Nicolás Delgado – El Observador.-
Lola Luna Chomnalez salió caminando hace exactamente un año de la casa que alquilaba su madrina en Valizas hacia Aguas Dulces y nunca más regresó. Dos días después, un par de adolescentes que viven en la zona, la encontraron muerta sobre unas dunas. Su desaparición primero y la aparición del cadáver después mancharon el verano. La investigación policial tropezó a poco de comenzar porque no se conservó la escena del crimen. En el último año desfilaron 15 indagados por el juzgado, cuya sangre no coincidió con la que se encontró en la mochila de la adolescente argentina. El caso naufraga hoy en un mar incierto sin pistas firmes a la vista.
La principal prueba que existe para encontrar al homicida o los homicidas es la sangre encontrada en la mochila. Las pruebas de ADN que cotejan esa muestra con la de los sospechosos fue determinante para descartar la participación de los indagados en el crimen. Sin embargo, los padres de Lola, Diego Chomnalez y Adriana Belmonte, dudan sobre la validez de esa prueba. Es que la mochila fue encontrada enterrada en la arena a 17 metros del cadáver 15 días después de que se encontró el cuerpo. ¿Les queda la duda sobre si la mochila pudo haber sido plantada para despistar a los investigadores? “No descartamos esa posibilidad”, respondió la madre de Lola a El Observador.
Los padres invitan a dos homenajes que se realizarán hoy a la hora 18 en Buenos Aires y en Valizas para recordar a su hija. Mientras, la investigación sigue abierta, pero fuentes del caso advirtieron que “no hay avances para mostrar”.
De ahí, el silencio público del fiscal Rodrigo Morosoli y la jueza Silvia Urioste. “Cuando yo tenga una novedad importante la voy a decir”, respondió la semana pasada a la prensa el ministro del Interior, Eduardo Bonomi, quien dijo que la madrina de Lola presentó la denuncia ante Prefectura “mucho tiempo después” de la desaparición, dando a entender que eso perjudicó el esclarecimiento de la causa.
Por otra parte, el intendente de Rocha, Aníbal Pereyra, dijo a El Observador que en octubre de 2014, dos meses antes del crimen, informó al Ministerio del Interior que en los seis kilómetros de costa entre Valizas y Aguas Dulces, donde ocurrió el crimen, “se estaban dando condiciones jodidas de seguridad: ocupaciones de terrenos, movidas complejas de gente, muchas de ellas con antecedentes”. La Guardia Republicana se instaló allí a fines de enero, después del crimen. Del homicida de la adolescente argentina de 15 años aún no hay rastros.
¿Quién era la Lola? ¿Cómo la recuerdan?
Diego Chomnalez: Lola era una persona extremadamente humana. Hacía acrobacia, idiomas, natación, distintas cosas en distintos ámbitos. Ella incluía a la gente, era como un nexo. En el momento también nos dábamos cuenta pero cuando pasa el tiempo recordás todas esas cosas que son pequeñas pero van sumando a una inmensidad de persona. Cuatro o cinco meses antes de ser asesinada ya no comía animales. Lo hizo de un día para otro. Y eso que le gustaban las carnes. Pero lo dejó de hacer para cuidar a los animales.
Adriana Belmonte: Yo recuerdo una frase que le dijo a su médica justo antes de viajar (a Valizas). La médica le dijo: “Lola, no podés abandonar la proteína animal de un día para el otro”. Y ella dijo: “Respeto la vida de todo lo que tenga ojos”. Es una frase que a mí me quedó. Para mí es un ser de luz Lola, es mi maestra. Me enseñó muchísimo. Una persona sumamente sensible y creativa, alegre, con un carácter muy fuerte, porque no era todo rosa. Estaba en una época adolescente y sobre todo conmigo tenía encontronazos por su edad y por este carácter muy definido y marcado. Lola era sumamente desprendida de sus objetos y pertenencias.
¿Cómo transitan el duelo?
