Pamela Nieto tenía 24 años y era docente en la ciudad de La Falda, Córdoba. De niña perdió su función renal por una enfermedad auto inmune y hace tres años su papá le donó un riñón. El 4 de abril fue a la guardia del hospital municipal con vómitos y 38 grados de fiebre. La doctora le indicó que siguiera con reliverán y paracetamol. Diagnosticó que seguro se sentía mal de la panza porque tomaba muchos medicamentos:
-Pero le dijo que no vuelva si no tenía coronavirus. Y le anotó los síntomas en un papel -dijo a Cosecha Roja su mamá, Silvina.
Pamela empeoró y al otro día volvieron al hospital local cerca de la medianoche. Estaba con la presión baja. Por sus antecedentes de salud, la familia insistió para que le hicieran estudios. Le dijeron que estaba estable, le dieron suero, le indicaron que ponga las piernas en alto. Esa noche volvió a su casa en silla de ruedas.
Al día siguiente fue otra vez: estaba con diarrea y la tenían que llevar al baño a upa porque no podía caminar. “Les expliqué que tenía 7.3 de presión, que es transplantada y necesitaba hacerse un laboratorio”, dijo la madre.
-¿Para qué un laboratorio?, ella se va a poner bien porque ya le hice poner una intramuscular -le dijo la médica-. Andá a tu casa, que levante los pies y se le va a ir el tema de la presión. Tiene una gastroenteritis.
El miércoles 8 Pamela amaneció ida: no podía escuchar, hablar ni oír. Volvieron a la guardia y entonces le indicaron análisis.
Los resultados fueron muy negativos y la derivaron a un hospital de mayor complejidad. La trasladaron el jueves 9 a la madrugada al Tránsito Cáceres de Allende. La operaron de urgencia el viernes 10, tras un estudio que mostró que tenía mucho líquido en su abdomen.
Estuvo diez días en terapia intensiva.
-El médico que la atendió antes del traslado -dijo la madre- nos pidió disculpas por la mala atención de los días anteriores. Sentí un abandono de persona de tanto insistir que le hicieran un laboratorio. Les había dicho que si no lo querían hacer yo lo hacía en otro lugar. Pero que no la abandonaran.
Pamela pidió que la durmieran porque no quería sufrir. Le dijeron que no, era mejor que estuviera despierta para indicar los dolores.
Desde la operación empeoró. Murió el lunes 20.
-Fueron diez días de una agonía terrible. Del hospital Cáceres nos dijeron que el estado en que llegó era desesperante. Nosotros que somos de un pueblo chico necesitamos tener la seguridad de ir a un lugar y saber que te van a atender como se debe.
La familia de Pamela hizo una denuncia por el abandono: si la hubieran atendido antes quizás el cuadro no se hubiera agravado.
Hace pocos días hubo un caso similar. Liliana Giménez tenía 44 años, vivía en Córdoba capital y era maestra en una cárcel de mujeres. Llamó a su obra social y por los síntomas que tenía -sólo fiebre- le dijeron que no calificaba para coronavirus ni dengue y que tomara paracetamol. Tardaron una semana en mandarle un médico a domicilio. El 7 de abril murió de neumonía.