Sandra Saidman*.-
Estamos acá hace más de dos años. Hasta unas semanas, y desde que mi vieja desapareció, la jueza fue y vino queriendo acomodarnos con algún pariente.
A Celeste la llevaron un tiempo con la abuela Vicenta pero las cosas no anduvieron: la vieja es borracha y ahora tiene un marido que parece la quiso toquetear a la pendeja. En uno de esos controles que hacen del juzgado alguien se dio cuenta y la trajeron de nuevo.
Ese fue el día más feliz que yo recuerdo, cuando la vi entrar al comedor a Celeste. Vino flaca y con carita triste pero enseguida pasamos a otra cosa, como siempre que algo triste nos pasaba. Nuestros momentos juntas es lo único bueno que recuerdo de la vida, reírnos sin darle mucha importancia a las amarguras. Nunca hablamos seriamente de nada.
Le dije que tenía que recuperar los seis meses de clases de costura y le mostré lo que nos habían enseñado las monjas. Me había hecho una blusa bastante linda con una tela que recuperé, era de un vestido viejo que había llegado como donación al refugio. La pendeja se dio cuenta de que una manga había quedado más corta que la otra y nos reímos mucho. Las otras chicas también se pusieron contentas de verla. Ese día doña Yolanda nos compró gaseosa para festejar que Celeste estaba otra vez con nosotras. Ella se dio cuenta de mi alegría y esa noche, al fin, dormí tranquila.
A la semana siguiente vino la jueza y hablamos entre las tres. Nos dijo que no había nadie de nuestra familia que pudiera recibirnos y que de mi mamá no había novedades. Se la había tragado la tierra. Nos explicó bien las cosas y las dos estuvimos de acuerdo en que nos pusiera en adopción, pero juntas. La señora dijo que iba a empezar los trámites, que eso iba a tardar un poco y que la cosa era difícil por nuestra edad.
Celeste y yo tenemos el apellido de mi vieja: Álvarez. No sabemos quiénes son nuestros padres y tampoco saben ni mi abuela ni mi tía. Me acuerdo de dos hombres que tuvo mi mamá: los dos la fajaban y los dos tomaban. Por la edad, de Manuel me acuerdo bien. “Acostá a las pendejas y vamos a la cama”, le decía a los gritos cuando estaba borracho. Mi vieja sin chistar hacía lo que le ordenaba y nosotras escuchábamos todo. Del otro no me acuerdo bien, menos todavía Celeste que habrá tenido cuatro o cinco años.
Hasta que tuve más o menos doce vivimos con mi mamá. Íbamos a la escuela a veces, cuando ella podía llevarnos y esos días comíamos bien, hasta fruta; el resto de los días era salteado. Cuando la vieja hacía alguna casa o traía a algún tipo, nosotras teníamos que andar por el barrio o esperar afuera. Mientras jugábamos nos reíamos de los gemidos, nos daban mucha gracia.
Después nos dejó en lo de mi abuela. Me acuerdo que la vieja la puteó y de mala gana nos entró con la poca ropa que teníamos. De ahí ya no fuimos más a la escuela y comíamos salteado o cuando algún vecino nos acercaba algo. Mi mamá nos iba a ver de vez en cuando, siempre para las fiestas venía y nos traía alguna cosita, pero los primeros días de enero se escapaba sin despedirse. La abuela se pasaba largo tiempo hablando mal de ella y como siempre puteando contra nosotras. Éramos una carga.
Hoy nos ofrecen en el diario. Me parece que va a ser difícil. La gente quiere bebes y si son rubiecitos mejor, dicen las chicas acá riéndose. Celeste y yo somos grandes y encima bien negritas, aunque lindas. Tal vez tengamos suerte. No somos malas chicas, ni ladronas ni viciosas. No tuvimos la culpa de nada.
**El precedente es un relato ficcionado a partir de la siguiente información:
Convocatoria pública de personas que estén dispuestas a adoptar (para dos hermanas)
El Juzgado del Menor de Edad y la Familia de la Cuarta Circunscripción Judicial, con asiento en la ciudad de Charata, provincia del Chaco, a cargo de la Dra. Ester Liliana Schumutzler, sito en calle Monseñor de Carlo 645, piso 2, en el Expediente 369/09, caratulado: “J… s/ protección integral”, y mediante la intervención del Registro Centralizado de Adoptantes de la provincia del Chaco convoca a personas que quieran adoptar a dos (2) hermanas de 16 y 14 años de edad, sin afecciones de salud, quienes expresaron su voluntad de no separarse, de ser adoptadas y de encontrar una familia.
Quienes decidan asumir el compromiso de ofrecerle un entorno familiar de afecto y protección pueden comunicarse con el mencionado Juzgado al teléfono 03731 423042 o al Registro Centralizado de Adoptantes al teléfono 03624-4453917 en horario de 8 a 12 y en días hábiles o a los correos electrónicos registro-adoptantes-rcia@justiciachaco.gov.ar o familia-ch@justiciachaco.gov.ar
* Jueza de Faltas de la ciudad de Barranqueras, Chaco. Miembro de la Asociación Pensamiento Penal-
Foto: Territorio Digital
0 Comments on "“No somos chicas malas, no tuvimos la culpa de nada”"