Cristian Toledo tenía 25 años. Sus vecinos de las Villa 21-24, en Barracas, lo conocían como “el paraguita”. Trabajaba en la ferretería que está frente a la parroquia Caacupé, en una de las calles principales del barrio. El sábado a la mañana volvía de bailar y un bombero de la policía lo mató a balazos
El autor del disparo dijo que Cristian le quizo robar a diez cuadras del barrio, pero nunca encontraron una arma, si en su poder ni en el de sus dos amigos, Carlos y Jorge, de 23 y 24 años, ambos vecinos y amigos del chico asesinado.
Los medios oficiales divulgaron la versión del policía. Según declaró, los tres pibes venían en un Alfa Romeo modelo 2007. Uno de ellos bajó del auto y le golpeó el vidrio de la puerta de su Logan gris con una piedra. El policía “le hizo saber al agresor su condición de oficial de Bomberos de la Policía de la Ciudad” y luego los persiguió a tiros durante al menos seis cuadras. “Comenzó a dispararle a las ruedas del Alfa Romeo mientras escapaba y el auto impactó en la ochava de la esquina de Vélez Sarsfield y Santo Domingo, a cinco cuadras de distancia del lugar donde se inició el hecho”, dice esa versión.
Cuando llegó la policía de la comisaría 30, Cristian estaba muerto adentro del vehículo, con un balazo a la altura de la tetilla derecha. Sus amigos estaban con él: además verlo morir, los llevaron detenidos. El autor del dispero también fue demorado y quedó imputado de “homicidio” por el juez de instrucción 11, Pablo Raúl Ormaechea.
“No puedo, de verdad, no puedo describir en palabras toda esta tristeza que siento por el asesinato de Cristian”, dijo el Padre Todo, cura de la Villla 21 24, en una carta difundida por la Garganta Poderosa.
“Desde hace 10 años, me cruzaba constantemente al “Paragüita” jugando con sus amigos, cuando no estaba atendiendo el local, siempre tratando con respeto a todos sus vecinos. ¿Si laburaba? Claro que laburaba, por necesidad y por su inmenso sentido de la responsabilidad. Sin ir más lejos, era el encargado de la ferretería que está justo frente a nuestra iglesia. Nunca, nunca antes había tenido ni un solo problema con las fuerzas de seguridad, por suerte. Y sí, por suerte, porque muchísimos jóvenes del barrio sufren persecusiones permanentes, sin razón alguna, pero él venía zafando, sin ninguna necesidad de correr”, sigue el texto.
“Quiero dejar esto claro, pero bien, bien claro, para que nadie intente instalar mentiras sobre nuestro amigo: Cristian no salió a robar, ayer no salió a robar, nunca salió a robar. Era un pibe que siempre se preocupó por su comunidad y que, con apenas 24 años, tenía toda su vida por delante, un futuro a punto de florecer”.
En las redes sociales, decenas de organizaciones y vecinos de Cristian manifestaron su dolor y la bronca por el caso de Gatillo Facil. El sábado, la familia se concentró frente a la Comisaría 30 para pedir justicia.
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