Ilustración: Sukermercado

Ilustración: Sukermercado

1

Ella era seguidora de Pez: los había visto muchas veces tocar en Capital, La Plata y el sur. En marzo del año pasado planeó con una amiga ir a un recital de la gira patagónica. Estaban entusiasmadas. El público iba a ser poco y el escenario iba a estar cerca. Un recital íntimo. Antes de ir se juntaron con unxs amigxs, tomaron cervezas. Una birra tras otra. Llegaron al bar y les regalaron unas cuantas más. Iban a ver una de sus bandas favoritas. Estaban felices.

El recital terminó y se acercaron a charlar mientras los integrantes de la banda vendían remeras. Ella recuerda que habló con Ariel Minimal, con Fósforo, con Ravioli. No recuerda haber hablado con el baterista, Franco Salvador.

Las invitaron a ir a fumar al hotel. Ella dijo que mejor a tomar birra en otro lugar. Estaba cansada. Pero fueron al hotel. Charlaron, fumaron. Era tarde. Ella se estaba quedando dormida sentada. Las invitaron a quedarse. El batero de su banda favorita le dijo que se acueste y ella se acostó. Le acarició la panza. Lo sacó. Era tarde. No podía moverse. Estaba cansada. Se fue quedando dormida.

Ella despertó sin pantalones, con la bombacha baja. Salió llorando. Esta semana se animó a denunciarlo.

2

Lo que siguió fue casi copipasteado del manual del macho. Pez sacó un primer comunicado donde se hacía eco de una “supuesta denuncia” publicada en un blog y suspendió un recital.

La misma banda que tiempo antes abrió un recital en Rosario con el pañuelo verde por el aborto legal -¡y tanto tiempo atrás también!-, “desconocía totalmente el hecho” (denuncia de abuso) y pedía tiempo para contestar.

Anoche publicaron un descargo: cinco párrafos donde reconocen la lucha de las mujeres para cambiar un sistema patriarcal. Uno donde reproducen todas las violencias machistas: “Sobre el hecho de abuso y violencia relatado en la publicación sólo corresponde decir, de forma pública, que no existió. Tampoco hubo relación sexual, ni consentida ni no consentida: no hubo relación sexual”.

3

El escenario del rock empezó a cambiar por las denuncias públicas en las redes sociales. La base del cambio fue poner la voz de las víctimas en otro lugar. Ya hace dos años publicamos que el escrache digital mata galán. Ahora abrimos más preguntas: ¿Qué pasa cuando las denuncias son hacia tu amigo de la infancia? ¿Tu hermano? ¿Tu primo? ¿El batero de tu banda favorita?

La única forma de empezar a cambiar las cosas es creer. No como salto de fe al vacío sino con la certeza de que hacer otra cosa es aleccionador para toda víctima. Y que si las mujeres, lebianas, travestis y trans somos víctimas sistemáticamente de abusos machistas es porque hay cientos, miles, millones de varones que reproducen esas violencias sistemáticamente sobre nuestros cuerpos. Incluso los queridos, los más cercanos. Y ojo: esto no equivale a decir “son todos violadores”. Hay distintas maneras y niveles de ejercer esas violencias. El primer paso tiene que ser reconocer las propias y las cercanas. No podés salir con tapones de punta porque no podés dar nada por sentado.

4

En septiembre del año pasado dos chicas denunciaron al guitarrista de la banda Utopians. Las había acosado por teléfono: enviando fotos, insistiendo y hostigando. Barbie Recanati, cantante y líder de la banda, se puso a disposición de ellas el mismo día que ellas hablaron. Después publicó un comunicado: “Yo, Barbie, como mujer antes que música, siempre hablo de esto e insisto en que sin importar las dudas siempre hay que pararse del lado de las pibas”, escribió. “Hoy me toca ver a mi mejor amigo arrepentido asumiendo su culpa. Y me toca tomar la decisión de tener que desvincularlo del grupo en el que tocamos hace más de 10 años. Espero que nos entiendan”.  

Este año una joven pudo denunciar un abuso que vivió cuando tenía 16 años por parte de Joe Fernández en 2006. El equipo del programa radial Gente Sexy también pidió algunos días para procesarlo, hablar con él. Cuando salieron a hablar fueron contundentes: “No puedo hacerme el boludo, nadie en este programa puede hacerse el boludo. Cuando un caso se hace público, más allá de lo que pensemos de los protagonistas, y también invito a sacarle las caras, nos tiene que dar la oportunidad de comprender el mundo del que venimos y al que queremos ir también. También tenemos que revisar nuestras historias personales para ver de qué manera conscientes o inconscientes fuimos parte activa de un sistema desigual. Les hablo principalmente a los hombres en esto”, dijo Clemente Cancela.

En un proceso de deconstrucción no hay una reacción que sea la válida, la única correcta. Pero sí sabemos que hay una que no aceptamos más: negar y menospreciar la voz de la víctima.

5

La reacción de lxs seguidorxs de Pez no tardó en llegar:

Al decir “no existió” lo que están diciendo es: una mujer está mintiendo. Al decir “una mujer está mintiendo” están contradiciendo todos los demás párrafos de su texto”, escribió Germán Batalla. “No hay vuelta atrás, no se puede seguir como si nada, después de no escuchar la voz de una piba, después de encubrir a un abusador”, puso Nani Inan. “No tengo nada que ver con tu idea del rock? Definitivamente sí. Curtanse”, Chiara Ricciardulli.

El administrador de Pez Apesta (un grupo de FB con más de 4 mil miembrxs) decidió cerrar una etapa de 10 años. También hubo otros comentarios: “No creo eso de Franco Salvador, es un tipo de familia que no tiene ese perfil… “. La defensa ya huele a viejo.

Hoy no alcanza la lírica, la foto, el pañuelo verde, el cartel de Ni Una Menos. No alcanza el ¿reconocimiento? de la lucha de mujeres, lesbianas, travestis y trans. Ni que sean conscientes de la  desigualdad de poder entre un músico y una seguidora. No alcanza con ser la banda que nos gusta. La seguimos y llevamos tatuada. La que hizo de PAZ, LIBERTAD, AMOR, RESPETO un mantra. Sólo cuando les toquen esa fibra íntima que los exponga, cuando veamos tambalear esa amistad que también es un privilegio y pacto entre machos y les tiemble el cuerpo como nos tiembla a nosotrxs dejarán clara su posición.

Pez Apesta. Nosotrxs no vamos a ser cómplices.