femicidio

El lugar del hallazgo – Gentileza Diario Uno

El hombre cabalgaba por por una calle de tierra en Paraná, Entre Ríos. A un costado del camino le llamó la atención una bolsa de consorcio rota de la que sobresalía un brazo. Eran los restos de un cuerpo humano. La víctima, se supo después, era Jessica Paola Do Santo. Tenía 36 años y cuatro hijos. Nadie había denunciado que estaba desaparecida.

Entre Ríos ya estaba conmocionada: el fin de semana pasado, la violencia machista se cobró seis víctimas y sumaban once en lo que van del año, además de un promedio de diez denuncias por violencia de género al día. Y ahora se volvió a convertir en el escenario de un crimen con todos los elementos de un nuevo femicidio.

El hombre que encontró la bolsa cabalgó hasta la casa de una vecina y llamaron a la policía. Los peritos encontraron la cabeza, los brazos, las piernas y ropa con restos de sangre. A unos cincuenta metros del lugar secuestraron un balde y guantes de látex. Más tarde, la policía encontró ropa y zapatillas en un contenedor. Todo tenía manchas de sangre.
Según los medios locales, hasta anoche no se conocía ninguna denuncia sobre el paradero de la mujer. Jessica Paola, según reconstruyó la justicia, vivió en distintos barrios de la ciudad de Paraná. Una de las hipótesis es que en el último tiempo no encontraba domicilio fijo.

“Los investigadores sospechan”, afirmó el diario Uno de Entre Ríos, “que el o los asesinos tienen algo de conocimiento de anatomía, ya que los cortes fueron realizados en las articulaciones”. Y aunque todavía no están los resultado de la autopsia, creen que la víctima no fue mutilada en el lugar donde apareció el cuerpo: que primero la estrangularon, la descuartizaron y luego la llevaron hasta allí en algún vehículo para descartar el cuerpo. Y si bien todavía no está claro cuando fue la muerte, algunos testimonios indican que el sábado por la noche la habían visto en la ciudad.

Si bien todavía no hay ninguna hipótesis oficial sobre el asesinato, los medios locales se apuraron a decir que la víctima estaba en situación de prostitución, y que “había tenido algunos problemas con gente del ambiente de la noche”, sin dar ningún tipo de precisión ni citar ninguna fuente.

“La referencia que asocia una posible situación de prostitución con al expresión estigmatizante de “problemas con gente del ambiente de la noche”, dijo a Cosecha Roja la abogada Ileana Arduino, “debe funcionar como un alerta para explorar el contexto previo en su biografía, signada por formas específicas de explotación machista. Porque si se suelta eso sin desarmarlo lo que se está afirmando de forma tácita es que la violencia es consecuencia de sus ‘decisiones’ y ‘estilo de vida’. En otras palabras: que es responsabilidad de ella. Una investigación eficiente y atenta a no conformarse con los escapes basados en prejuicios de género debería comenzar por desentrañar el eufemismo “gente del ambiente de la noche” bajo la noción de que la cultura prostibularia produce y se reproduce a fuerza de múltiples formas de violencia misógina.”

El fin de semana pasado en la provincia de Entre Ríos seis personas perdieron la vida por la violencia machista. En el primer caso, un hombre de prefectura mató sus dos ex parejas con veinte minutos de diferencia. Y otro mató a su ex mujer, a las dos hijas y a la actual pareja de ella. En lo que va de 2016 ya se produjeron 11 femicidios en Entre Ríos. La oficina de Violencia de Género del Superior Tribunal de Justicia de Entre Ríos contabilizó hasta el inicio de esta semana ,2.070 denuncias en lo que va del año.

Según consignó El Diario de Entre Ríos, procurador general de la provincia, Jorge García, el lunes declaró que en los femicidios recientes “no hay responsabilidad por omisión o por inacción del Poder Judicial”. Los periodistas habían preguntado por la orden de restricción que pesaba sobre Juan Pablo Ledesma, el hombre que asesinó a su ex, a sus dos hijas y a la actual pareja de ella. Pocos días después del crimen se supo que el hombre había sido denunciado por su ex pareja en agosto y que la justicia le había prohibido acercarse a la casa donde vivían ella y sus hijas. Esto no impidió que el hombre llegara hasta allí el sábado a la medianoche y las atacara con un cuchillo.

El procurador sostuvo que aún cuando haya “órdenes de restricción, eso de ninguna manera impide que la persona acusada quebrante esas reglas. Más aún, tenemos muchísimos casos en los cuales enjuiciamos a las personas no solamente por el hecho originario, sino por haber quebrantado la regla de no acercamiento. El mensaje de la regla es no lesiones a los otros. No te acerques. Y el mensaje o el contramensaje del violento, quien considera a las mujeres como sumisas, es: `A mí la regla no me dice nada`. Por eso, va y rompe la regla. Frente a esto, le hacemos un proceso y pedimos prisión preventiva, porque quebrantó la regla. Evitar que este mal llegue a mayores. Lo único que frena a estas personas es la cárcel”.

En el caso del cuádruple asesinato, los vecinos escucharon los gritos y llamaron a la policía. En algún momento, la mujer logró salir a la calle junto con sus hijas de cinco y siete años, pero el asesino las obligó a volver a entrar y continuó con la masacre. Incluso luego de los asesinatos hasta el lugar llegó un auto con familiares del femicida. Y recién después, la policía. En manos de ellos estaba la tarea de hacer efectiva esa orden de restricción.