Matías gestó en su panza y Celeste fue desde el día cero una madre presente. Nueve meses en un vientre trans no son iguales a los de cualquiera. Matías y Celeste, con su amor transparental, más que esperar que las puertas se les abrieran se dedicaron a abrirlas: en los esquemas de licencias, cuidados clínicos, obstétricos y todo lo que rodea la llegada de un bebé nada estaba preparado para un papá embarazado. Luán nació con 3,400Kg, 45 centímetros de largo y sol en Sagitario.
Celeste y Matías están en pareja hace tres años y conviven hace dos. La idea de tener un embarazo deseado se dio como una instancia más del amor: “Fue un proceso natural como el de cualquier pareja que se va consolidando y decide tener un hijo. No para sentirnos un hombre o una mujer “completos”, o como quien decide tener una mascota, sino para apostar a un futuro juntes y compartir nuestro amor con alguien más. Empezamos a plantearnos que biológicamente podíamos tenerlo y avanzamos”, dijo Celeste a Cosecha Roja
El flechazo fue en ATTTA, la Asociación de Travestis, Transexuales y Transgéneros de Argentina. Celeste, que es psicóloga, estaba como coordinadora provincial en Córdoba. Matías, que se está formando en peluquería, participaba en el grupo de hombres trans. Al principio no pasó nada porque ya tenían sus historias, pero a lo largo del año se veían cada vez más y hubo onda.
–Empezamos a salir a los seis meses. Yo no tenía tantos prejuicios como él porque soy un poco más grande. El tiene 23 y yo 32. No sabíamos nada de los cuerpos del uno y del otro, nos era totalmente ajeno. Fue como vivir un noviazgo de quinceañeros, porque era todo nuevo, así que lo vivimos muy lindo.
Al comienzo de este año decidieron avanzar con el proyecto de gestación y les recomendaron la Maternidad Nacional de Córdoba. Como Matías había hecho tratamiento hormonal, su proceso de gestación fue atendido desde el principio en el área de embarazos de riesgo: no sabían si podría aparecer alguna complicación vinculada. El parto fue por cesárea y Celeste lo acompañó en el quirófano, emocionada y feliz.
Para recibir su licencia por maternidad, Celeste tuvo que hacer entender en su trabajo que la ley habla de madres, no de personas gestantes, y que si algo no está prohibido es legal. Así les pasó con varios trámites. Y como en el camino se dieron cuenta de que todo era un empezar decidieron que había que registrar el proceso para que quedara como material de consulta para otras familias transparentales. El documental que están haciendo, junto a un grupo de realizadores, se presentará en 2020.
Para la crianza tienen una sola certeza: seguir confiando en el camino que encararon juntes: “Esto significa enseñarle a valorar a todas las personas, por más diversas o distintas que sean”, dice Celeste. “A respetarlas y que no tenga esos mandatos de género patriarcales horribles. Este deseo de traer un hijo nos parece algo muy fuerte pero a la vez muy hermoso, que marca un rumbo para las familias diversas de acá en adelante”.
Cuando Luán vea el documental, seguro sentirá orgullo. Su papá y mamá trans hicieron cada paso con amor.
Créditos: Maria Catalina Buteler