Cosecha Roja.-
La noche que desapareció Sergio Daniel Ávalos las cámaras de seguridad del boliche “Las Palmas”, en la ciudad de Neuquén, no funcionaron. El joven llegó a las tres de la mañana junto con sus amigos, iban de fiesta. No quedó registro del ingreso y nadie pudo detallar qué pasó o quién se lo llevó ese 14 de junio de 2003. “Es como si se lo hubiera tragado la tierra”, dijo a Cosecha Roja su hermana Mercedes, que esta tarde será recibida por la Comisión de Derechos Humanos del Congreso Nacional.
La familia de Sergio exige justicia. “Son 11 años y 4 meses que no sabemos nada. No hay ni un inculpado ni alguien condenado o juzgado responsable de la desaparición de mi hermano”, dijo Mercedes.
Sergio cumplió 18 años dos meses antes de desaparecer. Le gustaba jugar al fútbol y al truco con los amigos. También solía ir a pescar. Era el penúltimo de cinco hijos y había nacido en Picún Leufú, dos horas al sur de la capital provincial. Según la hermana, Sergio era reservado y muy tímido. En abril de 2003 recibió una beca para vivir en la residencia de la Universidad Nacional de Comahue en Neuquén: estudiaba para contador desde febrero.
Fin de semana por medio regresaba a casa a visitar a la familia. Había prometido estar para festejar el día del padre el domingo 15 de junio. Pero Sergio no llegó. Recién el martes los padres supieron que había ido a bailar y estaba desaparecido.
La noche de su desaparición había ido a bailar con otros tres jóvenes, dos de ellos eran amigos de la infancia. Dentro del boliche se separaron y no volvieron a ver a Sergio, creyeron que se había vuelto a casa.
El boliche La Palmas era custodiado por personal del Ejército y de la policía provincial. Un testigo declaró haber visto que los policías golpeaban salvajemente en el baño de a una persona de características similares a Sergio. Y los trabajadores del bar aseguraron que esa noche fue una jornada como cualquier otra.
“Sus declaraciones se contradicen”, dijo a Cosecha Roja el abogado de la familia Luis Virgilio Sánchez. Además explicó que la causa está repleta de omisiones y se arrancaron del expediente algunas partes de la investigación en las que se vinculaba a policías provinciales.
La causa se inició como “averiguación de paradero” hace once años. La investigación que se hizo entonces fue escasa, no aportó ninguna clave y hasta se puso en duda que Sergio haya querido huir por su propia cuenta, contó Sánchez. “A sergio lo desaparecieron. ¿Quién? Eso todavía no lo sé”, dijo Mercedes.
Después de 10 años un juez penal Marcelo Muñoz cambió la carátula a “Desaparición forzada”. La causa ahora está trabada en la Corte Suprema de la Nación porque el Tribunal Federal de Neuquén desechó el juicio alegando que no era de su competencia. La resolución fue ratificada por Cámara Federal de Apelaciones de General Roca. Y se espera la definición del máximo tribunal.
“En el Congreso vamos a pedir que hagan un pronunciamiento serio sobre la desaparición de mi hermano a fin de que la Corte resuelva a favor o en contra y que pueda seguir la investigación”, dijo Mercedes.
La madre de Sergio murió en 2011 sin saber qué pasó con su hijo. La búsqueda quedó en manos de las hermanas y el padre, Asunción Ávalos, un jubilado del correo postal argentino. Entre las cosas que el joven dejó en su habitación, los familiares encontraron fragmentos de letras de canciones y caricaturas que él mismo había hecho. Eran dibujos alusivos al fútbol: jugadores y el escudo de Boca, el club del que era hincha.
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