Cosecha Roja.-
La plaza del Congreso desbordó. Era difícil atravesar las más de 200 mil personas que marcharon esta tarde para decir #NiUnaMenos. Entre el mar de mujeres y algunos varones estaban los papás y las mamás de Ángeles Rawson, Lola Chomnalez, Carolina Aló, Candela Rodríguez y otros familiares de las 1800 asesinadas en los últimos cinco años. No todos los casos llegaron a la tapa de los diarios: la gran mayoría de los femicidios son anónimos y hoy fueron los protagonistas de las 80 marchas en todo el país, Uruguay y Chile.
El aroma a choripán y bondiola de los puestitos penetraron las calles. Las organizaciones sociales, los sindicatos, los centros de estudiantes, los movimientos de mujeres y quienes se acercaron a la plaza por su cuenta llenaron la plaza. Los manteros promocionaron remeras con la consigna y el dibujo de Liniers. También vendían lazos violetas, símbolo de la lucha contra la violencia de género. “Se va a acabar esa costumbre de pegar”, cantaron un grupo de sindicalistas en la esquina de Rivadavia y Entre Ríos. Una pareja de adolescentes marchó con la cara maquillada de moretones y un grupo de jóvenes llevó un cartel con una silueta femenina hecha de un collage de avisos de prostíbulos.
Cerca de las seis de la tarde, los actores Érica Rivas y Juan Minujín y la dibujante Maitena leyeron el documento que redactó la comisión organizadora:
“El femicidio es la forma más extrema de la violencia de género y atraviesa todas las clases sociales, credos e ideologías. Pero la palabra ‘femicidio’ es, además, una categoría política, es la palabra que denuncia el modo en que la sociedad vuelve natural algo que no lo es: la violencia machista. Y la violencia machista es un tema de Derechos Humanos”
En los últimos años, la perspectiva de género fue ganando espacio en la agenda pública. En septiembre de 2014 el diario Clarín publicó un artículo sobre Melina Romero en el que la describía como una “fanática de los boliches que abandonó la secundaria”. Culpar a la víctima tuvo su costo: el repudio fue contundente. Lo que durante años había resultado “natural” se empezaba a cuestionar.
El 14 de marzo, cuando apareció Daiana García muerta en una bolsa de arpillera, la noticia rebalsó los medios y las redes. Algo había cambiado y la reacción, ante la mención de su shortcito fue más rápida. Hubo campañas periodísticas -“Hartxs de contar femicidios”- y una movilización al Obelisco. En ese momento nació “Ni una menos”: en la plaza de Las Heras y Austria, familiares de víctimas de violencia de género, escritores y periodistas hicieron una maratón de lectura contra el femicidio. Cuando la policía encontró el cadáver de Chiara en posición fetal y enterrado en el patio de la casa de su novio de 16, la consigna renació y se organizó la movilización de hoy. La convocatoria superó todas las expectativas.
Al final de la tarde, Los Descamisados, el Movimiento Evita, La Cámpora, Nuevo Encuentro, la Corriente de la Militancia, entre otras organizaciones marcharon hasta el palacio de Tribunales. “La Justicia es uno de los poderes que menos se ha repensado desde el regreso a la democracia. Estamos cansadas de leer fallos aberrantes, patriarcales, escandalosos de algunos jueces y juezas machistas”, dijo la diputada Juliana Di Tullio a Cosecha Roja.
Las víctimas de violencia dijeron #NiUnaMenos
“Kari no quiere venir”, le dijo Fernanda Chacón a uno de sus compañeros. Tapó el auricular del celular con la mano y contó que Karina, una de las amigas del grupo de apoyo a víctimas de violencia, lloraba en la casa. El “forro del ex” de nuevo. “Negra, venite, estemos juntas, ya le hablé a la coordinadora de mi organización, ella te puede ayudar. Tomate un taxi y yo te lo pago. Avisame dónde te deja y te paso a buscar”.
Fernanda se mueve para todos lados, ella banca su propia lucha contra las amenazas de su ex marido, preso hace un año en el penal de Devoto. También se pone al hombro los maltratos de muchas otras mujeres desde la organización Cambia una lágrima por una sonrisa. Ella es una de las siete administradoras del grupo, que tiene más de 3.400 miembros.
Laura estaba con su hijo y un cartel que pintó para la marcha. Llegó a la plaza para decirle basta a su agresor. “Yo soy víctima de violencia hace cuatro años”, dijo a Cosecha Roja. La historia de los maltratos empezó a los cuatros meses de embarazo. Primero fueron los insultos y después de parir, los golpes. “Me decía que me iba a matar, que se iba a llevar el nene y que nadie lo iba a encontrar”, contó.
Por el régimen de visitas que arreglaron, hace tres semanas su agresor se llevó al niño a la casa. Cuando volvió ese fin de semana, el nene le contó entre lágrimas que el papá “le había pegado con el cinto”. Esa fue la última vez. El ex vive a siete de cuadras de la casa. Laura no tiene botón antipánico, ni custodio, no puede salir tranquila ni tener novio porque la vigila todo el tiempo. “Hoy tuve una mediación a las 9 pero él ni se presentó. Estoy cansada del tiempo que me hacen perder, la Justicia no hace nada y ellos después van panchos por su casa”, dijo.
“Si una mujer está sufriendo de violencia de género hay que ayudarla y dejar de pensar que son temas de pareja”, dijo a Cosecha Roja Paola. Tiene 42 años y estudia Psicología. Tuvo una relación violenta pero reniega de los acosos callejeros. “Tenemos que empezar a trabajar entre todos en el rol de la mujer en la sociedad”, dijo. Bárbara tiene los ojos delineados y los labios rosas, es maquilladora y llegó a la marcha junto con sus compañeras. Se arreglaron y se sacaron una foto con el cartel de #NiUnaMenos. “Queríamos demostrar que no nos pintamos para los hombres”, dijo a Cosecha Roja.
Foto de portada: Télam
Fotos: Facundo Nívolo / Infojus Noticias
[Nota publicada el 03/6/2015]
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