Cosecha Roja.-
La mamá salió a trabajar el domingo y sus hijos (un varón de 5 y una nena de 8) quedaron bajo el cuidado del padrastro en el departamento en Flores en el que vivían. Horas después el niño falleció en el Hospital Piñero. La niña contó que el hombre le pegó porque se había puesto el pantalón al revés. Leandro Sarli quedó imputado por homicidio agravado y se negó a declarar. Los abuelos lo acusaron de golpeador y la autopsia mostró golpes nuevos y otros de larga data. Cuando la violencia viene del entorno, los chicos son una herramienta más para castigar a la mujer.
La niña relató en Cámara Gesel que cuando vio cómo el padrastro le pegaba a su hermano, ella corrió, se metió en la cama y se tapó la cabeza con las sábanas del miedo. Dijo que estaba aterrada, que no podía soportar el horror y que se tuvo que esconder.
No era la primera vez que le pegaban: los médicos forenses que hicieron la autopsia determinaron que el niño tenía golpes en varias partes del cuerpo y que algunos eran viejos. Los abuelos (padres de la mujer) dijeron que sospechaban que Sarli era violento porque una vez su hija apareció con un ojo morado y en otra oportunidad el niño llegó con tres dientes menos y la versión fue que se había golpeado en la bañera.
Sarli tiene 33 años y hoy decidió no prestar declaración indagatoria ante el fiscal Sandro Abraldes y la jueza de instrucción 4 porteña, Silvia Ramond. Sólo dijo que los presos lo habían amenazado y que temía por su vida. Tiene asignado un defensor oficial (Ricardo Di Lorenzo) porque un abogado privado no quiso tomar el caso.
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Los niños nacieron en Villa Gesell pero cuando la mamá se separó del padre y conoció a Sarli, se mudaron a Flores. Desde ese departamento en Yerbal al 2700, el domingo cerca de las 16:30 Sarli llamó a la ambulancia del SAME. Su versión fue que que el niño estaba en el cuarto, que él lo llamó y que, como no respondía, abrió la puerta y lo encontró inconsciente. Los médicos lo trasladaron de urgencia al Hospital Piñero, el niño agonizaba. Según las pericias del Cuerpo Médico Forense el niño presentaba traumatismos múltiples y un “estallido de hígado”. Además, tenía hemorragias y un golpe en la cabeza.
Los médicos sospecharon, hicieron la denuncia a la comisaría 38 y se inició una causa caratulada “muerte dudosa sospechada de criminalidad”. La jueza dispuso la detención de Sarli y una inspección ocular de la Unidad Criminalística de la Policía Federal en el edificio de Flores. Los investigadores secuestraron ropa con sangre y otros elementos “claves para la investigación”.
Cuando los violentos usan a los niños para castigar a las mujeres
En abril de 2015, Sebastián Gutiérrez ofreció a su hijo por 26 mil dólares en un grupo de compra y venta de Facebook para amenazar a su ex. “Mi novia me dejó ayer y la verdad no tengo dinero ni tiempo para mantenerlo así que lo pongo a la venta”, posteó el joven mexicano. En la publicación, dijo que quería demostrarle a su ex pareja de lo que era capaz. En un par de horas, se viralizó y llegaron mensajes de rechazo y hasta amenazas de muerte. Gutiérrez respondió que era “una broma para llamar la atención”.
En julio de 2015, Lucas Dogliotti le pegó a Mía, una niña de un año y dos meses. La agarró mientras la bebé lloraba, la hizo desnudar, la tiró al piso, la golpeó con un palo y la pateó. Le reprochaba que no callaba el llanto de su hija. Mía no paraba, tenía un año y dos meses. Lucas la agarró de los tobillos y la metió de cabeza en el agua del lavarropas para que se callara. Una y otra vez. Mía seguía llorando. La última vez le dejó la cabeza sumergida durante un minuto y medio.
Gonzalo Larrizalde iba a llevarle por primera vez la cuota alimentaria a Paula Acosta, en septiembre de 2014. Tenían una hija en común: el ADN que hicieron en mayo del año pasado confirmó que Martina era hija de Gonzalo y la Justicia determinó que él debía darle 1400 pesos por mes. Ese día él le mandó un mensaje avisándole que iba a hacia allá y que llevaba la plata y un peluche “para la gorda”. Ella bajó con la niña y nunca más la vieron viva. Las encontraron en una alcantarilla: Paula estaba muerta y Martina viva pero deshidratada y con un cuadro de hipotermia. Tenía dos hijos de otra pareja, de 14 y 16 años, y fueron los que tuvieron que denunciar que no estaba su mamá.
Cristian Méndez quedó detenido como único sospechoso de haber incendiado la casa de su ex mujer en Merlo el 8 de mayo. Ella, la pareja y sus hijos Briana, Ian, Yael, Shakira, Alejo, Mayla, Gastón y María Karina no pudieron escapar del fuego porque la casa estaba tapiada: vivían atrincherados porque Méndez los amenazaba. Murieron todos. La noche de Navidad Méndez se suicidó. Ella lo había denunciado siete veces por maltratos y amenazas, pero una sola está asentada en la comisaría III, en Parque San Martín, Merlo.
Alejandro Báez convivía con Laura Vázquez hacía dos años. El 4 de abril a la noche la llevó hasta la Ruta 40 y el camino de los Siete Lagos, en San Martín de los Andes, cerca de un tramo que no tiene protección para los autos. La camioneta en la que viajaban cayó al lago Lácar: A Laura la encontraron muerta y a él lo siguen buscando. Los familiares de la joven dijeron que tenían una relación violenta y la policía cree que Báez se tiró para matarla.
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