Juliana Mendoza – Cosecha Roja.-
“En las investigaciones, primero hallamos una prueba y después un autor. Acá fue al revés. Es como si buscaramos a un ladrón y el ladrón se chocara con nosotros”, dijo Ricardo Juri, el jefe de la División Homicidios en la audiencia por el juicio a Jorge Mangeri. El policía declaró cómo fue el proceso que concluyó en el único acusado por el crimen de Ángeles Rawson. Hasta que el encargado no se si hizo responsable por la muerte de la adolescente, el principal sospechoso había sido la pareja de la mamá Sergio Opatowski: tuvo “una exposición no usual en los medios”, dijo Juri.
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Mangeri se quedó en la sala durante el cuarto intermedio y le acomodó los papeles del abogado defensor Adrián Tenca. Lo único que trajo de la cárcel fueron unos anteojos negros. Atrás suyo estaban sentadas Diana Saettone y su mamá. Hoy la audiencia fue larga y durante toda la mañana los familiares pasaron a visitarlo. Cuando terminó, una de las hermanas de Diana le tiró un beso, él se lo devolvió. La mamá de su mujer se despidió desde la puerta: “Dios te cuide, Jorge”.
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“El martes 11 los medios publicaron la noticia de una chica desaparecida. Cuando nos enteramos que había aparecido el cuerpo en el Ceamse, supimos que íbamos a ser convocados”, dijo Juri. Lo primero que allanaron fue el campo de deportes: la hipótesis de Juri era que Ángeles había sido interceptada a la salida de la clase de gimnasia. Pero el martes a la noche la comisaría 31 encontró filmaciones de la adolescente caminando del predio del Ceamse de Colegiales hacia su casa. Ese parecía un día normal en la vida de Mumi.
El miércoles encontraron la última grabación: Ángeles caminó sobre Ravignani con la ropa de gimnasia y buscó algo en su morral. Juri tenía una descripción, pero no la conocía personalmente. En ese momento, la familia Rawson estaba velando el cuerpo mientras los peritos allanaban la casa. El jefe de Homicidios llamó a la única persona del edificio que estaba en ese momento y la conocía: el encargado.
-¿Esa es Ángeles Rawson?, preguntó a Mangeri.
-Sí, esa es Mumi.
El portero estaba pálido y con un buzo: el policía sabía que tenía licencia médica. Se habían conocido unas horas antes. Juri le tocó el timbre para pedirle la llave del departamento de la adolescente pero Mangeri no la tenía.
El viernes 14 el policía llamó al encargado para que fuera a la Fiscalía a las 17. “No me dijo que no podía ir”, contó. Pero a las 18 no apareció: lo llamó de nuevo y no contestó. Un amigo de Mangeri lo llamó y le dijo que estaba en su casa, que lo habían amenazado y que no quería ir a declarar. Lograron convencerlo cuando le pusieron una pechera de la Policía Federal y una gorra que escondía una lesión amarillenta en la cara. Cuando llegó a la fiscalía, Juri le preguntó qué le había pasado: “No me dijo nada y se fue a declarar”.
Más tarde, la fiscal María Paula Asaro salió del interrogatorio con la cara desencajada. El jefe de Homicidios pudo escuchar una conversación: “El portero dijo que era el responsable”. Después se enteró de las amenazas. Mangeri había declarado que en la madrugada del jueves 13 un hombre en un auto Polo oscuro lo abordó en la esquina de Ravignani y avenida Santa Fe, lo apuntó con un arma y lo apretó. “Estaban los medios ahí, la verdad no es el mejor lugar para amenazar a alguien”, dijo. La historia del patrullero le pareció “fantasiosa”.
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“Nos vemos a la tarde”. Ángeles y Camila Navarro se despidieron así el lunes 10 de junio después de la clase de gimnasia en el predio del Ceamse de Colegiales. Navarro confirmó lo que había dicho Florencia Habbeger en su declaración el 25 de marzo. La adolescente tenía buena relación con sus padres y nunca había mencionado al portero. A la tarde una compañera le mandó un Whatsapp para saber por qué no había ido a clase. Nunca le llegó. Camila se enteró de la desaparición a la noche y con sus compañeros intentaron llamarla, pero daba ocupado. “Fue muy difícil para todos”, dijo la joven de 18 años.
También declaró Micaela Campo, la otra empleada de la administración Schuller. Confirmó que Mangeri fue a cobrar el sueldo a pesar de estar con licencia médica, cómo declararon el jefe Ernesto Schuller y la compañera de trabajo Cristina Mazzanti. Dijo que lo notó “angustiado” cuando le preguntó por Ángeles Rawson.
Foto: Télam
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