La Universidad Nacional de Rosario aprobó el cupo trans

El proyecto impulsado por organizaciones de la diversidad y agrupaciones estudiantiles prevé la reserva del 5% de los ingresos de personal para personas travestis y trans.

La Universidad Nacional de Rosario aprobó el cupo trans

16/10/2019

Por La Tetera

La histórica sede de rectorado en la Universidad Nacional de Rosario se pintó por primera vez de magenta. Sí, ese color segregado hasta en la mismísima bandera de la diversidad – emblema de las guerreras desposeídas por la heteronormalidad – se apoderó de las paredes, las puertas, las ventanas y hasta las cuerpas del añejo claustro universitario. Con alegría, todes fuimos pintades por la furia travesti, en un mediodía que será recordado como el desembarco más potente de los últimos años en la Universidad pública.

Y es que el anuncio formal de la implementación del proyecto de cupo laboral para personas travesti – trans representa la materialización de años de lucha y militancia para un colectivo que llegó “empujando los límites de lo posible, para que lo que cantamos en las calles y lo que levantamos como bandera, pueda ser realidad en esta tierra”, expresó el rector de la UNR Franco Bartolacci al momento de la presentación.

La iniciativa fue gestada por Comunidad Trans Rosario y La Casa de las Locas, con el apoyo del Ateneo John William Cooke, y las organizaciones estudiantiles La Massotta, Febo Asoma y Oktubre, junto a la decana de la Facultad de Psicología Soledad Cottone y el propio Bartolacci. El proyecto establece la reserva del 5% de los ingresos a la UNR para personas del colectivo travesti – trans. Solo resta esperar la reglamentación para su puesta en marcha.

El Cupo Alejandra González

Con la emoción a flor de piel, Karla Ojeda fue la primera oradora de un acto que desafió los límites protocolares: “Estoy muy feliz y muy motivada para seguir en la lucha”, aseguró la histórica militante travesti, y repasó algunos hitos en la historia del colectivo trans rosarino. “En la década del 90’, en plena democracia, teníamos como única opción el trabajo sexual en las calles. Éramos detenidas cuando salíamos a comprar el pan, pero mucho más cuando estábamos paradas en las esquinas trabajando a la noche”.

Ojeda recordó que podían pasar desde 7 días hasta 3 meses en prisión a disposición de Moralidad Pública de la Policía de Santa Fe, por la existencia de los códigos de faltas vigentes por esos años: “sufriamos condenas con asesinos, violadores y nos llevaban presas por el trabajo sexual, pero también por el simple hecho de ser travestis, de ser trans”. En esta línea, Karla explicó que la aparición pública de figuras como Lohana Berkins y Nadia Echazú fueron fundamentales para el empoderamiento de las chicas.

“A partir de ahí empezamos a pensar que debíamos organizarnos porque teníamos derechos como el resto. Hasta ese entonces pensábamos que lo único que podíamos reclamar era el derecho a trabajar en la calle, porque la sociedad era la que nos ponía en ese lugar. Creíamos que nuestra vida era tener que estar corriendo todo el tiempo de la policía. Tener acceso a una vivienda, poder estudiar o proyectarnos, eso no era vida para nosotras”.

Con un auditorio en silencio Karla relató con lujo de detalles los vaivenes de una historia que por aquel entonces solo era registrada por las páginas policiales y bajos las peores consideraciones. Como la vez en que el jefe de policía de la Unidad Regional II Benedicto De Matías declaró que las travestis y trans de Rosario tenían que ser desterradas de Rosario junto a asesinos, drogadictos y malos periodistas: “Aquella vez logramos que destituyan a este comisario y lo tomamos como una lucha ganada. Eso significó un antes y un después porque entendimos que debíamos seguir organizadas para pelear por nuestros derechos”, manifestó.

En cada fragmento del discurso la travesti puso en evidencia la necesidad de contar con herramientas que permitan acortar la brecha para quienes durante años fueron postergadas por el Estado, las instituciones y la misma sociedad, y recordó que recién en el año 2004 fueron derogados los códigos contravencionales después del asesinato de Sandra Cabrera. Además, remarcó la importancia del período que se inició en el 2010 con la sanción del matrimonio igualitario, la Ley de Identidad de Género en el 2012 y la ordenanza de Cupo Trans a nivel municipal.

“Quiero detenerme para destacar que todas estas leyes fueron activadas por organizaciones que venían trabajando desde hace años, pero también tengo que decir que el único gobierno que nos dio el espacio, el lugar y que tuvo decisión política fue el peronismo con el gobierno de Néstor y Cristina Kirchner”, arengó Karla frente a la ovación de un salón colmado.

El cupo en la UNR lleva el nombre de Alejandra González en homenaje a una trabajadora no docente de la Facultad de Bioquímica y Farmacia y militante de Comunidad Trans que falleció en el año 2018: “Alejandra era hermana, amiga, compañera. El año pasado nos dejó y pasó a formar parte de una lista espantosa, oscura, con el promedio de vida que tenemos las travestis de 35 años y en honor a ella que era una gran compañera, este cupo laboral trans lleva su nombre”.

Una deuda histórica  

Con la implementación del cupo trans la UNR se transformará en pionera a nivel nacional en la puesta en marcha de una política de discriminación positiva transitoria: “Es una deuda histórica de nuestra universidad, como también del resto de las universidades del país. La comunidad trans existe en nuestra sociedad y se hace oír desde hace muchísimos años. Esto va a permitir que se genere otra discusión hacia adentro que tiene que ver con los accesos y con los derechos”, señaló Alejandra Gómez Saénz, referente del Ateneo JW Cooke y La casa de las Locas.

Gómez explicó que “la universidad debe ser partícipe de la vida en la sociedad, no se trata de que la universidad se acerque a los barrios o a los colectivos, se trata de que esos sectores puedan tener real acceso porque es la única forma de poder transformar a la política y al país”.