Punks de New York construyeron una red de apoyo para sobrevivientes de abusos

En esta nueva entrega de “Otrxs dicen: traducciones”, Merritt OK cuenta la historia de Support New York, un colectivo de apoyo a sobrevivientes de abuso que nació en comunidades punk y anarquistas a mediados de 2000. Una organización a la que se puede recurrir ante el fracaso del sistema de Justicia.

Punks de New York construyeron una red de apoyo para sobrevivientes de abusos

14/05/2021

Por Merritt Ok

Imagen: Emiliano Vittoriosi

Estados Unidos tiene un problema con la violación. Por cada 1000 violaciones, solamente 310 casos son reportados y, de la etapa de investigación hasta llegar al juicio, sólo 6 de cada mil violadores resultan encarcelados. 

Pero Estados Unidos también tiene un problema con sus prisiones. Gastamos cerca de 200 billones de dólares por año encarcelando alrededor de 2,3 millones de personas (1) , con más personas encarceladas que cualquier otro país en el mundo.  Y l*s afroamerican*s y latin*s están demasiado sobrerepresentad*s entre la población carcelaria por razones que no pueden reducirse a diferencias en las tasas de criminalidad. Lo más crítico es que el encarcelamiento, simplemente no funciona. No da prioridad en la ayuda a las víctimas ni rehabilita a l*s prisioner*s. Dentro de los tres años de liberad*s, por ejemplo, dos de cada tres ex convict*s son arrestad*s. Entonces, si un* no quiere ir a la policía después haber sido atacad*, ya sea porque no cree que ell*s puedan ayudarle o porque se está comprometid* con encontrar alternativas, ¿a dónde debería dirigirse? 

Quizás pueda ir a una organización como Support New York (2), un colectivo de apoyo a sobrevivientes que nació en comunidades punk y anarquistas de la ciudad de Nueva York a mediados de los años 2000. En sus propias palabras, el objetivo de la organización era “empoderar a las personas sobrevivientes, responsabilizar a quienes perpetraron el daño y generar un diálogo comunitario sobre el consentimiento, la ayuda mutua, la justicia transformativa y las estrechas narrativas de nuestras comunidades sobre el abuso sexual”. En su momento de apogeo, no contaba con más de doce personas que trabajan allí como voluntarias, pero aun así tenían una docena de procesos de acompañamiento intensivo que duraban entre 6 meses y un año cada uno. 

Desde el punto de vista de la persona sobreviviente, ello significaba apoyo directo: creer en su palabra, priorizar sus deseos ayudándole a formular una lista de demandas dirigidas a la persona que cometió el abuso, en orden a reparar los daños. Luego, seguía un proceso de responsabilización con la persona agresora (lecturas, discusiones y ejercicios), con la meta de ayudarlas a examinar sus comportamientos dañinos y ayudar a transformarlos.

Lamentablemente, Support New York no se extendió demasiado, fue disuelto en 2015 por el agotamiento de sus integrantes, porque cambiaron de lugares o bien no pudieron crear las estructuras necesarias para seguir más allá de lo que habían podido aportar sus miembros fundadores.  Sin embargo, tod*s sus alumn*s se han mantenido relacionad*s con el trabajo anti violencia. Casos puntuales: Colin Hagendorf (3), escritor, activista y punk rocker adulto, que siguió atendiendo consultas en nuevos procesos aun cuando había dejado el colectivo, además de ser un actor en la difusión del plan educativo con el que aquel colectivo promovía trabajar en los procesos de rendición de cuentas (4).

En un contexto de atención pública generalizada al problema de la violencia sexual, las soluciones propuestas por grupos como Support New York han resultado ser muy relevantes. Por esto, recientemente conversé con Hagendorf sobre la evolución del colectivo, el discurso en torno al #MeToo y la agresión sexual. También acerca de ser un hombre y estar involucrado en el movimiento anti-violencia (5).

Para empezar, ¿por qué hacer hincapié en el proceso de responsabilización después de un abuso? ¿Por qué no simplemente ir a la policía?

