A S. el médico que la atendió durante su primer embarazo le dijo que era una inconsciente. Que debía ir a cesárea sí o sí y no debía volver a quedar embarazada. S. es una mujer con discapacidad que vive en la Ciudad de Buenos Aires. Tuvo dos niños, ambos por parto natural.
M. tiene nódulos en las mamas. Hace meses recorre hospitales de la Ciudad de Buenos Aires y ninguno tiene un mamógrafo accesible. Son todos altos, a los que no llega con la silla de ruedas.
“Cuando vamos a pedir métodos anticonceptivos nos tratan como niñas. Te quieren poner sí o sí implante, DIU o esterilizarte. Piensan que no podés entender cómo usar las pastillas”, dice L., una mujer con discapacidad del Noroeste Argentino.
Los testimonios son reales y forman parte de la campaña audiovisual #SomosDeSeAr, que lanzarán este 25N – Día de la Erradicación de la violencia hacia la mujer- Casa FUSA y REDI para visibilizar las violencias que afectan a los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres con discapacidad.
Según el INDEC, en Argentina, viven 2 millones de mujeres con discapacidad. El 20% no tiene obra social, prepaga ni plan estatal de salud.
En un hecho inédito, el año pasado Casa FUSA y REDI convocaron a una serie de talleres en las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos, Córdoba, San Juan, San Luis, Catamarca, Salta, Jujuy, Tucumán y la Ciudad de Buenos Aires. Las destinatarias fueron unas 80 mujeres con discapacidad de todo el país, quienes no sólo recibieron información sobre derechos sexuales y reproductivos, sino que contaron sus propias experiencias, armaron redes y vínculos, y se comprometieron a ser multiplicadoras de la experiencia. De esos talleres surgió el contenido de los spots de #SomosDeSeAR que se difundirán este miércoles.
“Nos encontramos mujeres con distintas capacidades y nos dimos cuenta de que todas tenemos las mismas barreras, tanto en el sistema de salud como en la vida cotidiana”, cuenta a Cosecha Roja Emiliana Bello. Ella tiene una discapacidad visual y necesita de otra persona, por ejemplo, para saber qué le receta el médico.
Las barreras van desde las situaciones más cotidianas: ¿Qué pasa en un consultorio ginecológico si una persona tiene una discapacidad motora y necesita ayuda para subirse a la camilla? ¿En los hospitales hay personal que hable lenguaje de señas? ¿Está disponible la información sobre salud sexual y reproductiva en braille?. A las violaciones de derechos, como las esterilizaciones forzadas y en muchos casos con desconocimiento de la mujer.
Todas se basan en prejuicios y estereotipos instalados: las mujeres con discapacidad no deben maternar aunque quieran, no son deseadas y no pueden decidir cómo manejar su vida sexual y reproductiva. Hay una mirada infantilizante de las mujeres con discapacidad y eso les quita autonomía.
Gabriela Bruno tiene una discapacidad motora y es de Santa Fe. Para ella fue muy importante pensar la falta de derechos de manera interseccional: “Nos encontramos con que muchas de las mujeres habíamos accedido a un sistema educativo, a lo laboral y tuvimos familias y entornos que nos facilitaron los accesos. Pero ¿qué pasa con el gran porcentaje de las mujeres con discapacidad que no tienen acceso a los canales, a los interlocutores, que no tienen recursos?”. “Necesitamos eliminar las barreras para que todas estemos en igualdad de condiciones”, dice a Cosecha Roja.
“Las mujeres con discapacidad se enfrentan con múltiples formas de violencia a lo largo de su vida, que actúan de forma interseccional, y quedan en evidencia al momento en que necesitan acceder a bienes y servicios de salud, constituyendo claros ejemplos de violencia institucional; a las barreras que determinan la discapacidad, se le agrega la discriminación por género, clase, identidad sexogenérica, racialización”, agrega Malena Correa del equipo de FUSA AC.
Para Bruno, la campaña servirá para poder llegar a la mayor cantidad de personas posibles e “interpelar al ciudadano medio que quizás no está en contacto con estos planteos”. “Sería significativo que la falta de accesos de las personas con discapacidad y sobre todo de las mujeres atraviese los diálogos familiares, que se vuelva un tema de agenda”, dice.
“Es un trabajo de hormiga, pero en eso estamos. También tenemos que sacar de la solemnidad a la persona discapacitada: dejar de victimizarla. Las personas con discapacidad nos reímos, la pasamos bien, estudiamos, trabajamos”, dice Bruno.
La campaña cuenta con el financiamiento del Fondo Fiduciario de las Naciones Unidas para Eliminar la Violencia contra la Mujer.