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Cosecha Roja.-

Juan Carlos Romero y Hebe se separaron hace dos meses y ella lo denunció por violencia doméstica. El martes Juan Carlos la llamó y le dijo “no vas a volver a ver a tus hijos”. De fondo se escuchaba el motor del auto y ella temió que se estuviera fugando con los mellizos de 7 años. Pero lo que se venía era peor: el ex marido manejó por la banquina de la ex ruta 14 (Entre Ríos), se metió en el carril a contramano y chocó contra un camión. Agustín murió y Mateo quedó internado con pronóstico reservado. Hoy Romero falleció en el hospital Masvernat de Concordia.

El fiscal a cargo de la causa había dicho que fue “un padre que tuvo intención de quitarle la vida a sus hijos”. En muchos casos de violencia contra las mujeres, los chicos son una herramienta para controlarlas: el castigo es sacarle lo que más quiere.

Cuando cortaron el teléfono, Hebe Rulli -la mamá de los mellizos- se tomó un remise hasta la central de policía y rogó que lo llamaran por teléfono, que lo detuvieran, que lo entretuvieran porque sentía que “estaba decidido a hacer algo”. Pero los oficiales le dijeron que primero tenía que asentar la denuncia. No era la primera vez que lo hacía.

Hebe y Juan Carlos habían estado casados 22 años y tenían cuatro hijos: un varón de 21 años, una adolescente de 14 y Agustín y Mateo, los mellizos de 7. Él nunca aceptó la separación. Fue ella la que se se tuvo que ir de la casa: él le pegó, rompió la vidriera del comercio en el que ella trabaja y quiso incendiarlo. Lo denunció, logró una orden de restricción y que le restituyeran la casa, pero no fue suficiente.

Hugo Tomaselli -el juez de familia a cargo de la causa por la violencia- dijo a la prensa que Romero no podía acercarse a Hebe desde el 9 de marzo. Pero que no tenía prohibido ver a sus hijos porque en los informes médicos interdisciplinarios “no se encontraron elementos que pudieran indicar una posible agresión”. “Se adoptaron medidas restrictivas: se lo excluyó de la casa, se ordenó el no acercamiento y la prohibición de realizar actos molestos”, dijo Tomaselli. También contó que lo mandó a hacer terapia. “Él es violento y me amenazaba. Nunca estuvimos bien y mis hijos más grandes no le hablaban ni le contestaban el teléfono”, dijo Hebe. A los que todavía veía, era a los mellizos.

Darío Mautone, el fiscal de Concordia que investiga la muerte, dijo que Juan Carlos Romero fue “plenamente consciente” de lo que hacía. “Chocó, a pesar de que el conductor del camión intentó esquivarlo”, dijo a la prensa. El hombre quedó acusado de homicidio por Agustín y de tentativa de homicidio por Mateo. El niño que sobrevivió sigue en el hospital Delicia Masvernat con un fuerte golpe en la cabeza, fracturas, traumatismo de cráneo y lesiones en los pulmones y el hígado. El padre tenía una fractura de cadera y contusión cerebral.

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La violencia de género afecta a toda la familia: el año pasado 330 hijos e hijas quedaron sin mamá, más de la mitad eran menores de edad. Diecisiete niñas fueron asesinadas por varones. De los 277 de casos de femicidio que se registraron, en 166 los agresores eran parejas, ex o los mismos padres. Cuando la violencia viene del entorno, los chicos son una herramienta más para controlar a la mujer: el castigo es sacarle lo que más quiere.

Sebastián Gutiérrez ofreció a su hijo por 26 mil dólares en un grupo de compra y venta de Facebook para amenazar a su ex. Lucas Dogliotti volvió a golpear a Mayra, la mamá de Mía: la agarró mientras la bebé lloraba, la hizo desnudar, la tiró al piso, la golpeó con un palo y la pateó. Le reprochaba que no callaba el llanto de su hija. Gonzalo Larrizalde fue a llevarle la cuota alimentaria a Paula Acosta, tocó el timbre y nunca más la vieron viva. Las encontraron en una alcantarilla: Paula estaba muerta y Martina viva pero deshidratada y con un cuadro de hipotermia. Cristian Méndez estaba detenido en un psiquiátrico por ser el único sospechoso de haber incendiado la casa de su ex mujer en Merlo el 8 de mayo: murieron ella, la pareja y sus hijos Briana, Ian, Yael, Shakira, Alejo, Mayla, Gastón y María Karina. Alejandro Báez convivía con Laura Vázquez hacía dos años y el 4 de abril a la noche la llevó hasta la Ruta 40 y se tiró con camioneta al lago Lácar.