Por Claudia Victoria Arriaga Durán.-
El próximo 8 de abril celebraría los quince años de su hija. Con ayuda de su familia había conseguido lo necesario para organizar la fiesta.
Se llamaba Suemi del Socorro Yam Canche. Tenía 38 años y era madre de tres niñas y un niño. El domingo pasó toda la noche inmóvil en el suelo de su casa. De tantos golpes que le había dado su marido -identificado con las siglas J.E.Y.C- no podía levantarse. De a ratos pedía ayuda a gritos.
“Algunas vecinas escucharon, pero no hicieron nada” contó Juan Antonio Yam Canche, su hermano.
El lunes por la mañana su hijo de 12 años la encontró en el piso. En un intento por ayudarla, avisó a su abuela paterna. Suemi ya no podía moverse. Solo hasta que la vieron en esas condiciones, uno de sus cuñados la auxilió y la llevó en Uber al hospital.
El lunes 23 la internaron en el hospital público Agustín O´horán. Murió el martes 24. La Fiscalía General del Estado de Yucatán determinó que murió por traumatismo raquimedular. Su cuerpo no resistió tanto dolor.
Una historia de violencia
La ruta de violencia que vivió durante 16 años con su pareja fue en ascenso y en el camino se quebró la relación con su familia. Él y sus familiares la vigilaban buscando ejercer control sobre sus acciones y decisiones:
“La quería tener cerca de él para que agachara la cabeza y se someta a sus normas. Cuando platicabamos salían todos sus familiares a verla” contó su cuñada, Landy Martín Rodríguez.
La casa de Suemi estaba en San José Tecoh II, era un cuarto y media pieza, no contaban con vidrios en las ventanas. La puerta era una estructura metálica con un cobertor que obstaculizaba la vista hacia el interior. No tenían servicios básicos como energía eléctrica y agua. Todos los días, Suemi acarreaba cubetas con agua desde la casa de su suegra que estaba a media calle.
Sus hijas e hijo de 6, 8, 12 y 14 años preferían quedarse en casa de su abuela paterna: allí había televisión y otros niños.
Un feminicidio anunciado
Hace como tres años, a consecuencia de una golpiza Suemi había perdido un embarazo de cuatro meses.
“Nos contó porque todavía había un poquito más de comunicación y le dijimos que si la estaba maltratando que lo diga. No se pudo hacer más y le quitaron la matriz”
Su hermano lamentó que en esa ocasión no accedió a denunciarlo. Cree el expediente debe seguir en el O´horán.
Además, recordaron que durante su último año de vida, el marido ya no disimulaba el maltrato: la golpeaba en la calle y muchas personas fueron testigos de la violencia ejercida.
Violencia silenciada
“La recuerdo como una muchacha trabajadora, era un poco terca y muy difícil para acatar órdenes. Tenía con sueños y siempre fue luchona, creo que esa es la palabra. Si el esposo no trabajaba ella veía como buscar los alimentos” detalló el hermano.
No solo se dedicaba al hogar, trabajaba en un molino y a veces salía a leñar o de asistente de albañilería. Se esforzaba por llevar la comida a casa.
Su hermana Genny Asunción Yam Canche intentó animarla a buscar ayuda. Sin embargo, si insistían en el tema se alejaba. “Cuando le preguntaba no lo aceptaba, una vez estaba raspado su pie y uno de sus hijos me dijo que le pegaron, pero ella dijo que se cayó. Te negaba lo que pasaba o si vivía violencia” explicó.
A pesar de que su velorio fue en la casa de su suegra, sus hijas e hijo no pudieron despedirse de su madre. “A los niños los guardaron ese día, se los llevaron a otra casa para que no vean todo”, agregó su cuñada Landy.
A la familia de Suemi les preocupa sus sobrinas y sobrino. La única solicitud que hace a las autoridades es que les den apoyo psicológico.
El juicio de lo que sería el cuarto feminicidio del año se llevará en medio de la contingencia por una crisis de salud. En tanto el feminicida permanece en prisión preventiva.
*Esta nota se escribió en el marco de la Beca Cosecha Roja y será publicada también en La Silla Rota de México.-