La responsabilidad en torno al abuso está inextricablemente ligada al trabajo de abolición de la prisión. Es acerca del reconocimiento de que los marcos punitivos del sistema de justicia en Estados Unidos no son saludables ni funcionales, no conducen a reparar a las personas agraviadas ni a evitar la reincidencia de los agresores. Además de no rehabilitar a las personas acusadas, el sistema de justicia tampoco respeta ni les cree a l*s sobrevivientes. Ir a la policía después de una violación probablemente produzca revictimización. 

Si pensamos que el abuso sexual tiene más que ver con el abuso de poder que con el sexo, promueve una verdadera afectación de la capacidad de agencia de l* sobreviviente.  Su agencia queda de lado, es colocad* en una situación donde prácticamente no tiene elecciones acerca de lo que va a pasar con su cuerpo. Y muchas veces, la manera en que funciona el sistema de justicia, continúa socavando esa capacidad de agencia. 

Una de las grandes cosas sobre Support New York desde el principio era que estaba centrada en la persona sobreviviente. Si no quería un proceso, nosotros no lo iniciábamos. Si alguien se acercaba a nosotros y nos decía “Ey, ya no estoy en contacto con l* sobreviviente. Solo quiero pasar por este proceso de toma de responsabilidad para aprender acerca de lo que hice y cómo cambiar mi comportamiento”, nosotr*s intentábamos encontrar el tiempo de trabajar con él.  Pero si conocíamos a las dos partes en conjunto y una de ellas decía que no quería un proceso, entonces eso se hacía. No es un tribunal donde si ocurre un error nosotr*s lo arreglamos. Es todo sobre la restauración de la capacidad de agencia de la persona sobreviviente en distintas formas. 

Existe un principio de base libertaria sobre el contrato sexual, que intenta establecer fórmulas acerca de lo que es una violación o lo que no lo es. Pero es diferente en cada caso. La misma acción puede ser un abuso para una persona, pero no para otra. Por ejemplo, alguien inicia un contacto sexual con una persona junto a la que está dormida, con la cual mantiene una relación. Una persona podría decir “odio eso, no lo hagas otra vez” y aun así la persona no llamaría al hecho violación. En tal caso, no tendría sentido categorizarlo de esa manera. Pero si lo mismo ocurre y otra persona dice que fue una agresión, entonces hay que abordarlo. Entonces si la persona sobreviviente dice que quiere llevar adelante el proceso, nosotr*s contactamos al perpetuador. 


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¿Por qué utiliza el término “perpetuador” más que el de “abusador”?

Porque “abusador” no tenía los suficientes matices. Nosotros teníamos que encontrar un lenguaje que alcanzara distintas cosas. Nos decidimos por “perpetuador” porque estamos hablando de alguien que perpetuó un daño, pensamiento y acción opresiva. Y no queríamos decir “perpetrador” como la policía. 

“Abusador” no es un mal término, es muy preciso. Pero el uso de “perpetuador” tiene que ver con la construcción de confianza. Ellos tienen que poder creer que en cierto modo nosotros tenemos en mente sus intereses, y es verdad, eso hacemos. Llamar a alguien “abusador” no es el camino más adecuado para lograr que confíe en que queremos trabajar junt*s. 

Entonces, nos encontramos con el perpetuador en una primera oportunidad, se les permite y alienta a que vengan con un* amig*. Porque mucho de esto es acerca de construir confianza con la persona que produjo el daño, hacerla sentir confortable con ser vulnerable e intentar reconocer lo que hizo. En ese primer encuentro, intentamos ser amigables. Si no aparecen dispuestos a participar, se les presiona un poco más. Sin embargo, la mayoría de las personas parecían bastante dispuestas a participar. Incluso si no creían en el proceso, al menos asumían la falsa noción de que si lo completaban, ellos serían absueltos ante los ojos de l*s demás. 

