Los seis policías acusados de torturar a dos pibes de la organización La Poderosa admitieron haberlos llevado a la orilla del Riachuelo la madrugada del 25 de septiembre de 2016. Tres de ellos contaron que le aplicaron unos “correctivos” y pidieron “perdón” entre llantos. En su alegato, las abogadas del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) detallaron lo que pasó esa noche: los policías les pegaron, los obligaron a sacarse la ropa, los amenazaron con tirarlos al río, los quemaron con colillas de cigarrillos, les hicieron hacer flexiones mientras los pateaban, amenazaron con meterle a uno de ellos un palo en el ano y simularon un fusilamiento. Y pidieron al Tribunal Oral en lo Criminal 9 que condene a los prefectos a penas de entre 12 y 15 años por los delitos de torturas y robo agravado.
Durante la mañana, los imputados aceptaron hacer uso de las últimas palabras. Sin aceptar preguntas contaron su versión. Parte del relato de los prefectos coincide con la reconstrucción que se hizo durante el juicio y que sostuvo la querella. Los seis admitieron haber detenido a los dos adolescentes. Tres de ellos contaron que los llevaron al Riachuelo para “liberarlos ahí” y evitar un supuesto conflicto con los vecinos del barrio. Otros contaron que pasaban por la zona cuando vieron una camioneta de Prefectura y bajaron. Dijeron que después de sacarle las esposas en esa zona descampada, en plena madrugada, los chicos los amenazaron y los agredieron y les tuvieron que aplicar “unos correctivos”.
A partir del relato de las víctimas y los testigos, las planillas con la información del GPS de los móviles, las cámaras de seguridad, las comunicaciones de la fuerza y los dos videos secuestrados del celular de un agente, las abogadas del CELS Agustina Lloret y Florencia Sotelo reconstruyeron lo que pasó la noche del 24 y la madrugada del 25 de septiembre.
Lloret dividió los hechos en tres etapas: la primera, cuando Iván Navarro, en ese entonces de 18 años, y Ezequiel Villanueva Moya, de 15, fueron detenidos frente a la Casa de la Cultura en la Villa 21-14 de Barracas. Ahí los paró la Policía Federal y dio aviso a Prefectura, que andaba buscando a un grupo de dos o tres sospechosos de haberle robado a un hombre un rato antes.
Iván y Ezequiel no coincidían con la descripción física ni de la ropa de los sospechosos. Tampoco llevaban armas. Igual los cargaron en una camioneta y en un auto de Prefectura y los llevaron al Contenedor 3, la garita que tiene la fuerza en la zona. Esa es la segunda etapa. Durante el traslado les pegaron y los amenazaron. El recorrido quedó registrado en las cámaras de la zona y en el GPS de los vehículos. A Iván lo dejaron en la camioneta. A Ezequiel lo bajaron en la garita: en el baño le pegaron y le dijeron que los iban a fusilar y los iban a tirar al río.
La tercera etapa comienza cuando suben a los dos chicos a la camioneta Ford Ranger (móvil 657) en la que viajaban Leandro Adolfo Antúnez, Orlando Ariel Benítez y Eduardo Sandoval y los llevan al río. “A las 00:16 el móvil entra en una ventana blanca, una zona no geolocalizada: en este caso el Riachuelo”, explicó la abogada del CELS. Según el registro, la camioneta estuvo ahí más de 40 minutos: “Eso fue lo que duraron las torturas a Iván y Ezequiel”, dijo Lloret.
Después de la Ranger llegó una segunda camioneta con cuatro prefectos: Ramón Falcón, Osvaldo Alberto Ertel, Yamil Marsilli y Félix de Miranda, quien recibió la falta de mérito y no llegó a juicio. La reconstrucción de lo que pasó en esos 40 minutos se basa en el relato de los dos adolescentes y se confirma con los dos videos encontrados en el peritaje del celular de Miranda: los prefectos pusieron música. Mientras fumaban y tomaban los desnudaron, los esposaron a una baranda, les pegaron con palos y les dijeron que se tiren al agua. En los barrios que se levantan a orillas del Riachuelo esa amenaza tiene un antecedente que la convierte en una posibilidad real:Ezequiel Demonty murió en 2002 después de que un grupo de policías lo torturara y lo obligara a tirarse al río.
El primer video que grabó De Miranda dura 49 segundos. Está oscuro y no se alcanza a ver la imagen. En primer plano se escucha la voz de uno de los agentes:
—¿Este entra? ¿Alguna vez te metieron un palo en el culo?
La escena coincide con el relato de Ezequiel, quien en su declaración en el juicio detalló la amenaza de abuso sexual. De fondo se escuchan otras voces: Iván llora mientras los prefectos se reparten los objetos que le robaron a los chicos. En el segundo video se escucha un reggaeton, a los chicos cantando encima y la risa de los gendarmes.
Los prefectos se ensañaron fundamentalmente con Ezequiel: lo hicieron hacer flexiones de brazos mientras le saltaban encima, lo pateaban y simularon una ejecución. El adolescente se desvaneció cuando escuchó la detonación del arma de Benítez, que disparó al aire. En la oscuridad, Iván pensó que habían asesinado a su amigo. A él le apuntaron con el arma y le pidieron que dijera en qué rodilla quería el tiro.
Durante el alegato las abogadas del CELS explicaron por qué los prefectos deben ser condenados por el delito de torturas: detallaron los sufrimientos físicos y psicológicos, el poder de los funcionarios sobre los adolescentes y el intento por reducirlos a un objeto.
Las abogadas pidieron penas de 15 años de cárcel para Antúnez, Benítez, Sandoval, Falcón y Ertel y 12 años para Marsilli. Como atenuante consideraron que tenía apenas 21 años al momento de los hechos y llevaba muy poco tiempo en la fuerza.
El viernes 10 de agosto continuarán las audiencias con los alegatos de Gabriela Carpinetti y Nahuel Berguier, querellantes por la familia de Ezequiel, y del Ministerio Público Fiscal.