Hace dos semanas mataron a Gabriel Borges, de 16 años. Por el crimen acusaron a un chico de 14 años. La noticia se difundió en los medios como parte de la campaña para bajar la edad de imputabilidad de los niños. Los trabajadores sociales que trabajaron con Gabriel escribieron este texto que difundimos integro y que explica por qué no se debe usar el hombre de Gabi para imponer más cárcel para los niños y niñas. Lo firman trabajadores del C.A.I.N.A., Centro de Día y noche “La Boquita” y los profesores del programa educativo “Puentes Sociales”.
Hace exactamente dos semanas, recibíamos como un baldazo de agua fría la noticia de la muerte de Gabriel Borges (16 años) producto de un disparo, luego de horas de agonía en una cama de hospital en Pilar. Hace exactamente dos semanas que estamos de duelo. Aún no terminamos de digerir lo sucedido. Fue, no obstante, la bronca e impotencia que nos provocó ser testigos de la tergiversación y oportunismo por parte de ciertos medios hegemónicos en relación a lo sucedido, la que nos motivó a escribir estas palabras. Como trabajadores y trabajadoras de la niñez, consideramos un deber hacer oír nuestra voz. No vamos a permitir que usen el nombre de Gabriel para alentar y justificar el proyecto de baja de imputabilidad que el actual gobierno pretende implementar.
Escribir habilita elaborar, tramitar, comprender lo sucedido. A través de este texto, buscamos dar sentido a un hecho que en primera instancia podría resultar incomprensible para muchos y para nosotros mismos, como lo es la muerte de un adolescente de 16 en manos de otro de 14. Presentada además por las agencias de noticias como un “crimen pasional”-cuando sabemos que no lo fue- apostando a la viralización del hecho en vísperas de la jornada de Ni Una Menos para decididamente abonar a construir consenso social en torno a la inminente baja de imputabilidad. Entendemos entonces fundamental poder dar cuenta de las verdaderas causas que se siguen cobrando las vidas de nuestros pibes y pibas.
Por esto mismo, y por más movilizante que nos resulte, consideramos que está bien y que es necesario nombrar. Pero nombrar como corresponde. Que la gente sepa, que el mundo se entere, quién fue Gabriel. Un pibe con sueños, con proyectos, que intentó construir otro presente, lejos de la violencia. Y que esos mismos deseos lo convirtieron en un exiliado. Porque en la actualidad, para muchos pibes, poder construir otro presente implica poder romper con todo lo conocido. La pregunta es ¿Qué alternativa tenemos para ofrecerle a esos pibes? Y yendo aún más allá, ¿Por qué los pibes no pueden construir proyectos de vida en sus propios barrios?
Entendemos, y nos parece elemental que todos los que lean este texto también comprendan, que el chico que disparó el arma es tan víctima como Gabriel. Los invitamos a preguntarse, ¿Cómo llegó el arma a manos de ese chico? ¿Quién o quienes lo alentaron a hacer lo que hizo? ¿Cuál es el contexto en el que se desenvuelve cotidianamente ese pibe de 14 años? Repetimos, desde nuestro dolor de estar extrañando a Gabriel: ese chico también es víctima.
La muerte de Gabriel es producto de un complejo entramado de violencias, donde la ilegalidad se torna ley, que se consolida de manera alarmante tanto en su barrio como en otros. En las barriadas del conurbano, el narcotráfico y las organizaciones sociales se disputan a los pibes. Preguntamos nuevamente: ¿Dónde se encuentra el Estado en ésta disputa? ¿Un pibe que elige asumirse como soldado está eligiendo? ¿Cuál es la contrapropuesta que ofrecemos a ese pibe? ¿Garantizamos las condiciones para que un pibe que decida correrse pueda salir adelante? ¿Por qué es el pibe el que tiene que convertirse en exiliado ante esta elección?
Este complejo escenario no se revierte con políticas represivas, con la militarización de las barriadas de la que estamos siendo testigos. Ese entramado de violencias, lejos de ser producto de un Estado ausente, es consecuencia de un Estado cómplice, y presente únicamente en su faceta punitiva. Resulta agotador, frustrante, tener que estar repitiendo algo que debería resultar una obviedad: la violencia genera más violencia. La única manera de revertir esta situación es con un compromiso real por parte del Estado para atender a todos y cada uno de los derechos vulnerados de Gabriel y tantos otros pibes y pibas más. Por generar las condiciones para que puedan crecer y desarrollarse dignamente.
Como trabajadores y trabajadoras de la niñez, acompañamos diariamente a los niños, niñas y adolescentes que habitan las calles de la Ciudad de Buenos Aires. El discurso institucional y políticamente correcto repite “trabajamos con niños, niñas y adolescentes en situación de calle y/o vulnerabilidad social”. Que se entienda mejor. Trabajamos con los pibes y pibas al margen del margen, con los que usualmente no aparecen en la página de “Missing Children” o “Red Solidaria” porque no son buscados o porque ya no tienen quien los busque, con los que no pueden volver a sus barrios por los niveles de violencia que se experimentan en los mismos, con los que son blanco cotidiano de las redes de narcotráfico y/o explotación sexual, con los que de morir en soledad terminan enterrados como NN. Trabajamos con la incertidumbre constante de desconocer el destino de tantos
pibes y pibas que no vimos más.