En ese primer encuentro, cuando resultaba adecuado, lográbamos que la persona suscribiera a un contrato que decía que su participación iba a estar guiada principalmente por las experiencias de las otras personas. Luego, le pedíamos que nos contara su versión acerca de lo que había sucedido. Esa sería la última vez que su relato sería traído a colación, pero resultaba importante hacerlo una vez.

L* sobreviviente hacía una lista de demandas, y parte del proceso consistía en ayudar a las personas a cumplir con ellas voluntariamente. Muchas veces, si la persona era una activista reconocida, una de las demandas era que esa persona dejara de ser un rostro público de la organización que integraban o que no tuviera a cargo organizar trabajos con voluntari*s. Por ejemplo, se planteaba como necesidad que se autoexcluyeran de situaciones en las que tuvieran acceso y disponibilidad de personas jóvenes e idealistas.

La gente cumplía con cosas así todo el tiempo. Cambiaban la manera en que organizaban su vida entera, para cumplir con las necesidades y deseos de aquellas personas a las que habían dañado.

El proceso llevaba entre seis meses y un año, e incluía varios ejercicios de lectura y escritura. Había incluso algunos ejercicios somáticos para aprender cómo se manifiestan las emociones en diferentes partes de su cuerpo, para luego hacer ejercicios psicológicos de interacción con esas emociones.

Por lo general, el objetivo del proceso era tener dos cartas escritas. Una era pública, una especie de declaración sobre el abuso y el trabajo hecho en el marco del proceso, sólo a los fines de tener registro si esa persona intentaba negar los daños que había causado. La otra era una carta más detallada de disculpas dirigida a la persona sobreviviente. Aunque esa siempre era una demanda del proceso, no significaba que la persona a quien estaba dirigida la aceptara. Puedes hacer todo el trabajo –incluso puede ser realmente duro– y esa persona puede continuar enojada. Pero aun así es necesario hacer ese trabajo para no volver a generar ese tipo de daño a nadie más. 

¿Cómo te involucraste en ese trabajo?

En 2004 se hacían este tipo de encuentros en la parte trasera de un local de donas, en el West Village. En su mayoría eran personas de Nueva York que habían crecido en la escena punk. Éramos alrededor de 20 personas en aquel momento, y yo era uno de l*s mayor*s. 

Mi compañera en aquel momento había atravesado una situación de abuso sexual por un desconocido en la entrada de un edificio, obviamente era una situación de mierda. Fue un hecho que afortunadamente fue interrumpido antes de que pasara algo todavía peor porque ella comenzó a gritar y el encargado del edificio salió en su ayuda y persiguió al agresor con una llave inglesa. Pero fue algo muy traumático que nos hizo mierda a l*s dos, a ella de manera más inmediata y a mí de formas que entendí mucho más tarde. Por ejemplo, tener esa sensación de seguridad vulnerada, cuando nos muestran lo peligroso que el mundo puede ser, es algo aterrador. Y también hay cosas de mi infancia en las que no pensé hasta recientemente, así que también es mi propia historia lo que me atrajo a este tipo de trabajo. 

Mi pareja pensó que debíamos participar de encuentros para sobrevivientes, entonces tuvimos algunos en nuestro departamento. Creo que tuvimos dos, en los que hablamos acerca de lo que podía hacerse para que los espacios fueran más seguros y también hablamos sobre cómo organizar sesiones de terapia, o encuentros, sólo para sobrevivientes. Así, en 2005, algunas personas se sumaron y trabajamos en dos fanzines sobre dos abusadores. El colectivo se convirtió en Support New York.  En aquel entonces éramos explícitamente un colectivo de apoyo a sobrevivientes, lo que significaba diversas cosas. Muchas veces, las personas sólo querían hablar con nosotr*s. Había una persona que sólo quería que la llamáramos todos los días, entonces nosotr*s cada día la llamábamos para decirle “oye, hoy estará todo bien”. Yo mismo llamé a esa persona cada día martes durante un año. Hacíamos muchas cosas no convencionales y muy íntimas de ese tipo. Teníamos también un fondo para gastos de transporte y, si era necesario, gastos de atención médica.