A: Yo no ingresé a la habitación de Lola, quiero que se conserve el aroma. No puedo ingresar todavía.
D: Nosotros tenemos dos duelos diferentes. Yo entro al cuarto de Lola a veces. No puedo estar mucho tiempo porque me pongo mal. Me gusta sentir su olor que todavía permanece. Dejamos las cosas como las había dejado ella.
La Justicia se aferró a una prueba: la sangre que apareció dentro de la mochila, que fue encontrada 15 días después del crimen.
D: ¿Cómo puede ser que la Policía, estando la mochila a solo 17 metros del cuerpo de mi hija asesinada, apareció 15 días después y no en el momento. ¿No la vieron? ¿Qué es lo que pasó?
¿Les queda la duda sobre si pudo haber sido plantada la mochila para despistar a los investigadores?
A: No descartamos esa posibilidad. Heidi no soy.
El ministro del Interior, Eduardo Bonomi, dijo la semana pasada que la denuncia en Prefectura se presentó “mucho tiempo después” de la desaparición de Lola.
A: ¡Qué bueno que alguien nos contestó! En los últimos tiempos el único que me contesta es mi abogado, Jorge Barrera.
D: Ella ya estaba asesinada. A lo mejor se podía haber encontrado algún rastro para hallar al culpable o los culpables. Fuera de que la denuncia se haya hecho tarde, las cosas que se hicieron después fueron incorrectas. Se hicieron muchísimas cosas mal. Por ejemplo se fue a buscar un cuchillo que pudo haber servido cuatro o cinco días después. Así que el ministro de Seguridad no puede responder de esa manera si hacen las cosas como las hicieron. Se borró toda la escena del crimen de una manera que parece deliberada. Pero no creo que lo hayan hecho a propósito. Creo que no sabían lo que estaban haciendo.
A: Me consta que la causa está activa y que la jueza ha citado. No digo que se han rascado pero me parece que lo que han hecho no es suficiente. Siendo la madre quiero mover cielo y tierra. Me va a aliviar saber qué pasó. Lola lo merece y lo merecemos nosotros también.
A un año del crimen, hoy hay dos homenajes a Lola. ¿Cómo serán?
A: Convoqué en setiembre por Facebook a mi gente para que me ayudara a preparar grullas (aves de papel que simbolizan la paz). Recibí 1.200 grullas. Hoy a las 18 horas vamos a colgar las grullas en plaza Las Heras que es donde Lola tiene un árbol, un tilo pequeño de nueve meses que han plantado sus amigas y amigos, en el barrio Palermo, en Buenos Aires. Y a las 19.30 habrá una misa en la Iglesia de El Pilar, en Recoleta, al lado del lugar donde descansa Lola. Esto replica en Valizas donde también han preparado grullas para colgar.
De su puño y letra
Cuando tenía 13 años, dos años antes del crimen, Lola Chomnalez conoció la obra de Sigmund Freud y Jacques Lacan, lo que la enfrentó a un dilema existencial: dedicarse a la acrobacia o estudiar psicología. En una carta de su puño y letra, a la que accedió El Observador, cuenta este dilema.
“Pienso cómo va a ser mi vida y cuál va a ser la orientación de la que viva. Hasta el día de ayer pensaba que mi vida estaba destinada a la acrobacia. Entendí que me encantaría ayudar a la gente a resolver sus problemas, a ayudarles a encontrar una solución, no dárselas, ayudar a que la encuentren. Sí, eso es lo que se denomina psicoanalista, analizar a la gente. Acá empezó el comienzo de la duda. Yo pensaba que mi vida iba a ser trabajar de telista, acróbata. El día de ayer descubrí la pasión de Freud, Lacan, los dos psicoanalistas del principio. Freud, el genio que descubrió el inconciente, el ídolo que dio comienzo a una era diferente, el capo descubría que nuestros sueños no son concientes y que no elegimos qué soñar. Dense una idea…”
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