Brote psicótico

Miriam Maidana* – Cosecha Roja.-

“Cuando nací mi mamá esperaba de mí/ que fuera un genio, qué menos podía pedir!/ grande fue su desengaño cuando al cabo de un año/ todavía me hacía pis” (Las tijeras de mamá/Jorge Schussheim)

La noticia merece pocos renglones, en general son réplicas de gacetillas. En el titular de Clarín decía “Asesinó a su mamá de 23 puñaladas”. En el de Crónica, “Pibe poseído mató a su madre de 23 puñaladas”. Si bien ambos medios destacan que el pibe (Lionel, de 22 años) es “adicto a las drogas”, difieren en cuanto a su lectura de los hechos: en un caso la asesinó por efecto de las drogas, en el otro estaba “poseído”.

El joven, desnudo y ensangrentado, salió a la calle donde fue “detenido” a palazos por los vecinos hasta que llegó la policía y lo llevó al Hospital Paroissien. Interesante cambio en los roles institucionales: los vecinos “detienen a palazos” y los policías son “agentes de salud”.

De Lionel poco sabremos: que estuvo internado tres veces en “granjas de rehabilitación”, que “le hacía creer a su madre que era Jesucristo”, que se cortaba el pelo con cuchillos, que ella lo ataba y le hacía “imposición de manos” (por lo que pude leer es el “espíritu santo” quién “ordena” la utilización de esta técnica, y aconsejan “no abusar de ella y usarla con responsabilidad”). Pero el pibe luego volvía a la esquina y la “sanación casera” corría la misma suerte que las granjas de rehabilitación: perdía la eficacia, se encontraba con “las malas amistades”. Como último dato, Lionel “hablaba lenguajes extraños, como si fuera filósofo” según su padre.

Un pibe más de los miles del conurbano que, seguramente, habrá pasado por ciertos dispositivos (“granjas de rehabilitación”) cuyos tratamientos suelen consistir en comer membrillo (baja la ansiedad), trabajar en una panadería y vender bizcochitos, medialunas y pepas en los medios de transporte, cavar pozos, estar mucho tiempo ocupados así no piensan en la droga y otras técnicas terapéuticas bastante particulares y sostenidas en la reeducación y la buena voluntad. La droga es mala, drogarse hace mal.

Los “expertos” sí coincidieron en que al momento de asesinar a su madre –quién intentó impedir que su hijo se “cortara” (son cortes superficiales que suelen hacerse adolescentes y jóvenes en los brazos para “bajar” de ciertos estados de excitación) – el joven estaba drogado. ¿El comité evaluador? Los vecinos y algunos familiares quienes, como estamos cansados de escuchar, ante cualquier micrófono afirman que los adictos son delincuentes y asesinos. Son como Eduardo Feinmann pero sin corbata y plata: denuncian permanentemente. Como no los escuchan, apalean a un pibe desnudo ensangrentado que se cree Jesucristo. ¡Menos mal que llegó la policía!

Pero lo que más llamó mi atención del caso fueron los comentarios de lectores. En Crónica, para mí sorpresa, fueron algo más delicados: un señor se pregunta por qué no consultaron “al darse cuenta que el joven estaba poseído”. Y dulcemente indica que como la iglesia católica no realiza exorcismos deberían haber buscado un pastor “serio, porque conoce un caso de una niña de 4 años muerta a golpes al exorcisarla”. Otro asocia drogas y locura: al estar desnudo seguro quiso abusar de la hermana, su madre lo descubrió y por eso la mató. Un tercero propone que “mejor que lo juzgue Dios”.

