En 2014 Melina Romero fue a bailar a un boliche de San Martín. Un mes más tarde apareció adentro de una bolsa en un arroyo de José León Suarez. Ni bien se supo del femicidio, los medios la señalaron. Dijeron que era una ‘fanática del los boliches’ y que su vida ‘no tenía rumbo’.
Hoy en San Martín empieza el juicio por el femicidio. El único acusado es Joel ‘Chavito’ Fernández de 20 años, que llega al debate en libertad, a pesar de haber confesado el crimen. Deberá compadecer ante un juzgado popular y el abogado de la familia Romero, pero no ante el ministerio público: la fiscal del caso desistió de acusarlo, y por lo tanto no participará del juicio.
Se lo juzga por ‘homicidio agravado por ser cometido con el concurso premeditado de dos o más personas y por la condición de mujer de la víctima, en concurso real con abuso sexual agravado por ser cometido mediante acceso carnal seguido de muerte y privación ilegal de la libertad coactiva’.
Una de las piezas claves del caso es Melody, la principal testigo. Ahora es mayor de edad. No lo era la noche en que mataron a Melina Romero. Tenía 17 años cuando le tocó ser testigo directo de las últimas horas de vida de su amiga. Primero la justicia le pidió declarar y luego la imputó por falso testimonio. Su participación en la causa fue clave: por ella se supo que a ambas las habían retenido en una casa en Pablo Podestá y que a Melina la golpearon brutalmente y la violaron después de que quedara inconsciente. Que luego la envolvieron en una bolsa en la que metieron piedras para que se hundiera en un arroyo.
La fiscal María Fernanda Billone desistió de acusar a los imputados Joel “Chavito” Fernández, quien confesó luego de ser detenido, Elías Fernández y César Sánchez.
Las irregularidades en la investigación y los poco claros los procedimientos policiales y judiciales en el caso -tanto en declaraciones como en inspecciones oculares- complicaron la situación de Melody. “Ella fue víctima de violencia institucional porque, al ser menor de edad, casi no hubo acompañamiento por parte de la justicia. A Melina Romero se le fue la vida en una situación de violencia machista. Y además hubo adultos que encubrieron y colaboraron con los supuestos autores”, contó hace unos meses a Cosecha Roja Ornella Tinnirello del Frente de Mujeres Evita de San Martín.
La fiscal argumentó que no puede sostener las pruebas porque Melody, la única testigo, fue acusada de falso testimonio por supuestamente haber perjudicado a otro adolescente implicado en el femicidio y luego sobreseído.
“Melody pasó de testigo a imputada. Por eso repudiamos la decisión de la fiscal Billone de plantear que su testimonio no es fehaciente y que es por eso que no se puede continuar con la investigación”, dijo en ese entoncesTinnirello. “Después de todo este tiempo la fiscal dice no tener una sola prueba de lo que le pasó a Melina y cómo pasaron las cosas”.
Melina Romero vivía en El Palomar. La vieron por última vez la madrugada del 24 de agosto de 2014 a la salida del boliche Chankanab en el partido de San Martín. Allí había festejado con un grupo de amigos su cumpleaños número 17. Desde ese día, Ana María, mamá de Melina comenzó la búsqueda. Dos mujeres del Movimiento Evita la encontraron 30 días más tarde. El cuerpo de la adolescente estaba envuelto en dos bolsas de basura, en un predio perteneciente a la Ceamse, a metros de un brazo del río Reconquista y el Camino del Buen Ayre, en José L. Suárez. La reconocieron por las zapatillas.
De la autopsia se supo que Melina murió por sofocamiento, luego de haber sufrido un paro cardíaco debido al estrés que recibió su cuerpo. El caso resonó en los medios, que la acusaron de no tener “rumbo”, no terminar la secundaria y por ir a bailar.
Fotos: Facundo Nívolo