Daiana Abregú tenía 26 años, un hijo de 9, Tobías, y un plan: había vendido todos sus muebles por redes sociales y este lunes se iba a mudar con su hijo a La Plata, de donde es su familia.
Pero el día anterior, el domingo a la madrugada cerca de las 7, la policía comunal de Laprida la demoró por una contravención. La versión policial dijo que Daiana causó disturbios en la calle. La policía la llevó a la Estación Comunal y la encerró en un calabozo. Siete horas después, un subinspector la encontró ahorcada con su campera.
Los efectivos comunales dicen que se suicidó. Justo un día antes de mudarse hacia una nueva vida.
Daiana formaba parte del plantel femenino de fútbol del Club Atlético Lilán, en la localidad bonaerense ubicada a 500 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires. Compartía el amor por ese club, el azulgrana, con Boca Juniors.
Si bien la Policía de la Estación comunal la encontró muerta a las 15.30 del domingo, a la familia le avisaron tres horas después, a las 18.30. En el pueblo, la noticia circuló antes que el aviso oficial.
La familia de Daiana no sólo cuestiona el accionar de la Policía, sino que no cree en la hipótesis de suicidio. María Laura Abregú, la madre, se preguntó ante los medios locales porque los policías dejaron sola a su hija si se encontraba “en ese shock nervioso”. “No la cuidaron”, dijo.
Según la versión policial, ni bien la encontró ahorcada, el subinspector llamó al sistema de emergencias médicas. El paramédico intentó reanimar a Daiana y 20 minutos después confirmó su muerte.
“El ayudante fiscal solo nos explicó que están investigando a la comisaría, dijo que había negligencia, que no la cuidaron, ni trataron como debían hacerlo, están investigando si fue una decisión de Daiana o si fue inducida a tomar la trágica decisión que todos conocemos”, dijo María Laura al medio local Laprida Noticias.
La causa está siendo investigada como “averiguación de causales de muerte”. La autopsia estableció que Daiana murió por un paro cardíaco por asfixia mecánica. No presentaba otra lesión externa.
“Todo el pueblo está dudando de lo que pasó en la comisaría. Mi hermana no se quería matar y menos de esa forma”, dijo la hermana a los medios.
La Auditoría General de Asuntos Internos del Ministerio de Seguridad bonaerense desafectó al suboficial a cargo del sector de los calabozos. “Es el primer responsable. Si hubiera estado atento, la muerte se habría evitado”, dijeron desde el organismo. Además, iniciaron una investigación sobre él y otros tres oficiales que estaban en la comisaría en el momento de la muerte.
La Comisión Provincial por la Memoria (CPM) sumó un dato: la estación comunal donde fue demorada Daiana no estaba habilitada para alojar detenidxs.
En lo que va de este año, la CPM ya lleva registradas cinco muertes bajo custodia estatal en dependencias policiales. Se suman a los 25 casos relevados durante el año pasado.
La Comisión se presentó como particular damnificada institucional. “Aunque una hipótesis en estos casos sea el suicidio, al tratarse de un contexto de encierro deben ser investigadas las responsabilidades de los funcionarios a cargo del lugar”, dijeron.
Según los datos de la CPM, el ahorcamiento es la principal causa de muerte en comisarías (36%), seguido por la deficiente atención médica (15%). Del 35% restante se desconoce la causa.
Nadie se suicida en una comisaría
Una semana antes de la muerte de Daiana, Matías Ezequiel Villarreal, de 29 años, fue encontrado ahorcado en una celda de la seccional de la localidad bonaerense de El Talar, en el partido de Tigre. En este caso también interviene la CPM y, casualmente, esta seccional tampoco está habilitada para alojar detenidxs.
Florencia Magalí Morales tenía 39 años. En 2020, en pleno confinamiento por la pandemia, la detuvieron por violar la cuarentena en Santa Rosa de Conlara, en la provincia de San Luis. Esa misma noche apareció muerta en la comisaría. La versión oficial es que se suicidó. La familia lo desmiente y asegura que a Magalí la mató la Policía.
El 3 de mayo de 2017 María de los Ángeles Paris entró a la comisaría en busca de asistencia. Salió de la dependencia, deambuló, corrió, intentó subirse a un auto. Los policías la subieron a un móvil y la llevaron de nuevo a la comisaría. De allí salió muerta.
Si bien no fue un caso de suicidio, el incendio en la Brigada Femenina de Concepción en Tucumán, en octubre del año pasado, también habla de la negligencia policial. Los policías que estaban de guardia dejaron morir calcinadas en su celda a Macarena Maylen Salinas, Yanet Yaqueline Santillán, Micaela Rocío Mendoza y María José Saravia. Todas tenían menos de 30 años y esperaban ser trasladadas a un penal. Las policías que estaban de guardia en el momento del incendio ni siquiera llamaron al destacamento de bomberos voluntarios que está a la vuelta de la Brigada. Los llamaron lxs vecinxs que vieron salir humo de la seccional. Lo contó la madre de una de las víctimas en esta nota.