En 2007 fuimos consultad*s acerca de la posibilidad de llevar adelante nuestro primer proceso de responsabilización. Fue un completo desastre. No sabíamos lo que estábamos haciendo, no teníamos límites y nos llevó dos años. Decepcionamos a la sobreviviente de distintas maneras, muy intensamente. Eso fue horrible. Ella y yo hicimos las paces hace un año, por lo que pasó en aquella oportunidad, 10 años atrás. El daño duradero que se puede generar cuando este trabajo se hace mal es muy serio. Vale la pena intentarlo, pero hay mucho en juego.

Pero a pesar de que ese proceso salió mal, empezamos a hacer otros. Y cuantos más procesos hacíamos, más nos dábamos cuenta de que había cosas que podíamos hacer para que tuvieran más probabilidades de ser exitosos. Para nosotr*s, el éxito no era el acuerdo entre las dos partes, era la mitigación de futuros daños por parte de quien lo causó en primer lugar. También nos dimos cuenta que había cosas que podíamos hacer para facilitar las cosas a la persona sobreviviente. De ahí surgieron las primeras ideas para el plan de estudios. Aprendimos un montón acerca de errores que cometíamos y cuán duros podían ser para las personas, y queríamos compartir eso con otras personas que estaban en nuestra situación –estábamos enojad*s, nos sentíamos impotentes mientras nuestras amigas eran atacadas por hombres horribles. Hicimos esto durante una década, así que quizás poniéndolo por escrito ahora podemos ayudar a que lo hagan otr*s. 

¿Qué podrías decirle a alguien que sostiene la idea de que el sistema de justicia penal es terrible, pero que ese tipo de procesos dejan tranquila a la gente? 

Hay diversas maneras en cómo una comunidad puede lidiar con el abuso. No sé qué hacer con las personas que son violentas serialmente, cómo luchar contra eso. No tengo respuesta para eso. Pero mientras estábamos en Support New York, otras personas rompían las manos de los abusadores con un martillo. No discutiría la legitimidad de esa táctica. Sólo que no me interesa participar en ella, porque habría puesto en peligro mis habilidades para que los perpetuadores confiaran en mí. 

En cualquier caso, ningún castigo es adecuado para algunos tipos de daño. No hay un castigo que “funcione”. Por lo tanto, no me preocupa si la “sacaron barata” o no. Me preocupa si la persona sobreviviente encontró un espacio para sanar y si es probable que el perpetuador se comporte de ese modo nuevamente. 


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¿Qué tipo de resultados buscabas y cuáles intentabas evitar? 

El resultado que buscábamos era que la persona con la que trabajábamos no volviera a abusar de alguien, y que aprendiera al menos un par de cosas acerca de sí mismo y de cuál puede ser su impacto sobre otras personas. 

Hubo una persona que formaba parte del colectivo, que estaba siendo acusada por una ex pareja y por personas con las que había estado trabajando. Él estaba muy en contra de trabajar en su propio proceso con nosotr*s, pero de mala gana participó durante unos meses. Tuvo algunos progresos, y terminó profundamente involucrado. Finalmente decidió alejarse de la organización porque la persona sobreviviente y el colectivo se lo pidieron, escribió una carta de disculpa y otra carta pública. Otra de las demandas de la persona sobreviviente fue que informara voluntariamente acerca de esta historia de abuso, a otr*s activistas o personas con las que compartiera la vida en el futuro. Entonces, supongamos que esta persona quería mudarse con otras personas. Debía contarles que había atravesado un proceso durante un año para rectificar sus acciones y comentarles que podían contactarse con nosotr*s cuando quisieran. Estaba tan dispuesto a hacer las cosas bien que estuvo repartiendo estas cartas por todo el lugar. 

