Cosecha Roja .-
Desde que Florencia Trías se entregó a la Justicia el 15 de mayo, estaba recluida en la Comisaría de Pilar. Hoy fue enviada a su casa por el Juzgado de Garantías N.º 6. Permanecerá allí con la medida de arresto domiciliario hasta cuando comience el juicio por “homicidio simple”.
La chica, de 19 años, está acusada de asesinar a su novio con el agua hirviendo de una pava eléctrica. Matías Cuello, de 24 años y operario en una fábrica de golosinas, estuvo casi un mes internado por quemaduras graves. Al final, murió y se abrió una investigación. Sus familiares señalaron a Trías como “una violenta obsesiva”. Según ellos, las peleas en la pareja eran frecuentes y comenzaban por cualquier motivo: celos, reclamos mutuos. Muchas veces terminaban en violencia.
Después de que Cuello murió, se abrió la causa en contra de Trías, quien estuvo prófuga por cinco días. Los agentes de la Policía Bonaerense comenzaron a rastrear los pasos de la joven. La buscaron en su vivienda alquilada del barrio Manuel Alberti y también en el domicilio de sus padres; la esperaron en el Hospital del Quemado de Buenos Aires. “Se entregó porque estaba cercada”, dijeron. La verdad es que ella se trasladó de forma voluntaria a la fiscalía de Pilar. Llegó a las 10:30, de ese 15 de mayo, acompañada por sus padres, su hija de seis meses y un abogado.
Marcos Petersen Victorica, fiscal del caso, explicó a Cosecha Roja que la mujer permanecerá custodiada hasta que se la indague por el homicidio. La hija de la pareja quedó al cuidado de sus abuelos maternos. Los familiares del hombre fallecido insisten en la culpabilidad de Trías y piden la custodia de la menor.
¿Violencia de qué?
Con la muerte de Cuello y las pocas pinceladas que se han conocido, aparecen dudas de cómo tipificarlo. Si, por ejemplo, se lo puede considerar como un caso de violencia de género cuando la víctima es un hombre y la victimaria una mujer.
El psiquiatra Enrique Stola explica: “Es un crimen de violencia intrafamiliar, pero no se trata de violencia de género. Si bien hay asuntos domésticos implicados, el tema de género remite específicamente a que la mujer sea vulnerada por el hecho de ser mujer”.
Perla Prigoshin, titular de la Comisión Nacional Coordinadora de Acciones parala Elaboración de Sanciones de Violencia de Género (Consavig), continúa: “El requisito básico para que hablemos de violencia de género es que la mujer haya sido víctima de una asimetría de poder, y esto no fue lo que sucedió en este caso. Si empezamos a ver todos los homicidios cometidos por hombres y mujeres como violencia de género, el concepto se banaliza y pierde su efectividad. Aquí, las motivaciones no son contra la mujer por ser mujer, ni contra el hombre por ser hombre”.
El dedo en la llaga en este caso, según Beatriz Kohen, directora del Centro de Género y Derecho dela Universidad de Palermo, es pensar que “finales como estos son casi siempre consecuencia de una historia de violencia anterior, lo que nos lleva a preguntarnos qué pasó antes de que ella lo hubiera matado”.
De eso, hasta ahora, se ha hablado poco.
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