Cosecha Roja.-
La Justicia procesó y liberó a Ricardo Ayala, el policía de la Metropolitana que le disparó tres balazos a Lucas Cabello en el barrio de La Boca. Para el juez Osvaldo Rappa fue un “exceso en la legítima defensa” porque el oficial se sintió “intimidado”. “La calificación carece de toda sustancia porque el mismo juez reconoce que Cabello no estaba armado”, dijo a Cosecha Roja Nahuel Berguier, uno de los abogados de la familia. La querella apelará, pedirá el cambio de calificación y la prisión preventiva de Ayala para que no entorpezca la investigación. Mientras, el joven de 20 años del barrio de La Boca sigue internado “estable pero grave”.
“Es indispensable -para garantizar el libre desarrollo del proceso- la prisión preventiva por la gravedad del hecho, porque no hay dudas de que lo cometió el policía Ayala y porque hay peligro concreto de entorpecimiento de la investigación. Quedó claro en el expediente que la Policía Metropolitana está actuando para entorpecer”, explicó Berguier.
La semana pasada, otros vecinos de La Boca habían declarado ante la Justicia que los policías de la Metropolitana intentaban torcer su testimonio. “Declará para salvar al pibe”, les decían, en referencia al oficial. Las amenazas no son nuevas: “Además del accionar criminal de Ricardo Ayala que atacó a Lucas Cabello en estado de absoluta indefensión, existía un estado de policialización violento del complejo habitacional por parte del la Policía Metropolitana y su jefatura política”, dijo el abogado.
Berguier y Gabriela Carpinetti, en representación de la familia, pedirán que la calificación sea ‘tentativa de homicidio agravado por ser cometido por un agente de la policía y por el estado de indefensión de la víctima’. Lucas estaba parado en la puerta del Hogar de Tránsito en el que vivía, había ido al kiosco de la esquina y tenía dos sandwiches de milanesa en la mano. Así fue primer disparo. Los otros dos, cuando ya estaba en el suelo con su mujer al lado y su nena de dos años viendo todo.
En el procesamiento, el juez indicó que si bien Lucas no estaba armado, hubo “altercados previos” que hicieron que Ayala se sintiera intimidado. El lunes, el informe de la División Balística de la Policía Federal había confirmado que las tres vainas que se recogieron de la escena del intento de asesinato salieron de la pistola semiautomática. El arma secuestrada en la escena pertenece al policía de la Metropolitana acusado. Aunque el jueves el agente volvió a declarar que el joven estaba armado, quedó absolutamente descartada la versión policial.
Ya declararon en la causa Camila -novia de Lucas y testigo presencial- y el vecino que lo llevó en su auto particular. El hombre contó que ese mediodía volvía de comprar pizza y que vio un tumulto en la puerta del “conventillo”. Escuchó que alguien gritaba que le habían disparado a Lucas y se metió. Como el joven estaba lleno de sangre y la ambulancia no llegaba, lo subieron a la parte de atrás de su auto y lo llevaron al hospital.
Hace dos semanas que Lucas está internado “estable pero grave” por los tres balazos que le dio Ayala. Los disparos fueron en el abdomen, la mandíbula y los testículos. La fuerza estaba en el Hogar de Tránsito del Instituto de la Vivienda de la Ciudad, en el que vivía Lucas, porque había conflictos intra vecinos. “La policía los amedrentaba y hostigaba en el complejo, incluso a punta de pistola, surge de los testimonios de personas que viven ahí”, contó Berguier. Para él, el contexto en el que se produjeron los disparos al joven, es de “una muy mala política pública por parte del Gobierno de la Ciudad en materia de vivienda, de seguridad y profesionalización de la policía en materia de gestión de los conflictos”.
Hoy a las 18, familiares y amigos se reunirán en la Escuela 7, Aristóbulo del Valle 471, contra la violencia institucional.
Leé la historia completa de Lucas Cabello.
Foto: Movimiento Evita
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