cura zitelliLa Corte Suprema de la Nación dejó firme el pedido de detención contra Eugenio Zitelli, ex-capellán del Servicio de Informaciones de Rosario durante la última dictadura, acusado de asociación ilícita y privación ilegítima de la libertad. Después de años de denuncias de los organismos por la complicidad de la Iglesia, el sacerdote esperará en la cárcel el juicio por su colaboración en las torturas y detenciones de 14 personas. “Sin la participación de la Iglesia, el genocidio no hubiera sido posible”, dijo a Cosecha Roja Luciana Censi, una de las abogadas de la querella.

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María Inés Lucchetti de Bettanin fue secuestrada el 2 de enero de 1977. Le decían Nené y estaba embarazada de 9 meses, casi a punto de dar a luz. Esa tarde su familia quedó destruida: la policía de Rosario acribilló a su marido Leonardo, su cuñada Cristina tomó una pastilla de cianuro para que no la llevan presa, a Nene y a su suegra las encapucharon y las llevaron al Servicios de Informaciones de la Unidad Regional II de la Policía de Santa Fé. Se calcula que más de 2.000 personas estuvieron secuestradas, fueron torturadas y desaparecidas en este Centro Clandestino de Detención, el más grande de Rosario.

Nené tuvo su hijo mientras estaba detenida y al poco tiempo pidió asistencia espiritual. Como católica practicante, ella quería confesarse y bautizar a su hijo recién nacido. El capellán de la Policía, Eugenio Segundo Zitelli, se le presentó. Durante la confesión, Nené le contó sobre las torturas, violaciones y muertes que sucedían en el centro de detención. El cura le contestó: “¿Y qué quiere? Sin torturas no se puede conseguir información”. Sólo se mostró preocupado por las violaciones “porque eran un asunto de la moral” y “habían acordado con los agentes que no iban a suceder”.

La historia de Nené es uno de los testimonios que agrupa la causa que irá a juicio oral y público en el Tribunal Oral Federal Nº 2 de Rosario. Zitelli está acusado de haber colaborado con los secuestros y torturas por lo menos de 14 personas cuando era capellán de la Unidad Regional II de la policía.

El sacerdote fue visto en la alcaidía de mujeres, revisando los calabozos de todo el centro e incluso algunos testimonios afirman que presenció sesiones de torturas. Los organismos de Derechos Humanos formularon la primera denuncia en 1984 pero fue cerrada por las leyes de Obediencia Debida y Punto Final. Incluso hay un legajo que habla de su participación durante los secuestros en el Informe de la Comisión Nacional de Desaparición de Personas (Conadep).

Después de servir a la policía, Zitelli fue nombrado párroco de la Iglesia San Pedro Apóstol en Casilda, una localidad en el sur de la provincia de Santa Fé. Durante años dio misas, realizó bautismos y confirmaciones. “En Casilda, Zitelli era un intocable, tenía vínculos fluidos con la alta sociedad del pueblo y se llevaba bien con el intendente”, contó a Cosecha Roja Claudia Nigro, miembro de Unidos Por la Memoria y Ante el Olvido.

Desde 1995, las organizaciones de Derechos Humanos realizaron actos, charlas, conferencias y escraches públicos contra el sacerdote que estaba al frente de la parroquia. Juntaron firmas y presentaron un pedido a la Iglesia Católica explicando el vínculo del sacerdote con la última dictadura. “¿Cuál fue el resultado? Le dieron el título de monseñor”, contó Luciana Censi.

En medio de las acusaciones, Zitelli obtuvo título de “monseñor”, distinción que otorga la Iglesia Católica a algunos de sus más “fieles servidores”. El sacerdote se retiró del pueblo de Santa Fe y vivió en un establecimiento de retiros espirituales en Roldán, una ciudad a 25 km de Rosario.

“Desde hace años, intentamos que Zitelli quede detenido por su rol en la última dictadura pero había una protección social y eclesiástica que no lo permitía”, dijo Nigro. Se reactivaron las denuncias por la actuación del ex-capellán en las torturas y detenciones ilegales recién en 2011.

En 2012, la Cámara Federal de Rosario determinó que no se cumplían las condiciones de peligrosidad para detener al sacerdote y le puso una fianza de 50 mil pesos. El cura mantuvo la libertad luego de haber pagado en efectivo.

Después de que la denuncia de los abogados de la querella pasara por cada instancia de la Justicia Federal, la Corte Suprema de La Nación ordenó la “inmediata detención” de Zitelli. “Para nosotros es un logro, después de tantos años de marchas y contramarchas, que él esté preso mientras la justicia determina su responsabilidad”, dijo a Cosecha Roja Gabriela Durruty, otra de las abogadas de la querella.

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Santiago Mac Guire era el cura tercermundista de la parroquia Nuestra Señora de Itatí, una capilla que funcionaba como dispensario y escuela en un barrio marginal a orillas del río Paraná, en Rosario. Mac Guire decidió dejar los hábitos para casarse en 1968. El arzobispado de Santa Fe designó en su reemplazo a Zitelli y tres años después, el gobierno militar reubicó la escuela lejos del barrio.

Diez años después, el capellán de la policía y el antiguo cura tercermundista se volvieron a cruzar. El 18 de abril de 1978, Mac Guire fue secuestrado y pasó por todo el circuito de la represión en Santa Fe: primero en Ceferino Namuncurá, una sede de la Iglesia Católica donde funcionaba un centro clandestino, después pasó al Batallón de Comunicaciones 121 y a la cárcel de Coronda.

Después de 20 días de torturas y golpes, bajó 15 kilos. En el predio del Batallón 121, una patota del ejército lo llevó a arrastrado a una habitación, donde Zitelli tomaba café y fumaba con uno de los jefes de los Grupos de Tareas. Al verlo, Zitelli sonrió:

-¿Qué hacés, Mac Guire?

Él apenas se podía mantener en pie, tenía marcas por todo la cara y el cuerpo pero le contestó:

– ¿Y cómo querés que esté?… Dios me asiste.

“Todavía no logramos que la justicia tome este testimonio como una muestra más de la responsabilidad de Zitelli por la detención y torturas contra Santiago Mac Guire”, dijo Durruty.

Foto Claudia Nigro – UMANO Casilda