Asoman las madres en lucha

No hay como una madre para resistir el trabajo duro y ganarle al reloj. Madres en Lucha cobró impulso en 2006, cuando Angel «Lito» Borello, dirigente del Comedor Los Pibes, fue nombrado Coordinador de Políticas Sociales Urbanas del gobierno porteño, que tomó a la lucha contra el paco como una de las improntas en su gestión; gestión que duró un año hasta que renunció cuando Jorge Telerman concertó el pacto electoral con Elisa Carrió. Las Madres en Lucha comenzaron a acercarse al sector público para exigir la intervención mediante ayuda directa; organizaron charlas y talleres para concienciar sobre el paco, recorrieron los barrios y convocaron a otras mujeres y hombres a sumarse. Lograron, junto con otros grupos, que asomara el tema en la agenda política, aunque no con tanta fuerza como quisieran.

M. L.: ¿Qué les dicen a las madres que se acercan preocupadas por el consumo de paco?

Marta Siles: Hay mucho miedo y cuando decimos que vamos a trabajar con el paco la gente se asusta, dice ‘con eso no nos metemos’. Tenemos que pedir que enfrenten las cosas, decirles que no tengan miedo, que las vamos a ayudar y a amparar.

Muchas mamás llegan desesperadas. Se largan a llorar cuando te cuentan. Desde que se empezó a construir el movimiento, entendimos que tenemos que tratar de que las lágrimas de todas se conviertan en lucha. Les decimos: ‘ese llanto hay que transformarlo’ (Sandra Espinoza).

M. L.: ¿Ustedes perciben que el tema es importante para el Estado?

Marta Siles: El Estado no se hace cargo. La policía tampoco. Para ellos pareciera que es hasta mejor si los chicos andan drogados. Me parece que se tienen que poner las pilas y hacer algo concreto. Que digan que esto es una enfermedad. A los chicos los tienen que ayudar. Pero no a través del maltrato. Son chicos de familias muy humildes. Necesitan que el Estado los proteja.

M. L.: ¿Trabajan con el sistema de salud?

Sandra Espinoza: Tuvimos un encuentro con el Ministerio de Salud. Contamos que los chicos llegan al hospital con broncoespamos o neumonía (producto del deterioro que produce el paco) y los mandan de regreso con una pastillita a la casa, sin tratarlos como adictos. Pedimos dos o tres turnos en un hospital al que podamos ir, donde haya 2 ó 3 camas para desintoxicarse. Pero no se avanzó. Fuimos a un hospital que iba a estar disponible, y atendieron al chico como si tuviera fiebre. En ningún momento las estadísticas de salud registraban que el tema es el paco. Recién el año pasado se logró que el Estado lo tome como un tema y lo instale en la agenda política, que empiece a hablar del paco.

120 jóvenes e inclusión educativa

«Consideramos que 80% de los jóvenes de nuestro barrio, especialmente los que van al secundario, están vinculados al paco. Y por lo que vemos está afectando a chicos cada vez menores, hay casos de chicos que empiezan a a los 8 años», dice Marta Gómez.

¿Cómo miden las cifras? «En el barrio hay un pibe que estuvo privado de la libertad. Cuando entró a prisión, tenía un grupo de 27 amigos. Cuando salió, se encontró con que 20 habían muerto: por el paco o por fenómenos vinculados, como enfrentamientos con la policía mientras robaban para consumir. De los siete que quedan vivos, cinco están encarcelados. Y quedan dos que junto con él se embarcaron en activismo a favor de la educación junto con las Madres: organizan talleres de capacitación laboral, charlas, grupos de contención con psicólogos voluntarios del Hospital Tobar García. Son optimistas: 120 pibes participan de sus actividades de inclusión educativa. «Están saliendo de este problema, eso nos da fuerza y esperanza», coinciden.

M. L.: En Uruguay las Madres de la Plaza denuncian a los que venden ¿Ustedes siguen esa metodología?

Sandra Espinoza: En Uruguay es diferente, el Gobierno se tomó el tema en serio. Las ampara, las ayuda, y hay una Ley. Acá no. Si vamos y denunciamos, después los transas nos revientan la casa.

Marta Siles: Ya tuvimos una experiencia: hace unos meses nos sentamos con el Ministerio de Derechos Humanos y Sociales de la Ciudad, y se nos prometió que si llevábamos las denuncias, el gobierno las haría. Una mamá de la Villa 31 denunció, la data se filtró y se tuvo que ir de la villa.

Las Madres tienen claro que todo depende del nivel de compromiso del Estado. Que no sirve que cierre sólo la boca de expendio del que vive de vender el paco; hay que apuntar a una red de narcotráfico que está marcando como nunca antes a la ciudad de Buenos Aires.

En Uruguay la primera vez fue un sábado de julio, en una plaza de Montevideo: la Plaza del Entrevero. Desde entonces las Madres de la Plaza se reúnen para tratar de dar una respuesta distinta a la preocupante problemática de los «lateros» o adictos a la pasta base.

«Las madres seguimos apostando a la plaza. Esa plaza es muy emblemática, ya que el tema que nos convoca tiende una macabra telaraña que su nombre, Entrevero, pone al descubierto. Fue allí donde el actual presidente, Tabaré Vazquez, el día que asumió el poder dijo desde el balcón, frente a esa plaza: ‘daremos lucha frontal a la pasta base’, cuentan ellas que estuvieron unos días en Buenos Aires y se encontraron con las Madres en Lucha. Las de Uruguay lograron transmitir a su Gobierno esa urgencia por cerrar las bocas de expendio y castigar a los culpables, y que se ofrezcan alternativas para los adictos a la pasta.

M. L.: ¿Qué agrega su condición de «madres» a la lucha?

Marta Siles: Nuestro amor. Para todo esto hay que tener mucho coraje y ganas de trabajar para tener una sociedad mejor y chicos sanos.

M. L.: ¿Adónde quieren llegar?

Marta Gómez: Queremos que desde arriba se entienda que el paco es un problema de todos. Cuando nació el movimiento, al calor de todos los debates, nos hablaban de las estrategias de reducción de daños. Para nosotras la única eliminación de daños posible es eliminar la miseria. No hay manera de terminar con el paco si no es terminando con la miseria. Si no se cambian las cuestiones que hacen a la falta de futuro de un país, es difícil que estos problemas se terminen.
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* Esta crónica ganó el premio Best Feature Story, Writing for Social Impact (Crónica con Impacto Social) que entrega INSP, International Network of Street Papers, a través de un jurado integrado por Agencia Reuters, Inter Press Servicey Al Jazeera, entre otros. Escocia, junio 2008.

 

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