La Partner que manejaba el “Bocha” Cristopher Rego no frenó en el control. El prefecto Pablo Miguel Brítez sacó el arma reglamentaria y gatilló dos veces. Herido, el Bocha alcanzó a manejar trescientos metros antes de chocar con un auto estacionado en la esquina de Ancaste y Monteagudo, en Parque Patricios. Brítez y cuatro compañeros llegaron a los pocos segundos. Después se sumó una camioneta con otros tres agentes. La escena quedó registrada en un video de una cámara de seguridad: el Bocha todavía estaba vivo cuando los prefectos abrieron la camioneta, buscaron los plomos de las balas y escaparon.
El joven de 26 años recién cumplidos y padre de un bebé de 42 días murió en el hospital Penna, a unas pocas cuadras de ahí. Siete de los ocho prefectos que estuvieron en la escena del crimen fueron procesados por la jueza Yamile Bernan con prisión preventiva. Dos quedaron libres: la Cámara Nacional de Apelaciones confirmó los procesamientos pero aceptó los pedidos de excarcelación presentados por la defensa. La Cámara también ordenó que se realice una pericia médica para determinar técnicamente si el Bocha podría haber sobrevivido en caso de recibir atención médica.
La resolución de la Cámara tiene fecha del 5 de septiembre, pero trascendió esta semana. Los prefectos beneficiados son Axel Díaz Guevara y Roberto Mariano Paredez, que llegaron a la escena del crimen en la segunda camioneta con Jaqueline Acosta (ella ya había sido excarcelada al recibir la falta de mérito). Guevara y Paredez siguen procesados por el delito de “coautores de encubrimiento doblemente agravado”.
En la Partner los peritos encontraron los dos plomos que los prefectos no pudieron desaparecer. La pericia balística confirmó que el que disparó fue Pablo Brítez. Después del crimen del Bocha, el prefecto no informó nada de lo que pasó y entregó su arma con el cargador completo. La jueza lo procesó por homicidio doblemente agravado por uso de arma de fuego y por haber sido cometido por un integrante de las fuerzas de seguridad en funciones. Cristian López y Luciana Carrizo, por abandono de persona seguido de muerte y encubrimiento. “En un video se ve cómo ella entra a la camioneta y en vez de ayudar a mi hijo que todavía estaba vivo se pone a buscar las balas”, dijo a Cosecha Roja Jorge Rego, papá del Bocha.
Javier Eduardo Fernández y Rubén Viana están acusados por encubrimiento. “La diferencia en las imputaciones tiene que ver con las diferentes responsabilidades y los cargos de cada uno de ellos”, explicó a Cosecha Roja una fuente judicial. Los siete prefectos están detenidos en el penal de Marcos Paz.
El Bocha había cumplido los 26 tres días antes de que lo mataran. Vivía en Parque Patricios con su esposa Luana y Bastián, su hijo recién nacido. Al igual que toda su familia era fanático de Huracán. “Iba siempre a la cancha, yo en el último tiempo dejé de acompañarlo porque quedé rengo”, cuenta su papá. Desde hace algunos años Jorge padece diabetes, artrosis e insuficiencia renal y tuvo varios infartos. “El Bocha siempre me decía: papá, por favor cuidate, así conocés a mi hijo”, dice con la voz quebrada.
La noche del sábado 11 de agosto Luana había ido al cumpleaños de su papá y después al de una amiga. Él se quedó con Martín, un amigo de la infancia. A las 2:12 Luana le mandó un whatsapp para que la fuera a buscar. “En cinco estoy. Abrigá a Bastian que hace frío”, contestó él un minuto después. Se subió a la Partner blanca que había comprado la semana anterior para trabajar y fue a buscarla.
El Bocha no llegaba y Luana se asustó. Tampoco le atendía el teléfono. Los amigos salieron a buscarlo. En la esquina de Ancastegui y Monteagudo vieron la Partner chocada y policías alrededor. “El que manejaba está en el Penna”, les dijeron.
A las 4.14 a Jorge lo despertó un llamado. Era el Turu, un amigo de su hijo. Hasta ese momento nadie había querido contarle lo que le había pasado a su hijo.
—El Bocha tuvo un accidente —escuchó Jorge.
—Decime si está vivo o muerto.
—Está muerto.
Jorge se sentó en la cama y lloró.