Recuerdo que cinco años después recibí un correo electrónico suyo. Estaba en Barcelona conviviendo con otras personas y no conseguía tener copia de la carta en español, aunque él mismo la había traducido. Se quedaría allí solo por dos días y escribió porque no sabía cómo manejarlo. Habían pasado años y en ese tiempo no nos habíamos enterado de algo malo sobre él, así que sólo le dijimos que estaba todo ok. Francamente, me sorprendió que todavía continuara compartiéndolo con tanta gente, parece el tipo de cosas de las que en algún momento vas a dejar de hablarle a otras personas. 

Por el contrario, el perpetuador con el que hicimos el primer proceso sigue siendo violento con las mujeres. Fue denunciado durante el #MeToo. Al igual que muchos hombres violentos, tiene un historial de congraciarse con las comunidades para luego sacar provecho personal. Una persona realmente terrible. Esos son malos resultados, cuando pensás que has hecho tu trabajo bien y secretamente el perpetuador sigue siendo abusivo con las mujeres. 

Es fácil para mí concentrarme en los momentos que no fueron fructíferos. Es difícil hablar del éxito. De hecho, odio usar esa palabra en torno a estas cuestiones, porque es un fastidio, lo estamos haciendo en primer lugar porque alguien agredió sexualmente a otra persona. Pero por cada proceso que abandonamos o que terminó mal, hubo alguno que cambió la vida de las personas involucradas. Incluso algunos que fallaron, al menos crearon un espacio de empoderamiento para la persona sobreviviente. Aun en los que quedaron inconclusos, las personas sobrevivientes pudieron ver que el perpetuador hiciera al menos esto. 

¿Cómo crees que las conversaciones actuales sobre acoso y agresión sexual se podrían profundizar? (5)

Los argumentos que sostienen que los procesos de denuncia han arruinado la vida de unos pobres hombres son una pérdida de tiempo. Ninguna de sus vidas se ha arruinado, ojalá hubiera sido así. 

Es cierto, conocí a violentos seriales que al menos perdieron sus trabajos pero, más temprano que tarde, vuelven a los mismos lugares, y les va bien. 

Si, parece que a estos chicos les va bien. El chico de Alamo Drafthouse (6)  que abusó a mi amiga en un bar y luego le tendió una emboscada mientras ella hablaba en la televisión, está trabajando de nuevo en Alamo Drafthouse. Lo despidieron por dos años. ¿Sabés cuánto dura el trauma de un abuso sexual? No me importa si su carrera se va por la cañería para siempre. Eso sería un buen resultado. Quizás así otras personas tendrían miedo de hacer esa mierda en el futuro.  Eso no quiere decir que las persona con genuino interés en sanar ellas mismas y reparar los daños que hayan causado no deban recibir empatía, pero no he visto a ninguno de esos hombres prominentes en esa situación.

Observé como cambiaba la conversación en torno al abuso sexual a medida que la escena maisntream se iban poniendo al tanto de lo que hace tiempo venía sucediendo en espacios menos visibles. Lo más fructífero que podemos hacer con el #MeToo es pensar y tomar en serio de dónde viene. Muchas de esas conversaciones han estado sucediendo en comunidades marginadas desde hace mucho tiempo. Fue un movimiento iniciado por mujeres negras, y debemos escuchar las voces de las personas marginalizadas en general.

Otra cosa que es parte de que los problemas de abuso y responsabilidades sean tan difíciles de enfrentar es que rápidamente son caracterizados como asuntos privados. Algo así como “no es mi tema lo que sucede en el ámbito de una relación”. Pero estamos empezando a darnos cuenta de que estas cosas tienen un impacto más allá de lo privado. Si las mujeres son rutinariamente deshumanizadas, no van a poder desarrollar su potencial en sus trabajos porque están lidiando con el trauma. La gente negra tiene una expectativa de vida más baja, relacionada con sus niveles de cortisol, derivados de estar todo el tiempo temiendo ser víctimas de represalias violentas, por el solo hecho de vivir en Estados Unidos (7). Estamos empezando a reconocer que las cosas que aparentan ser privadas, de salud mental, tienen un alto impacto material en el mundo. 