En Clarín los comentarios tenían otro tenor: quejas por no haberlo “abortado a tiempo”, propuestas de dejarlo morir de inanición (para no “gastar” balas en gente como él) o clavarle un tiro en la frente, lamentos porque “consume el oxígeno del planeta”. “A los faloperos habría que exterminarlos a todos sin importar su edad ni condición social, ¿de qué le sirve a la sociedad mantener a estas escorias?” se preguntaba un sensible. Hasta que alguien (una mujer, Debbie Lane) introduce la cuestión de que tal vez Lionel tuviera problemas psiquiátricos. Los foristas se convirtieron en médicos de la OMS: “Justamente los brotes psicóticos es producto de la droga BOLUDO”, “Debbie Lane, estaría bueno que te informes un poco antes de seguir opinando pavadas. CLARO que la droga produce brotes psicóticos a gente totalmente normal”. Otro directamente calificó a la madre de Lionel como “vieja boluda, en vez de defenderse yo que ella en la primera adicción lo echaba de la casa y dejaba que se mate solo, vieja boluda debiste dejar que se siga cortando así se mataba!!!”. Y más: “Este drogadicto ya no tiene cura, espero que ningún juez le otorgue libertad porque después puede ocurrir otro asesinato como lo que hizo a su propia madre”.

Luego la cosa derivó en el Gobierno, Zaffaroni, los planes sociales y la última perla que me voy a permitir compartir: un intercambio entre Joseph Parliament y Diego Alejandro.

-JP: “habría que amputarle sus miembros inferiores y superiores con un acha para que sufra de por vida, por basura inmunda”.

-DA: “YO LAS CORTARÍA CON TRAMONTINA, ASÍ DUELE MAS”.

Infiero, dada la claridad de Feinmann, vecinos y foristas expertos, que los comentaristas del foro de Clarín están todos drogados: son violentos y asesinos potenciales…

Si yo soy así no es por culpa de la droga / si yo soy así no es por culpa del alcohol (Flema).

Las deshilachadas palabras que intentan dar cuenta de la vida de Lionel instalan una problemática que en Argentina recrudece año a año: la llamada “patología dual”. Consultantes que circulan de servicio en servicio tratando de ser escuchados. Una cosa es el “montaje tóxico”, otra diferente la toxicomanía. Pero en varios servicios de Salud Mental al presentarse casos de consumo de sustancias psicoactivas aconsejan tratamientos relacionados con dejar el consumo, a pesar de que la patología de base sea una psicosis.

No es mi intención cargar contra cierta concepción de tratamientos, por ejemplo los de las llamadas “granjas de rehabilitación”. Sin dudas a algunas personas les funciona ese colectivo basado en la distracción, el esfuerzo físico y el autoconvencimiento. Pero de lo que no tengo dudas es que muchas personas necesitan tratamientos más específicos. Porque cuando las drogas se montan en una estructura psicótica muchas veces “estabilizan” el cuadro por un tiempo (por eso fue tan grande el fracaso de la política abstencionista de los 90´s: en una estructura psicótica compensada por el consumo de marihuana –por ejemplo- el corte abrupto y total de la ingesta puede provocar brotes psicóticos, delirios, paranoia, etc).

Si hay una psicosis de base -Lionel se creía Jesucristo, cortaba su cabello con cuchillas, hablaba “como filósofo” (es lo que se conoce como “hablar en lenguas”, fenómeno asociado a la esquizofrenia desde la psiquiatría y al espíritu santo desde la religión) – no es atribuible al consumo de drogas y ciertamente no funcionan los tratamientos basados en la buena voluntad.

El problema con el consumo de sustancias psicoactivas es el grado de “experto” que adquiere cualquier ciudadano: todos dicen tener la solución.

Y desde hace unos años lo que más se escucha es matarlos.

Pero no creo que Lionel sepa que mató a la madre.

Seguramente en el delirio, en el momento del brote delirante –salió a la calle desnudo y ensangrentado- no reconoció la figura y le dio las 23 puñaladas.

Cuando su cuadro sea compensado (no será a golpes ni palazos, por cierto) habrá que reconstruir las hilachas de su vida y darle un poco de descanso al sometimiento mental de la psicosis: voces humillantes, alucinaciones, imposibilidad de dormir, autoagresión, paranoia.

Lo que sería saludable es que no se le permita leer los comentarios de los foristas de Clarín.

Tal carga de violencia desestabiliza cualquier estructura psíquica….

*Psicoanalista