En la actualidad concurren entre 15 y 30 niños, niñas y adolescentes diariamente a nuestras instituciones. Partiendo de la base de que en un escenario ideal, donde cada chico y chica de nuestro país tuviera garantizado un presente digno, instituciones tales como las nuestras no deberían existir ya que no serían necesarias, la realidad es que, dado el contexto económico actual, deberían presentar una concurrencia mucho mayor . Y sin embargo, faltan pibes. Nos faltan todos los pibes y pibas que en este momento se encuentran internados en las inmediaciones de las estaciones, en villas, consumiendo, sin que ningún efector estatal los contacte. Nos faltan todos los adolescentes detenidos, cuyos tiempos de permanencia privados de su libertad se incrementaron de manera preocupante. Y ahora también nos falta Gabriel.
Como dijimos al comienzo, no vamos a permitir que utilicen el nombre de Gabriel para justificar un proyecto que sólo propone cárcel y encierro a nuestros pibes y pibas. A la concepción subyacente de la cárcel como destino manifiesto para nuestra niñez vulnerada, contraponemos la imperante necesidad de un Estado presente, que a través de políticas públicas integrales, articuladas y de calidad puedan garantizarles un presente digno.
NI UN PIBE, NI UNA PIBA MENOS!!
NO A LA BAJA DE EDAD DE IMPUTABILIDAD!
-C.A.I.N.A, CENTRO DE DÍA Y NOCHE “LA BOQUITA”, PROFES DE PROGRAMA EDUCATIVO “PUENTES ESCOLARES”-
A Gabriel, el valiente
Gabi. La noticia de tu muerte nos heló la sangre. El disparo que atravesó tu pómulo sacándote de este mundo nos duele fuerte en el corazón. Cómo es que ya no estás, si días atrás tus ojos brillaban, sonreías a lo grande, nos abrazabas, tirabas una broma, nos invitabas a tomar un mate, ibas y venías con tus compañeros del parador, pedías los botines para poder jugar el torneo, estabas vivo y tenías sueños.
Gabi. La noticia de tu muerte en boca de los medios de comunicación quiso vender que fue un crimen pasional, un ajuste de cuentas, un tema entre pibes pobres de un barrio perdido. Con tu muerte armaron una mentira que tapa los entramados del poder, naturaliza la violencia a la que somos sometidos, nos confunde y te silencian a vos y a todos los pibes y pibas que desde abajo pelean para salir adelante. No vamos a permitir que en tu nombre justifiquen la baja de edad de imputabilidad, la militarización de los barrios humildes, acá estamos los que te conocimos y el dolor que sentimos porque ya no estás es motor para alzar la voz y hacer conocer tu historia.
Gabi. Llegaste a nosotros porque enfrentándote a tu destino dijiste basta. Con 16 años decidiste que no serías ni soldado, ni cómplice, ni espectador del negocio del narcotráfico. Llorabas con el desconsuelo del exiliado, el que escapando por su vida se arroja al desarraigo de estar lejos de lo que se ama, la familia, los amigos, el barrio, la rutina de vivir donde uno es feliz, como puede y con lo poco que tiene.
Gabi. Temblabas porque la amenaza de morir en el intento por cambiar una realidad injusta era real y vos con 16 años decidiste intentarlo todo. Quienes te conocían de chiquitito movieron cielo y tierra para que Gabi esté a salvo, porque merecías una oportunidad y así te conocimos en la lucha a capa y espada por torcer el destino.
Gabi. Sin pereza te pusiste a trabajar para cambiar las cosas. Empezaste la escuela y hacías las tareas todas las tardes. Arrancaste un tratamiento para entender tu propia historia y ahí estabas dando batalla a lo más profundo de tu ser. Participaste de los talleres y llenaste de trabajitos el parador, empezaste a dejar tu marca. Nos contaste tus historias de amor, porque eras hermoso y tenías tus candidatas.
Gabi. En nuestros corazones compañero tu quedarás, y desde el cielo nos cuidarás dice el rap que los pibes del parador escribieron para vos. Porque supiste ofrecer tu corazón a los chicos del parador, hacerte de amigos, cuidarlos, compartir la vida.
Gabi. ¡Fuiste un valiente porque te animaste a creer que podías ser más que lo que te habían dicho que eras! ¡Fuiste valiente porque te permitiste cambiar a pesar del dolor, a pesar del miedo! ¡Fuiste valiente porque te dejaste ayudar y acompañar porque los cambios no se hacen solo!
Gabi. Te vamos a extrañar y vivirás en nuestros corazones por siempre.
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