Cosecha Roja.-
El incendio del 20 de octubre de 2004, en la Comisaría Primera de Quilmes, empezó a las 10 de la noche. Adentro había 17 jóvenes detenidos. Diego murió a las 4 de la mañana del día siguiente. Manuel, a las 7 de la tarde. Elías, cuatro días después y Miguel el 11 de noviembre. “Fallecieron por asfixia y quemaduras internas de las vías respiratorias: respiraron fuego”, dijo a Cosecha Roja Tobías Corró, amigo de las familias.
Once años después, juzgan a diez policías acusados de apremios ilegales, tortura y muerte. La instrucción de la causa demoró cuatro años. En 2008 se elevó a juicio oral pero luego siguieron las demoras. Para Corró, “si en una causa en la que hay menores involucrados, el juicio llega más de una década después, es claro que hay una segunda victimización de los pibes”.
Esta mañana, durante la segunda audiencia, declararon los padres de Elías y la mamá de Manuel. Los tres coincidieron en cómo los maltrataron en los Juzgados durante aquella noche desesperante.“Hoy se evidenció tanto la brutalidad y el horror de lo que se vivía en la comisaría como también la insensibilidad del Estado a través de los tribunales de menores”, dijo a Cosecha Roja Margarita Jarque directora de Litigios Estratégicos de la Comisión Provincial por la Memoria (CPM).
También declararon -mediante videoconferencia- Andrea Noms y Juan Carlos Casano, los peritos que hicieron las autopsias de Diego y Manuel. Ambos adolescentes tenían moretones y contusiones que indicaban que habían sido golpeados con “elementos contundentes”. Tobías explicó que eso significa que no son heridas que puedan haber surgido por accidente durante la evacuación.
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Todos tenían menos de 18, hacía más de un mes que estaban presos y tenían marcas de los golpes y las patadas. Ese día, después de una requisa violenta, los jóvenes pusieron los colchones en la puerta de las celdas y los incendiaron a modo de protesta por los malos tratos de los que eran víctimas. Cuatro de ellos murieron por el fuego.
Esa noche la requisa fue peor que de costumbre. A las 19 los policías los golpearon, les tiraron la ropa y la comida y los amenazaron con volver. A las 22.20 los pibes empezaron el fuego encendiendo una almohada, que generó una llamarada. Los policías se acercaron, les dijeron “¿ustedes quieren fuego? Acá tienen fuego” y “tiraron algo” por debajo de la puerta. El candado de la celda se calentó. Los oficiales tardaron quince minutos en abrir los calabozos y cuarenta en llamar a los bomberos.
Durante la evacuación los policías armaron un cordón: los jóvenes pasaban por el medio y ellos los iban llevando hacia los baños a palazos. Después, hacia la cocina. “Estaban intoxicados y mareados y los seguían golpeando”, contó Corró. Llamaron a la ambulancia pero no la esperaron. Subieron a los pibes a los móviles policiales y los llevaron a hospitales. “La ambulancia tardó 7 minutos y cuando llegó ya no había nadie a quién atender”, contó.
Los policías cambiaron los horarios en el sumario para encubrir el crimen. “El caso pone en evidencia la detención de menores en comisarías, algo que está prohibido en la provincia de Buenos Aires”, dijo a Cosecha Roja Diego Díaz, director de CPM. El organismo es veedor en el juicio.
Aquella noche había 17 jóvenes alojados en la comisaría. “Eran celdas chiquitas, no había instancias educativas ni de recreación. A partir de este hecho se prohibió detener menores en comisarías”, dijo Corró. Según la ley, las dependencias policiales no están habilitadas para alojar presos.
Walter, Edgardo y David sobrevivieron. “Algunos de ellos pudieron rehacer sus vidas, tuvieron hijos, consiguieron trabajo. Pero no fue fácil para ninguno. Son de familias vulnerables, de barrios populares de Quilmes como Villa Itatí, El Dorado, o Solano”, contó Corró.
Los cuatro que murieron fueron Diego Maldonado y Manuel Figueroa -estaban presos a la espera de tratamientos terapéuticos por el consumo problemático de drogas-, Elías Giménez – lo iban a liberar al día siguiente- y Miguel Aranda -en su casa lo esperaba un hijo de dos años. “Quedó demostrado que era una comisaría en la que había alojamiento de menores en dos calabozos y que los adolescentes habían sido golpeados como práctica sistemática”, explicó Jarque.
Durante las próximas semanas, el tribunal Oral en lo Criminal Nº 3 de Quilmes, integrado por Alicia Anache, Armando Topalián y Alejandro Portunato, deberá decidir si el ex comisario Juan Pedro Soria es responsable de estrago culposo seguido de muerte y de omisión de evitar tormentos. A Gustavo Altamirano, Jorge Gómez, Franco Góngora, Elizabeth Grosso y Basilio Vujovich los acusan de apremios ilegales. Y Fernando Pedreira, Humberto Avila, Juan Carlos Guzmán y Hugo D’Elía están imputados por apremios ilegales reiterados en concurso real con tormentos. “Lo que es importante que la policía tiene responsabilidad: los apremios y las torturas se investigan porque los sobrevivientes lo pusieron en evidencia. Si hubiese sido por la policía, trataban de héroes a los uniformados que ‘salvaron la vida de los pibes’”, dijo Corró.
[Nota publicada el 12/8/2015]
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