con las tres niñas secuestradas en Monte Chingolo y en octubre con la detención de un pai por el femicidio de Melina Romero. El jueves a la madrugada asesinaron a un remisero de un disparo en el pecho en San Martín: según las versiones policiales y periodísticas, se había bajado del auto con la familia para hacer un ritual umbanda. En la tapa de hoy de Diario Popular un abogado sacó la conclusión: “Crecieron las causas por líderes umbanda”.

En la nota el abogado Javier Miglino afirma que “las causas penales contra líderes religiosos” umbanda “se incrementaron de menos de 30 el año pasado a 56 en 2015”. Para él, el caso de Melina “abrió el camino para que muchos damnificados por estos pseudo líderes religiosos se presenten ante la justicia”. Dijo que las víctimas se encuentran con los pai y ellos “luego de una charla amigable y esotérica pasan directamente a revisarlas con el afán de tocarlas”.

El problema no es de religión, el problema es si el acusado abusó, estafó o mató. Así explica el sociólogo y doctor en antropología Alejandro Frigerio la lógica amarillista que usan los medios: “Si hay una imagen rara o velas de colores es umbandista. Si es umbandista es pai. Y es un delincuente y todo lo que hace está guiado por su religión”. Lo umbanda vende. Además, según el especialista, las religiones afro no tienen nada que ver con el maltrato. Los niños“son absolutamente valiosos y la semilla del futuro”, dijo.

Según Miglio las causas que más aumentaron son las de abuso sexual simple: “Las víctimas consultan a un pai por un amor no correspondido, por un hijo que se ha vuelto rebelde, por una enfermedad”, dijo. Frigerio explicó que bajo la lógica de lo umbanda se tapan “otros problemas de la sociedad argentina: la violencia de género, la familiar, la marginación”.

Cuando tres niñas se escaparon de una casa en Monte Chingolo en la que las tenían encerradas y desnutridas, las cámaras de televisión transmitieron en vivo cómo la policía secuestraba estatuillas de orishas y las subía un camión. El pai acusado por el crimen de Melina Romero apareció en la tele cuando se empezó a hablar de ‘la pista umbanda’. Recién después de que diera varias charlas en programas de C5N, quedó detenido. Poco tiempo después lo liberaron porque no había pruebas.

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El jueves a la madrugada Roberto llevó en el Volkswagen Senda que manejaba como remis a la mujer y las hijas. Según fuentes policiales, ellas iban a hacer “un ritual” y se bajaron en una calle arbolada y de pocas casas, en el cruce de Triunvirato y Gustavo Bécquer, en Billinghurst. Mientras preparaban la escena con una “caja, velas y pochoclo”, él esperaba en el auto. De pronto llegó una camioneta Kangoo roja, se bajó un hombre y los increpó.

– Vos seguí, yo lo conozco – dijo Roberto a la mujer.

Los dos varones empezaron a discutir, el tono era cada vez más fuerte. El hombre de la Kangoo sacó un arma, le disparó a Roberto un tiro en el pecho y escapó. Él llegó a avisarle a la esposa que lo habían herido. Después se subió al auto para intentar ir a un hospital pero cien metros más adelante chocó contra una columna. Entonces la noticia volvió a ser la religión afro: “Misterio por el crimen de un remisero en el marco de un rito umbanda”, “Asesinaron a un remisero en medio de un ritual umbanda”.