Finalmente, siendo hombre, ¿cómo impactó en tus sentimientos este tipo de trabajo?

Yo no estaba pensando entonces si era demasiado duro. Era el único varón cis del colectivo. Esa fue otra de las razones por las que terminé participando en varios procesos de responsabilidad, porque algunos decían “tenemos que poner al tipo ahí para que quien era llamado a asumir su responsabilidad, no piense que es sólo un grupo de chicas gritándole”.

Más allá de mis sentimientos acerca de mi identidad, fui socializado como varón con una inigualable cantidad de privilegios cuando era joven. Así que tuve que lidiar con mis propias cosas porque cualquier hombre socializado en Estados Unidos tiene creencias y prácticas tóxicas profundamente arraigadas. Tuve suerte porque cuando era adolescente conocí a un grupo de lesbianas mayores que se convirtieron en las personas que más admiraba en el mundo. 

Eso realmente me ayudó cuando era joven, pero, aun así, definitivamente hice cosas que, aunque no eran lisa y llanamente un abuso, definitivamente cruzaban ciertas fronteras. Y a mis 20 años me aferré a unas muy malas creencias. Todavía tengo que lidiar con dinámicas de poder generizadas. Trabajar con Support New York me dio habilidades para observar todo eso críticamente, entonces cuando alguien al referirse a un conflicto señala que está basado en ciertas dinámicas de género, no me siento a la defensiva, más bien digo “eso es algo para mirar bien”.

Es importante tomar el abuso muy seriamente, obviamente, y también es importante asumir que los perpetuadores no son villanos caricaturescos. Puedo decir con un 100% de certeza que cada un* conoce a alguien que ha perpetuado abusos, y esa persona podrías ser vos. Entonces si los hombres quieren desmantelar las estructuras que dañan a las mujeres, es importante que dirijan la mirada hacia adentro. 

Personalmente, todavía no he terminado de hacerlo. Tengo 35 años y todavía estoy desmontando los daños que la socialización masculina me ha generado, colocándome en la posición de (en el mejor de los casos) ignorar daños causados, y (en los peores) de producirlos activamente a personas cercanas. No pienso que eso sea un sentimiento anti-hombres, es un sentimiento anti-sociedad. No creo que los hombres sean inherentemente malos, tengo amigos cercanos a los que quiero mucho. Pero pienso que los hombres estamos educados para poner las emociones fuera del cuerpo de una forma que termina provocando daños a los demás. Por eso es tan importante hacer este trabajo. Es realmente duro, pero también es realmente gratificante. 

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Originalmente titulado “The NYC punks who built a support network for sexual assault survivors when the justice system failed them” y publicado en Transform Harm (extraído de Mel Magazine). Traducido por Ileana Arduino.

Quienes traducimos no compartimos necesariamente todas las ideas formuladas por les autores de los artículos.

***

2 De acuerdo a un informe publicado por prisonpolicy.org el 25 de enero de 2017. Disponible en https://www.prisonpolicy.org/reports/money.html

3 Ver más en Survivor Support and Transformative Justice Collective (supportny.org)

4 Para ampliar información sobre el Colin Atrophy Hagendorf (colinhagendorf.com)

5 El programa puede verse en curriculum.pdf (wordpress.com)

6 Hagendorf habló de su experiencia como miembro del colectivo en el pasado, pero sus opiniones no pueden considerarse representativas de la posición de la organización.

7 Nota de traducción: este artículo fue escrito en el 2017, en pleno auge del proceso conocido como #MeToo en Estados Unidos.

8 Nota de traducción: Alamo Drafthouse es una cadena estadounidense de cines. Acerca del caso puede verse https://www.hollywoodreporter.com/news/alamo-drafthouse-crisis-allegations-sexual-assault-harassment-mount-1043207

9 Para más información, ver Why So Many Legendary Black Rappers Die from Preventable Causes (melmagazine.com)