Cosecha Roja.-
¿En qué frecuencia entra un grupo de hombres para ser capaces de violar y matar a una mujer? ¿Ninguno se atreve a decir no, a frenarlos? ¿Se siente menos macho el que no accede a convertirse en violador? ¿Qué solidaridad de género sella el pacto de silencio? Si sos mi propiedad, si puedo usarte cuando quiero, ¿también puedo tirar tu cadáver como si fuera un desecho? ¿Por qué la policía y la justicia tardan más de quince días en buscar a una chica de 17 años desaparecida y cuando se deciden a hacerlo, encaran una investigación para las cámaras? Para ellos, como para los medios, ¿hay víctimas que merecen su final?
Melina Romero apareció en dos bolsas de consorcio en un descampado de José León Suárez. La buscaban desde hacía un mes. Al cuerpo lo sacaron entre más de 35 personas: algunos lo sostenían y otros tapaban. No es la primera adolescente que descartan así. Ángeles Rawson apareció en el CEAMSE y Candela Sol Rodríguez en una bolsa negra en otro descampado. El año pasado otras 19 chicas de entre 13 y 18 años fueron asesinadas por varones.
“Son mentalidades machistas, es un ejemplo de violencia extrema llevada adelante por un grupo de hombres que se apropia del cuerpo de una mujer y lo destruye”, dijo a Cosecha Roja Enrique Stola, médico psiquiatra. ¿Qué podían tener en común estos hombres? “Los une la ideología machista que empieza cuando una mujer pasa por la calle y un grupo de hombres le dice piropos y la invade con la palabra. Acá la invadieron con el cuerpo”, agregó.
Melina salió el sábado 23 de agosto a festejar su cumpleaños en Chankanab, un boliche de la zona de San Martín. Una testigo dijo que la vio por última vez el lunes a la mañana, cuando quiso irse de la casa en la que estaba con los jóvenes ahora detenidos.
Ana María -la mamá- quiso hacer la denuncia el 25 de agosto en la comisaría de San Martín, porque era la jurisdicción del boliche. No se la tomaron porque no tenía testigos y fue a la de El Palomar. Después de 18 días sin novedades, el 11 de septiembre organizó una marcha en la Plaza de Martín Coronado, donde Melina se juntaba con los amigos-. Ahí el caso se volvió mediático: al día siguiente empezó el rastrillaje.
“Normalmente, en los homicidios se encuentra primero el cadáver y después a los culpables. Aquí es al revés”, dijo a Cosecha Roja el forense Raúl Torre. Los investigadores buscaban el cuerpo porque Joel Fernández, el Chavito, había confesado el crimen. Lo detuvieron después de verlo en los videos de las cámaras de seguridad del boliche la misma noche que desapareció Melina. Según declaró, el “Narigón” Fernández -el quinto detenido- la mató a golpes. Después tiraron el cuerpo al arroyo Morón.
El abogado del Chavito, Sergio Doutres denunció que los policías torturaron y amenazaron a su defendido para que confesara. No sería de extrañar que en los próximos días haya novedades al respecto El mecanismo -encontrar a un culpable rápido para calmar a la opinión pública- es un clásico bonaerense: el caso Candela intentó resolverse así. Y todavía, a tres años, no está claro quién mató a la nena.
Durante la búsqueda, un jefe policial decía a los medios que los rastrillajes empezaban a las 7 de la mañana y terminaban cuando se iba la luz, pero en Avenida Perón y Camino del Buen Ayre se veía un gazebo de la Cruz Roja, cinco oficiales, algunas computadoras y mapas sobre una mesa. En Avenida Márquez y Calle 201 un policía decía “encontramos basura, perros muertos, ningún rastro”. Marcelo Biondi, el mediático abogado de la familia, aportada datos: una denuncia anónima que obligaba a montar la misma escena en tal o cual arroyo, siempre con resultados negativos. “Es una estrategia para mantener el tema en la agenda”, decían algunas fuentes por lo bajo. La última búsqueda sin resultado se hizo el Arroyo José Ingenieros, que tiene menos de un metro de profundidad y queda cerca del Morón. Empezaron a las 7.30 de la mañana. A las 16 no quedaba nadie.
Lo único que encontraron fue una cadenita. No era de ella. El cuerpo de Melina no apareció por el trabajo de los 300 efectivos que -se decía- la buscaban. Como contó Infojus Noticias, la encontraron un grupo de cartoneras que se estaba organizando para solidarizarse con la familia y que se animaron a hablar en una reunión del Movimiento Evita. Desde allí se comunicaron directo con la justicia. Los funcionarios judiciales llegaron al lugar antes que la policía. Por eso, dicen, la noticia no se filtró enseguida y la escena pudo preservarse.
“Tirar el cuerpo a un basural no es un mecanismo para nada extraordinario: es una forma de desprenderse de él. Cuando los criminales han cometido un homicidio, lo que más sienten es un deseo arrollador de tener distancia con el cadáver. Cuando el cuerpo queda en el lugar del ataque es porque no compromete al criminal, cuando es transportado es porque la escena del crimen inculpa al asesino”, dijo Torre.
“Hay una repetición de esta forma de desprenderse del cuerpo porque tienen la esperanza de que se encuentre mucho tiempo después o, quizás, nunca”, explicó Hugo Marietán, médico psiquiatra especialista en psicopatías. Uno de los datos que se obtendrán del resultado de la autopsia, dijo a Cosecha Roja, es el nivel de ensañamiento que hubo en el asesinato. Y con eso se podrá empezar a construir el perfil de los asesinos.
De las 19 mujeres asesinadas en 2013, cuatro de ellas vivían en el conurbano y en tres de los casos habían sufrido ataques sexuales. “La hipótesis más razonable es el delito contra la integridad sexual. ¿Qué otra cosa puede querer un criminal de una chica de 17 años?”
Foto: Mario Sayes / Infojus Noticias
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