Carta al ministro de Educación Soledad Acuña

Está prohibido el uso del lenguaje inclusivo en las escuelas públicas y privadas de la Ciudad de Buenos Aires. ¿Qué va a pasar con quienes transgredan esa resolución? ¿de verdad creen que les chiques no tienen comprensión de lectura por el uso de la e o la x? Tenemos muchas dudas y bastante información para pasarle al ministro, por eso le escribimos una carta en el lenguaje que a él más le gusta.

Carta al ministro de Educación Soledad Acuña

Por Cosecha Roja
10/06/2022

Estimado Ministro de Educación de la Ciudad de Buenos Aires, Soledad Acuña:

A raíz de la resolución que comenzó a circular ayer y que prohíbe la utilización del lenguaje inclusivo en las escuelas públicas y privadas de la Ciudad de Buenos Aires, nos pareció necesario manifestarle algunas preguntas que nos surgieron y acercarle información que, entendemos, desconoce.

Lo primero que se nos ocurre decir, así, sin pensarlo demasiado, es: ¿prohibir, ministro? ¿Qué transformaciones importantes surgieron en la educación en particular y en las sociedades en general, mediante una prohibición? 

¿Qué diría, ministro, si a usted le prohibieran manifestarse, como suele hacerlo, en referencia a les docentes, las escuelas públicas y les estudiantes? ¿Cómo tomaría si lo multaran por decir que es muy tarde para salir a buscar a los chicos, porque esos chicos seguramente ya están perdidos en un pasillo de una villa, ya cayeron en la actividad del narcotráfico? ¿Qué pensaría si le arman un sumario por expresar que les docentes eligen esa carrera como última opción, luego de haber fracasado en otras, y que vienen de niveles socioeconómicos bajos, con poco capital cultural? 

No llegamos a contar todas las discriminaciones que hay en una sola frase suya, ministro. Pero así y todo, usted sigue expresándose con total libertad. Nadie le prohíbe hablar.

Y hablamos de “qué pasaría si” porque entendemos que detrás de cada prohibición hay un castigo para quien no la respeta. ¿Qué va a pasar con les docentes que transgredan esta nueva resolución? ¿Se les pondrá una amonestación? ¿Se les suspenderá? ¿Se les abrirá un sumario? No queda claro, ministro.

Usted dijo, ministro, que no se trata de hacer una caza de brujas. ¿Cómo controlará eso, ministro? ¿De qué manera evitará que no haya directives, docentes y estudiantes que no denuncien a quienes se atrevan a mencionar el lenguaje inclusivo?    

Uno de los argumentos que usted, ministro, y su patrón, el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, esgrimieron es que “los chicos no tienen comprensión de lectura”. ¿De verdad cree, ministro, que les pibes de la Ciudad no tienen comprensión de lectura por el uso de la e o de la x? ¿Hace 14 años que el partido que usted representa, ministro, gobierna la Ciudad de Buenos Aires y la culpa es del uso del lenguaje inclusivo?

Sabemos que usted, ministro, jamás pisó un aula, fuera de su educación formal, y por eso creemos que tal vez no sepa que el lenguaje no es algo quieto ni fijo: cambia, se transforma, a medida que necesitamos nuevas formas de nombrar. Evoluciona. Con la irrupción de las luchas de las personas que no se identifican con el binarismo (trans, travestis, no binaries) es necesario nombrarles, incluirles, desde el lenguaje. 

No lo decimos nosotres, ministro. Lo dice la Ley de Identidad de Género, en su artículo primero, inciso c:  Toda persona tiene derecho: a ser tratada de acuerdo con su identidad de género y, en particular, a ser identificada de ese modo en los instrumentos que acreditan su identidad respecto de el/los nombre/s de pila, imagen y sexo con los que allí es registrada. ¿La leyó, ministro? Para que no pierda tiempo en googlearla, se la dejamos acá.

