Todo el primer sábado del mes, el sonido del “coco” resuena por las laderas del barrio de Guadalupe, en Olinda (PE). El ritmo nacido de las conversaciones que indígenas y africanos tenían entre las jornadas de trabajo está en la sangre de la familia de la madre Beth de Oxum, de 55 años. La voz de ella anuncia la fiesta “Sambada de Coco de Umbigada”, para celebrar la tradición pasada entre generaciones. Es así hace 20 años. La callecita João de Lima suele convertirse en más pequeña para las 2 mil personas que se juntan para unir a los ombligos, hacer la “umbigada”.
Las noches son de alegría, pero no todos aceptan ver al pueblo feliz, dice la madre Beth. En dos décadas, fueron cuatro procesos judiciales, varios intentos de prisión e incluso una escena de tiroteo para callar su voz. Ella nunca se enfrió. “La cultura, para mí, es una misión.” La madre Beth de Oxum es comunicadora popular, maestra de coco, integrante del Colectivo de Comunicación e Hiper Mídias Nordeste Libre.
Es, sobre todo, la Ialorixá del Ilê Axé Oxum Karê, el territorio de matriz afro-indígena de la Umbigada. Punto de cultura hace 14 años, el local es la cuna de iniciativas de educación, tecnología, comunicación y arte para los jóvenes de la periferia del Gran Recife. Nació como expansión de los proyectos de taller de percusión dados por los integrantes del territorio en Brasil y en países europeos.
El punto de cultivo es la sede de la radio libre Amnésia y del Laboratorio de Tecnología e Innovación Ciudadana – Labcoco, que ofrece cursos gratuitos en asociación con fundaciones, ONG y centros universitarios. Por año, se forman, en promedio, 150 alumnos, que llegan por inscripciones realizadas en Internet. Uno de los resultados es el “Cuentos de Ifá”, premiado juego de promoción de la identidad negra rotrizado con la mitología afro-brasileña.
En entrevista a Believe.Earth, la madre Beth cuenta cómo nació la herramienta y debate el fortalecimiento de la democracia a través de la igualdad racial, la intolerancia religiosa y la fuerza de las nuevas tecnologías en la promoción de la pertenencia y la autoestima negra en Brasil.
Madre Beth de Oxum (MB) – Soy nacida y creada en Olinda, en el barrio de Guadalupe. Esta es un área muy cultural. Entonces, nacemos en un lugar muy propicio a eso. Desde temprano, conviví mucho con la cultura de aquí. En mi juventud, ya me reconocía en ese lugar de activista de la cultura popular de los terreiros, de los pueblos de matriz africana. Entonces, ese lugar de reconocimiento surge dentro de un contexto de un cotidiano de envolvimiento con la cultura.
BE – ¿Fue esa vivencia que te hizo comenzar la lucha por la inserción de la mujer como protagonista en la cultura popular?
MB – Desde muy temprano, mi madre era quien mandaba en mi casa. Ella tuvo 13 hijos y siempre dio el tono. Ella nos enseñaba que la mujer no puede depender del hombre. Ella decía: “ustedes tienen que ser protagonistas de su casa”. La gente tuvo esa referencia y, cuando crecí y me involucré en los movimientos, llevé esa identidad. En el candomblé, la gente ve las Ialorixás, nuestras Yabás. Y todo eso dio las condiciones para que, incluso joven, yo ya entendiera que la mujer tiene un papel importante dentro del proceso. Formé el afoxé Mujeres de Oxum. Fui una de las primeras mujeres en tocar maracatu en Pernambuco. Fue muy importante para entender la dimensión de la mujer en el proceso de liderazgo cultural de Olinda y Pernambuco.
BE – ¿Y cuál es esa dimensión, ese papel de la mujer?
MB – Papel de protagonista, de liderazgo. De entender que el cambio hacia una sociedad más plural, más diversa, está en manos de las mujeres. Para tener no sólo una ciudad más inclusiva, sino un país más inclusivo, un planeta más inclusivo, más plural, más diverso, tenemos que pasar por la figura de la mujer, por la presencia de la mujer.
BE – ¿La mujer ha logrado ejercer ese papel en la cultura hoy?
MB – En su totalidad, aún no. Nuestra voz todavía está muy anónima en la política, en la economía. La economía está en manos de los hombres, pero el cambio está en manos de las mujeres. Para que esto suceda, es necesario que las mujeres estén en la primera línea. La mujer acoge. La mujer es madre. Este fenómeno de generar una vida educa a una sociedad. Pero no estamos en la línea de frente. Si estuvieramos, tendríamos una sociedad totalmente diferenciada. Y no esa sociedad machista.
