Cosecha Roja.-
“Yo soy la mujer dentro de la bolsa. Hartos y hartas de contar femicidios”. Así se titula la campaña con la que periodistas de diferentes medios reaccionaron ante el crimen de Daiana García, la joven que fue asesinada y descartada como basura. En las redes sociales se armó la polémica: algunos usuarios discutieron el rol de los varones en la lucha contra la violencia de género. “Ellos nunca van a ser las mujeres de la bolsa”, dijeron. Pero tampoco lo son todas las mujeres. “Hay que empezar a desgranar el fenómeno del femicidio: quiénes son las víctimas, qué características comparten.Hay más preguntas que respuestas, todavía sabemos poco. El debate es cuánto vale la vida del otro y qué nos pasa como sociedad”, dijo a Cosecha Roja la socióloga Vanesa Vázquez Laba.
Entre 2008 y 2014 1808 mujeres fueron asesinadas por varones. “El ‘yo soy‘ es afirmar la posibilidad de que también me puede pasar a mí. Pero ¿realmente me puede pasar? ¿Yo puedo ser la mujer dentro de la bolsa? ¿O quiénes son? La academia es una deudora de este estudio. Cuando tengamos más datos, la estrategia política va a ser mejor”, dijo Vázquez Laba.
“Esa, la de la bolsa, soy yo. Y si no hubiera sido una performance, si de verdad yo terminara en una bolsa como tantas otras, habría quienes alegarían “se lo merecía por puta”, que por mi ropa ese era mi fin, que porque salía mucho de noche o pensaba diferente me lo había buscado”
Así empezaba el relato de Lara, una adolescente de 17 años que contó en primera persona qué sintió cuando simuló estar muerta dentro de una bolsa. Al día siguiente, el periodista de Diario Popular Maximiliano Montenegro se puso en la piel de Daiana, Melina, Ángeles y Lola:
“Me pongo mi mejor pantalón. Me saco una foto antes de salir. La subo a Facebook. Mis amigos me escriben cosas agradables. Me espera una chica. Subo a su auto. Maneja un rato. Propone ir a la parte de atrás. Le digo que no. “Callate, puto”, me responde. Saca un arma. Me viola. Pone una media en mi boca, apenas puedo respirar. Muero. Mete mi cuerpo en una bolsa. Cuando encuentra un lugar sin tránsito, me deja ahí. Tirado. Muerto. Como basura”.
Las palabras de Montenegro y la foto en la que aparece con un cartel que dice “Yo soy la mujer dentro de la bolsa” dieron inicio a la campaña “Hartos y hartas de contar femicidios”.
Algunos usuarios de las redes dijeron:
“Los hombres no podemos ser “la mujer de la bolsa”. No somos víctimas, aprendamos a acompañar sin pretender ser el centro. Tenemos que empezar por analizar nuestros propios esquemas machistas y reconocer que mientras la sociedad sea patriarcal tenemos privilegios”.
“Hay miles de cosas que pueden y deben hacer los hombres para apoyar un cambio social: discutir los chistes machistas, no festejar gastadas a mujeres, intervenir en las charlas de asado donde los “machos” se juntan a decir sus obviedades de odio a las mujeres”.
“No sos la mujer de la bolsa. Solo las personas que estamos en situación social de mujeres sabemos lo que puede sentirse, y hasta por ahí nomás, porque nos golpearon, abusaron, acosaron, manosearon y todo lo demás, excepto asesinarnos”.
Montenegro respondió: “No somos, ni vamos a ser nunca, las mujeres violadas, asesinadas y arrojadas en descampado. Y mucho menos los varones. Pero decimos, igualmente y con firmeza, que lo somos porque este tiempo es brutal, salvaje y despiadado contra niñas y mujeres. La manera de despertarnos tiene que incomodar al extremo: salir de la comodidad de uno mismo y ponerse en el lugar de esa otra que sufrió, que tuvo miedo, que fue golpeada, que recibió amenazas, que fue vulnerada sexualmente y finalmente asesinada”.
Entonces, ¿qué rol ocupan los varones en la lucha contra la violencia de género? El antropólogo Pablo Semán dijo a Cosecha Roja: “La denuncia contra el patriarcado le pide a los hombres que asuman el punto de vista de las mujeres. Pero si ellos lo hacen se los impugna”. No es por “histeria” ni por dar un “doble mensaje”. Es porque son los hombres quienes ejercen la violencia contra las mujeres. Además, en la construcción de identidad contemporánea, la especificidad y la lógica de la diferencia impiden a un hombre identificarse con una mujer.
Vázquez Laba cree que los varones que luchan por las mujeres son imprescindibles y rompen con las idea de que asesinan mujeres solamente porque ser cuerpos femeninos. “También existe la lesbofobia, transfobia, el asesinato de negras, lesbianas, travestis. Hay que sumar a los varones y nosotras tenemos que sumarnos a las compañeras trans, travestis. Si no, cada uno defiende su boliche”, aclaró la coordinadora del Programa contra la violencia de género de la UNSAM.
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Cuando desapareció Melina Romero, en septiembre de 2014, el Diario Clarín publicó una nota que se titulaba “Una fanática de los boliches, que abandonó la secundaria”. Empezaba diciendo “La vida de Melina Romero, de 17 años,no tiene rumbo”. Ponían el énfasis en que “nunca trabajó”, que “se levantaba todos los días al mediodía” y que “se hizo cuatro piercings”. El periodista Montenegro remarcó la importancia de no naturalizar la violencia de género en los discursos mediáticos: “Somos las y los periodistas quienes les contamos al pueblo estos episodios trágicos. Y seguimos con el foco en la vestimenta de la víctima, su físico, sus conductas que las revictimiza, las culpabiliza de sus propios homicidios”.
Ángeles Rawson, Melina Romero, Daiana García, Noelia Akrap, Lola Chomnalez fueron asesinadas y descartadas en la basura. Estos son algunos de los casos que tuvieron más repercusión en los medios. Poco sabemos de las otras mujeres que murieron en manos de varones femicidas. De las 277 mujeres muertas en 2014, 207 tenían entre 19 y 65, 23 eran adolescentes, 17 menores de 13 y 25 mayores de 66.
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Del nosotros al yo
El antropólogo Pablo Semán dijo a Cosecha Roja: “Una persona se identifica con y como la víctima para visibilizar un agravio y denunciar la negación de un derecho”. El yo soy el otro surgió como una consigna colectiva. “Empieza en los 60 cuando en Estados Unidos apaleban a un negro y la población marchaba bajo la consigna ‘todos somos negros’”, explicó a Cosecha Roja el filósofo Darío Sztajnszrajber.
Los estudiantes del Mayo Francés copiaron el modelo cuando el ex presidente Charles De Gaulle dijo que todo era ‘culpa de un judío alemán’. Se refería al dirigente Daniel Cohn-Bendit y los manifestantes salieron a decir ‘todos somos judíos alemanes’ para defenderlo. A mediados de los 90 el subcomandante Marcos también se puso en el lugar de los zapatistas cuando les dijo “nosotros somos ustedes”.
En enero de 2015 la frase volvió con fuerza después del atentado en la redacción de la revista francesa Charlie Hebdo y en febrero, en Argentina, con la muerte del fiscal Alberto Nisman. “El paso del nosotros al yo -del singular al plural- hay que pensarlo desde una comparación entre la sociedad colectiva de los 60 y la mirada individualista del siglo XXI”, dijo Sztajnszrajber. Semán recordó: “Hay un antecedente histórico que es cuando John F. Kennedy les dijo a los alemanes ‘en el mundo libre, la frase más orgullosa es yo soy un berlinés‘”.
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