Ensayo fotográfico por Yoanny Aldaya
En el Municipio de La Habana Vieja hay 13 comederos estatales en el que cada día hay jubilados y pensionados que cada tanto reciben un plato de pollo y la mayoría de las veces picadillo, arroz, frijoles, chícharos o sopa. Y en calidad de merienda, un pan con croqueta o con mayonesa. Los alimentos provienen de un almacén central que abastece a distintos espacios del Estado.
No todos los cubanos tienen acceso a estos comederos del SAF (Sistema de Atención a Familias). Hay un equipo de trabajadores sociales que son los responsables de evaluar si se cumplen las condiciones para recibir esta ayuda estatal.
La mayoría de los beneficiarios son adultos mayores sin familia y que no están en condiciones de ejercer ninguna labor social.
Antes de la “Reestructuración Salarial” del 2020 (eufemismo para nombrar la reforma integral de salarios y pensiones que hizo el gobierno cubano en el marco de un proceso de fuertes correcciones en la economía), el costo de cada alimento en esos sitios eran de 1 peso por el desayuno, 1 por el almuerzo y 1 por la comida, o sea 3 pesos diarios por la alimentación completa de cada día.
Con el aumento de los salarios (el salario mínimo de un jubilado pasó de 200 a 1.528 pesos) subieron también los productos normados de la libreta de abastecimiento y los precios de estos lugares de asistencia subieron de 1 peso a 10 pesos o un poco más por comida.
Este artículo es parte de Los insaciables, un especial transnacional del Laboratorio de Periodismo Situado de Cronos Lab.