BE – En las religiones de matriz africana, las mujeres tienen un papel de protagonismo…MB: Sí, el problema es que el sistema es blanco, eurocéntrico, judío-cristiano. Él niega completamente la esencia de la identidad que esas mujeres traen para nosotros. Voy a contar una historia: hubo un tiempo que la humanidad peleaba por territorios. En África, la aldea de Xangô fue invadida. Él llamó a sus tres mujeres para defender la tierra. Obá fue a la guerra. Iansã también fue. Oxum fue, pero, en medio del camino, volvió a recoger sus brazaletes, sus perfumes. Xangô, impaciente, se fue y perdió la guerra. Sólo que Oxum había quedado y escondió todos los víveres de la aldea. Ella es la madre de las aguas dulces. Oxum nos muestra que no siempre la mujer va a coger una espada, pero ella puede vencer con otros métodos. Pero esa referencia nos es tomada por el sistema esclavócrata. ¿Por qué nuestros niños no saben la historia de Oxum? ¿Por qué no hay igualdad racial. A partir del momento en que usted sabe de esa historia, rueda una llave en su cabeza, usted empieza a tener sentimiento de pertenencia, identidad. Hace toda la diferencia.
BE – ¿Cómo usted estimula la pertenencia en sus proyectos?
MB – Por ejemplo, el coco nació en la familia de Quinho [marido de ella]. A partir de mi relación con él, pasó a formar parte de nuestra familia. Pero eso no es nuestro. Nace dentro de una familia y se expande. El sentimiento de pertenencia viene cuando uno toma y lleva ese Coco a la escuela. Y empieza a hacer todo el viernes una acción, en vez de hacer sólo en San Juan, en San Pedro, en el ciclo impuesto por el colonizador. El alumno empieza a percibir que esto forma parte de su cotidiano y entiende que aquello también es suyo.
BE – ¿Es cuando la cultura fomenta un sujeto político?
MB – Es gracioso eso, mucha gente piensa que la cultura es pan y circo y, en realidad, no es eso. La cultura activa el agente político cuando no tenemos apoyo, recurso, fomento, políticas públicas para valorar a la gente. Yo pongo la cultura en la centralidad de las luchas políticas, luchas del territorio. Coloco siempre en mis presentaciones que las calles necesitan ser ocupadas, las plazas necesitan ser ocupadas, los callejones necesitan ser ocupados. La cultura alimenta nuestra alma. Para nosotros, el coco, la sambada, son la resignificación del territorio. Estamos aquí hace 20 años, no voy a decir que fue fácil. Ni será fácil. Tuve momentos de ser apedreada, de enfrentar a la policía. Tuvo momentos no – la policía enfrentamos hasta hoy. La policía ha venido aquí diez veces en una sola noche. Los vecinos tiraron piedras. La iglesia nos perseguió. Sólo no desistí porque la cultura es misión. Y la lucha no es sólo macro, es también micro. Las revoluciones se hacen aquí. Es en el territorio que la gente sufre todas las molestias y también aquí tenemos la ciudad que queremos. Entonces hay que trabajar ese espacio. Y la cultura está en la centralidad de las luchas políticas hoy.
BE – ¿La comunicación también?
MB – La comunicación es el gran cuello del país, pero nos estamos apropiando de ella. Tenemos la radio, y por medio de ella podemos ser oídos, contar nuestra historia, hablar de nuestras ancestralidades. Nuestra voz necesita ser escuchada, reverberada. La gente necesita radio, TV, que retrate al pueblo negro brasileño. Necesitamos afrontar todos los órganos para hacer nuestra historia. Y ahora es un momento importante, con las nuevas tecnologías.
BE – ¿Cómo se pueden utilizar las nuevas tecnologías para hacer que esta voz llegue más lejos?
MB – Nosotros empezamos a desarrollar proyectos de formación en inteligencia artificial, aplicaciones para tiendas virtuales, programación. Es importantísimo formar nuevos programadores con nuestra mirada, nuestra identidad. Estamos desarrollando talleres de robótica, de sensores. La ola ahora es apropiarse de eso para mejorar nuestra vida. La Internet creó esa perspectiva. En varios lugares del planeta hay gente que quiere transformar el mundo para mejor, un lugar donde las personas puedan vivir íntegramente sus diferencias, respetando la diversidad. El cambio está en manos de la juventud y la gente necesita dar perspectiva a esos jóvenes.
BE – ¿Cómo nació el juego Cuentos de Ifá?
MB – Ya teníamos el laboratorio que trabajaba con tecnología e innovación ciudadana. En ese momento, pusimos a los alumnos en el terreiro y empezamos a hacer el juego. Dos profesores universitarios fueron los primeros en traer esa tecnología aquí. Nosotros, del terreiro, teníamos el conocimiento oral, y ellos, el científico. Juntamos los dos saberes.
BE – ¿Cómo el juego democratiza la información sobre la cultura afro-brasileña?
MB – En lugar de traer como personaje de la narrativa un muñeco americano, traemos Exu, Ogum, Iansã, Iemanjá, la diáspora. Es una narrativa con la mitología afro-brasileña. Historias que ya pasamos a nuestros hijos por la oralidad y ahora pueden llegar a otras personas. Esto debe ser respetado, y no criminalizado.
BE – ¿Usted mantiene la esperanza en un futuro más plural?
MB – Tengo mis hijos. ¿Qué voy a decir a estos niños? ¿Qué perdimos el juego? Voy a decirles que la gente necesita mantener la esperanza encendida. Jamás una madre va a decirle a un hijo que se han agotado las condiciones. La gente tiene que ir a la lucha y resignificar, cada día, el territorio.
*Este artículo fue realizado en el marco de la Beca Cosecha Roja. También fue publicado en Believe Earth.