Por Matías Máximo
Cristina Montserrat Hendrickse egresó de la carrera de Derecho en la Universidad de Buenos Aires en 1993. Trabajó en muchos casos y en fueros bien diversos, desde lo laboral a lo civil, de lo comercial a los derechos humanos. A sus 55 años quiere abrir camino a la comunidad trans dentro del Poder Judicial: está concursando para el cargo de jueza de Familia en Chos Malal, provincia de Neuquén.
“Cuando me recibí había hecho la orientación en Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social, pero cuando fue la crisis de 2001 mucha gente migró al exterior y algunos al interior, en mi caso fui a Chubut, Epuyén. Ahí no hay tantos profesionales y te tenés que dedicar a todo. Hay juzgados que son multifueros, que son juzgados civiles, comerciales, laborales, de minería, familia y ejecutivo y entonces tenés que hacer un poco de todo”, dijo a Cosecha Roja Cristina.
En Chubut le tocó defender a los familiares de un campesino que había muerto bajo custodia en la comisaría y fue abogada de comunidades mapuches del Lago Puelo y el Lonko Pue: un caso que tuvo resonancia porque enfrentó a la instalación de una mina de cobre a cielo abierto que pretendía usar explosivos y sustancias tóxicas en el territorio donde habita la comunidad mapuche. Actualmente es abogada de Analía Kalinec en un caso de indignidad que le planteó su padre genocida por integrar el colectivo “Historias Desobedientes”, donde se agrupan hijxs de genocidas.
Cristina se siente con chances de ganar el concurso a jueza por su trayectoria, pero sabe que en los sectores de poder pueden incomodar los temas que defendió: “En el Poder Judicial de Neuquén percibo una apertura, una tolerancia a lo diverso: es una provincia con una Constitución reformada en 2005 donde se declaró laica y nunca tuve problemas de discriminación por mi identidad. Esto no quita que pueda haber resquemores, pero creo que la inconformidad puede venir más por mis antecedentes de compromiso de lucha social en cuanto defensora de comunidades mapuches que abortaron grandes proyectos económicos”.
Más allá de su vivencia individual como mujer trans, Cristina se siente conectada con las luchas de la comunidad, lo que la llevó a participar un tiempo de la Defensoría LGBT que funciona en la Ciudad de Buenos Aires. “Además tengo una familia ensamblada y diversa. Vivo con mi esposa, estamos casados, tenemos una hija en común y después tenemos los tuyos, los míos”, cuenta.
La próxima instancia en su postulación para jueza será cuando el Consejo de la Magistratura publique el listado para ver quiénes cumplen con las formalidades. Después de eso se hará una etapa de evaluación de antecedentes, un examen escrito y oral en octubre y una serie de entrevistas públicas. Si le va bien, en los primeros meses de 2019 Argentina podría tener su primera jueza con identidad de género trans.