Hernando Flórez – Cosecha Roja.-
Juan Agustín Segovia, acusado de asesinar a su ex esposa Mónica Bauzá y de haberla enterrado viva, pidió perdón. “Que me disculpe la gente por los malos momentos de estos días. Creo en Dios y que no los desampare”, dijo sentado en el banquillo de testigos del juicio en su contra. Pero la fiscalía pidió prisión perpetua para él y una investigación contra el hijo mayor de la pareja, Jonhatan, por presunta complicidad.
El acusado había aceptado su culpabilidad en una carta escrita a su hijo desde la cárcel en la cual decía: “Yo me hago cargo de todo”. El resultado de la pericia caligráfica pedida por el fiscal Rubén Sarlo dio positivo y se confirmó que él fue el autor del documento. Esa había sido la última pista del juicio oral por el femicidio, cuya sentencia se conocerá el miércoles 16 e abril.
A Mónica la enterraron viva en el patio de una casa en Los Hornos el 18 de agosto de 2009. Las pruebas dicen que Segovia la golpeó dos veces en la cabeza, la dio por muerta y la enterró. Durante el proceso oral el fiscal dirigió una inspección ocular en la casa donde fue enterrado el cuerpo de la víctima. En el domicilio, ubicado en 68 y 153, ahora viven sus tres hijos: Jonathan (29), Yésica (17) y Nicolás (15). Sarlo mandó a medir el área, dejó constancia de las condiciones precarias del sitio y le preguntó al hijo mayor por los cambios que ha tenido la edificación.
El patio al que entraron es un lugar en ruinas que ya no se usa. El piso es una mezcolanza de tierra, pasto y escombros. Las paredes que se mantienen en pie parecen sobreponerse de un cataclismo y al techo de zinc oxidado le faltan varias chapas. “Si hace cuatro años (cuando hallaron el cuerpo de Mónica) estaba deteriorado, ahora que está abandonado debe estar a punto de caer”, comentó un miembro de la familia Bauzá que no entró al patio.
Para el padre de la víctima, Pedro Bauzá, el imputado no pudo actuar solo y dijo ante cámaras de televisión que el cómplice es su nieto Jonathan, policía de la comisaría octava de La Plata. “Creo totalmente que actuó como cómplice. Mi ex cuñado es una persona muy enferma, diabética y no pudo cavar el pozo solo”, había dicho Pedro.
Durante la inspección ocular Jonathan, parado en el umbral de la puerta principal de la casa, hizo una solicitud al fiscal: “Yo le voy a pedir que sólo entren quienes llevan la causa, los que aparecen en esta comunicación”, dijo mostrando un documento enviado por el tribunal del juicio.
A petición del fiscal el grupo entró por la puerta trasera. Estaban los jueces del Tribunal Oral de lo Criminal Nº 1 presidido por Guillermo Labombarda, el abogado de la familia Bauzá Guillermo Francella, el abogado defensor Manuel Bouchoux y un grupo de peritos de la policía. En la entrada permaneció un amigo de Jonathan que impidió el ingreso de todo persona ajena a la causa. Era un hombre joven, alto y corpulento vestido de remera azul rey que algunos familiares de la víctima identificaron como agente de la comisaría octava.
El juicio oral contra Segovia termina hoy con la declaración de seis hombres del cuerpo de bomberos. Desde que comenzó, el pasado 10 de marzo, declararon 80 testigos entre peritos, médicos forenses, psiquiatras, bomberos, amigos y familiares de la víctima. “En el juicio hay cosas que le duelen a uno como familiar. Saber que mi hermana murió con tierra en las fosas, como dijo el médico forense hoy. O escuchar el testimonio de una pibita amiga del hijo menor (Nicolás) diciendo que el pibe no salía al recreo porque el hermano mayor y el padre golpeaban a la mamá y él tenía que meterse bajo la cama para no sentir miedo”, dijo a Cosecha Roja Daniel Bauzá.
Franco, el novio de la víctima, también acusó a Segovia y al hijo mayor de planificar el crimen: “Hubo un complot para sepultarla viva”. En los últimos años la relación de Mónica y su hijo Jonathan se había complicado. “Él tenía una novia que quería llevarse a vivir a la casa, pero ella no lo dejaba porque quería darle buen ejemplo a los chicos. Un día Mónica llegó a casa con los hijos menores y lo encontró a Jonathan desnudo con la novia en la cama. Ahí se deterioró la relación”, relató Daniél Bauzá.
Durante la audiencia todas las personas que dijeron conocerla la calificaron como madre protectora. “Me ha sorprendido que todos, todos los testigos hablan bien de ella como madre”, dijo Guillermo Francella, abogado de la familia Bauzá.
Aunque ella no convivía con Segovia a veces se juntaban a comer “por los chicos”, dijo a Cosecha Roja Marcelo Bauzá, hermano de Mónica. “Ella era una madraza bárbara y él un buen padre, pero era muy celoso y no se bancó que ella tuviera novio, por eso pasó todo”. Cuando ella salía al centro de Los Hornos o pasaba un par de días en casa de Marcelo en Ensenada, él se desesperaba, tomaba el taxi que conducía en las noches y llegaba hasta su puerta.
“Si ella lo dejaba por unos días yo iba a buscarlo y le decía: ‘Mónica está en mi casa, pero no le pegués, no seas boludo’”, contó Daniel, otro de los hermanos.
Cuando Mónica desapareció Segovia dijo que había salido a Gonnet donde trabajaba como empleada doméstica y nunca había regresado. Cuatro meses después durante una inspección a su domicilio ordenada por la fiscal Ana Medina, el ex marido, que guiaba a la policía bonaerense hasta el fondo de su casa, dijo que iba a pasar a la habitación de sus hijos y volvía, pero se esfumó. Fue capturado en abril de 2010 cuando una Brigada de Investigaciones de La Plata lo encontró en la estación Constitución en situación de calle. Desde entonces está detenido.
“Durante los cuatro meses que la dimos por desaparecida hicimos marchas, pegamos panfletos y él como si nada: nos hacía seguir a la casa, nos cebaba mate, nos decía que ella iba a aparecer y en realidad la tenía ahí enterrada”, narró Daniel.
Ayer durante la audiencia en los tribunales de 8 y 56 de La Plata, Nicolás Macrinos, uno de los psiquiatras que lo entrevistó cuando reconoció el crimen contó: “Me llamó la atención su tranquilidad ante un hecho tan importante, su capacidad de hacer pausas en el relato y de responder las preguntas como él quisiera”.
En la reja de los tribunales hay seis carteles que exigen justicia, dos de ellos reclaman por el crimen de Mónica Bauzá. “Otra víctima de violencia de género. Fue enterrada viva. Cárcel para los asesinos”, se lee junto a una imagen grande de Mónica que posa sonriente, mirando de frente a la cámara.
Foto: El Día
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