Usted a veces se hace el tonto, ministro, pero queremos creer que no lo es: todes sabemos que el lenguaje inclusivo no apela a una cuestión gramatical, sino más bien una cuestión política, social, de reconocimiento de derechos. Y aunque lo niegue y criminalice a les docentes por “hacer política en el aula”, usted sabe, ministro, que la política no es mala palabra, es una herramienta de transformación que usted también usa todo el tiempo, por ejemplo cuando prohíbe un contenido. 

Usted sabe que en los últimos años muches autores, intelectuales, ensayistas, escritores escriben sus textos en inclusivo. Y eso ahora no está permitido. ¿El Gobierno de la Ciudad prohíbe libros y textos en democracia, ministro? 

Con su criterio, ministro, y el del gobierno al que usted responde, nos amarga aún más pensar que en el siglo pasado se hubieran prohibido en las escuelas textos de referentes de la literatura como Roberto Arlt, Jorge Luis Borges, Leopoldo Marechal. Ni se podría haber hablado de laburo, bondi, fiaca, chabón, afanar, chamuyo. Qué problema hubiera sido para nuestra idiosincrasia si a algún gobernante se le hubiese ocurrido prohibir el lunfardo, esa lengua que nació producto de transformaciones: la necesidad de les inmigrantes de comunicarse.  

¿Y qué va a pasar, ministro, con expresiones como spoilear, ah re, keloké, postear, whatsapear? ¿Les va a permitir a les pibes hablar en el aula como hablan en sus vidas o también habrá amonestaciones colectivas? 

¿Cómo cree que van a sentirse eses pibes y pibas que están definiendo su identidad de género cuando sepan que está prohibido hablar de eso? ¿Qué mensaje les está dejando a quienes no quieren ser nombrades como varones ni como mujeres? 

Lo que notamos, ministro, es que sus políticas están yendo exactamente al revés no sólo de lo que demanda la sociedad (que también demanda vacantes y viandas comibles) sino de lo que entendieron instituciones que suelen ser consideradas tradicionales y pasadas de moda como las universidades. 

¿Sabía usted, ministro, que las universidades más prestigiosas de nuestro país vienen avanzando desde 2019 en el uso del lenguaje inclusivo? Fíjese usted que no es algo que impusieron, además. Lo hicieron en un proceso que en muchos casos llevó jornadas de debates, consultas con especialistas, lingüistas, activistas, docentes, sindicalistas ¡y con usuaries!. Y usted, de un día para el otro cree que puede prohibir. Bueno, puede. Pero ¿debe?

Es algo avergonzante tener que explicarle a un ministro democrático que las transformaciones conllevan procesos, debates, consensos. El lenguaje inclusivo nunca se impuso ni se impondrá por medio de una ley, ni siquiera de una resolución. Porque el lenguaje inclusivo es disruptivo. Y en ese momento de quiebre estamos, ministro. ¿No lo ve? Necesitamos dar el debate, rehacer, modificar, escuchar a quienes se sienten identificades con la e, la x, el viejo @. Eso incomoda, es cierto, ministro. ¿Y qué hay de malo en esta incomodidad?

Nos interesa particularmente saber cuál es la verdadera intención detrás de esta medida antipopular, anti diversidades, antiderechos. ¿Cómo es que un gobierno que no está pensando en aliarse con un personaje como Javier Milei impone una medida tan de Milei? ¿A quiénes les está hablando? ¿Al excluir a las personas que no se sienten cómodas en el binarismo, a quiénes sí está incluyendo?

¿Quiénes aplauden las prohibiciones, ministro?

 ¿Se sintió incómoda, ministra, al leer que hacemos referencia a usted en masculino? Usamos el masculino porque nos pusimos androcéntricas. El androcentrismo implica la prevalencia de la mirada masculina, centrada en la consideración de que el hombre es el modelo, la medida y la representación de la humanidad: el universal. ¿Le resultó amigable? Piense cómo se están sintiendo ahora les pibes que no tendrán docentes, ni charlas, ni textos que les nombren.