“Bueno, mamá, te vamos a pasar a la camilla, me dicen. Y yo entiendo que soy un cuerpo muerto, que no aporta. Encima estaba con temblores. Te pasan, te arrastran de una tela a otra. La camilla estaba rota y me quedaba la cabeza para atrás… ¡No podía respirar! Me sacaron del quirófano. Me estacionan en un costado. Así ¡pin! Me dejaron ahí, sola. Pudieron haber pasado cinco minutos, tres, diez, Para mí fueron dos horas y media”. Claudia, 37 años. Sanatorio privado del barrio de Once.
“No sólo los médicos tienen un desconocimiento en materia de derechos sexuales y reproductivos. También la mayoría de las mujeres que paren no saben nada sobre legislación. Por eso es importante que la problemática se haga visible”, dijo a Cosecha Roja Julieta Saulo, coordinadora del Observatorio y fundadora de Las Casildas.
La Ley 26485, define en su artículo 6 a la violencia obstétrica como “aquella que ejerce el personal de salud sobre el cuerpo y los procesos reproductivos de las mujeres, expresada en un trato deshumanizado, un abuso de medicalización y patologización de los procesos naturales…”.
“Soy de presión híper baja. En el embarazo llegué a tener 7-5 y no me desmayé, ni nada. En la sala de parto, a los 16 empezó a sonar la chicharra. Me decían “Tranquila, mamá, está todo bien”. ¡Y me ponía peor! No me podía tranquilizar, me faltaba el aire, se me caía la tela en la cabeza. Una situación de horror. Estuve, con toda la furia, 40 minutos. El obstetra entró 12:30 y el bebé nació 12:48. Me abrió y me cerró en 20 minutos. Pero para mí fueron días. Lo sacaron, me lo trajeron, le di un beso, sin poder agarrarlo, porque estaba así, a lo Jesucristo. La única movilidad que tenía era del cuello. Las piernas no las sentís, te las ponen en un coso y se te caen, y te las vuelven a levantar. ¡Horrible! Sos un pedazo de carne. Me sentía en la carnicería. ¿Viste cuando ponen el vacío así? ¿Todo entero?”. Claudia, 37 años. Sanatorio privado del barrio de Once.
Para Saulo, muchos problemas se solucionan con la entrega de información a las familia. “Es prevención. Cuando una mujer está inmovilizada y atada en la camilla no se puede hacer nada. Un ejemplo de ignorancia de los médicos es si la mujer que pare puede ser acompañada o no en el momento del nacimiento de su hijo. Si bien la Ley 25929, de parto respetado, les permite estar con alguien, 4 de cada 10 madres parieron solas dice el informe. Los médicos aducen que no pueden tener acompañamiento por una cuestión de poco espacio e higiene”.
-Bueno mami, ajo y agua, me dice la doctora y yo la quedo mirando.
-¿Ajo y agua? ¿Cómo dice doctora?
-A aguantarse y a joderse, me dice… Y me manda a mi casa, sin hacerme ningún estudio, sin darme nada… Nadie me decía nada por mi problema de presión. Sandra, 29 años. Sanatorio privado en Quilmes.
Cinco de cada diez mujeres denunciaron que fueron tratadas con sobrenombres “Gorda” o diminutivos, “gordita”, “mamita”, “nenita”, por parte de los profesionales durante sus embarazos y nacimiento de sus hijos. “Eso tiene que ver con la cosificación y la infantilización de la mujer que pasa por un momento especial. Es simbólico el estado de sumisión en la que nos colocan en el momento del parto desde lo discursivo”, dice Saulo. “Nos encontramos con un alto índice de maltrato verbal, que afecta de manera negativa el bienestar de la persona gestante y el proceso de trabajo de parto y el parto. La evidencia de los datos recolectados indica que un alto porcentaje de las mujeres atraviesan el nacimiento de sus hijos e hijas en un ambiente hostil”.
“El doctor es la voz autorizada. Yo venía híper informada y sabía que había una ley de la mamá canguro. Sabía que mi bebé iba a crecer más rápido si me lo dejaban ponérmelo encima, pero venía el médico de neonatología que casi te comía el hígado cuando le decías que lo querías sacar de la incubadora. Me decía: “Si vos vas a hacer eso, te lo llevas de acá” . Es violencia como del saber. Si el doctor lo dice, él debe saber”. Sandra, 29 años. Sanatorio privado en Quilmes.
El informe también da cuenta del tema del saber: Las personas gestantes, como su entorno inmediato depositan el saber en el profesional de la salud quien toma el control absoluto sobre el proceso de gestación, parto y nacimiento. “Lo más grave de esa situación es la aceptación por parte de la persona gestante de las indicaciones/imposiciones sin mediar ninguna explicación, ni información real y científica. Hemos naturalizado que una persona gestante deja de ser sujeta de derechos para pasar a ser objeto frente a quién “porta el conocimiento”, explica Saulo.
“Fue una cesárea, fue programada. La verdad es que yo sabía que podría ofrecerse la oportunidad de que fuera un parto normal. Lo había charlado con mi esposo pero el obstetra ni siquiera lo puso en términos de discusión”. Sabrina, 35 años. Sanatorio privado de Vicente López.
Desde 1985 la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que el índice de nacimientos por cesárea justificable en un país es del 15 por ciento. En la Argentina, 4,7 de cada 10 mujeres parieron con este método, según los datos del Observatorio de Violencia Obstétrica (OVO). En el informe que presentaron en el 31 Encuentro Nacional de Mujeres en la Facultad de Medicina de Rosario, trabajaron sobre 4939 partos que fueron registrados desde octubre de 2015 hasta agosto de 2016.
La “Encuesta de atención al parto/cesárea” fue realizada presencialmente y por internet en distintos puntos del país. En el documento se tomaron en cuenta nacimientos en diferentes ámbitos: el 50.4% fueron en centros privados, 27.9% en públicos, 17% en lugares de obras sociales y 3% en domicilios particulares. Fue impulsado por Las Casildas, la organización a cargo del OVO. “El sistema perinatal está basado en un modelo intervencionista que patologiza procesos. Nosotras no hacemos un cuestionamiento anti médico o anti sistema, sino que queremos visibilizar que el parto no es una enfermedad, es algo fisiológico”, dijo Julieta Saulo
El informe no sólo advierte sobre la cantidad de nacimientos que tuvieron intervención quirúrgica. También revela que casi el 90% de las cesáreas fue realizado a madres fueron primerizas. “Bajo la premisa de ‘una vez cesárea, siempre cesárea’, se dispara a corto y a mediano plazo una escalada mayor de cesáreas, difícil de frenar”, dice el documento. Y llama a realizar una “revisión y transformación” en las prácticas profesionales de la salud.
Según los datos de la encuesta, a 6 de cada 10 mujeres les practicaron una episiotomía, un corte en el periné. Las causas que argumentan para realizar esa incisión son “ser primeriza, evitar desgarros, prevenir desplazamiento de órganos”. Saulo habla otra vez de patologización del parto y agrega que también tiene que ver con una mirada “sobreprotectora” del sistema médico.
Para el año que viene Las Casildas van a preparar una herramienta para medir esta problemática desde dentro del ámbito de los profesionales de la salud. Saulo adelantó cuáles son algunos de los puntos que van a investigar: las prácticas incorporadas en la universidad, el conocimiento de la legislación y la patologización de la escena. Y también van a ver cómo se implementan estos procesos de manera rutinaria en hospitales, clínicas y otros centros de salud.
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