Luis Pescetti *
Querido niño:
Mirá pichón, después de unos adultos malos, tuviste la mala suerte de que unos jueces, que debieron cuidarte, se equivocaran tanto al tomar una decisión. Pero esto se corregirá.
Eso no quiere decir que toda la justicia es tan mala o tan bruta.
Ni el más enojado querría que vos creas eso.
El mundo es mucho mucho más grande que ellos y vos tenés derecho a vivir libre de miedo y enojo. Y crecer sabiendo que la vida es más ancha y buena que esos días.
La gran mayoría de las personas sabemos que si alguien está lastimado o es más débil, hay que cuidarlo más todavía.
Los que quitan cuidado a quienes más lo necesitan están muy equivocados o no son buenas personas… pero no son las únicas ni la mayoría. Y se corrige, con trabajo, pero se arregla.
A veces uno no sabe si es hijo de un cariño que se encontró o de un cariño que se va a encontrar.
Todos tuvimos papá y mamá, pero puede que un día conozcamos a alguien y lo queramos tanto que sintamos “Nací para vos”, que es como decir: “Nací por ustedes” pero para adelante. Y entonces es como si uno fuera el hijo de ese amor que se encontró de grande, y que ilumina toda nuestra vida, ¡incluso la que ya vivimos!
No te conozco así que no sé de qué cariño sos hijo, si te cobija un cariño abuela, un cariño escuela, o vas a un amor que, como un explorador, encontrarás de más grande.
Pero de todo corazón, creo que vas a ser mejor que esas personas. ¿Por qué?, porque los que se superan son más, y porque así lo intuyo (no tengo otra explicación).
Vas a ser capaz de dar más cuidado, inteligencia y alegría de la que recibiste estos días. Y vas a poder abrazar con amor, incluso al chiquitín que sos hoy.
Ya sé que puede sonar raro dicho así; pero te juro que es cierto; y ojalá tengas un adulto de confianza, o una maestra, alguien bueno, que te haga llegar este abrazo y mejore mis palabras.
Con mucho afecto te saludo como el profe de música que fui,
el papá que soy y, en fin, como quien supo de vos, y te escribe.
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No siempre puedo escribir sobre temas que afectan a los niños, ya sea porque no tengo algo que aportar, o porque ya hay otros argumentando mejor.
En algunos casos, sean temas nacionales, internacionales o que afectan a una familia, escribí porque supuse que los chicos habrían visto esas noticias día y noche en radio y tv.
No pretendo hablar sobre lo grave de un caso, sino de cómo se lo significa (cómo se lo interpreta), porque de eso depende tanto la capacidad de resiliencia del niño, como la construcción del mundo que los demás chicos hagan.
Pocas cosas son tan necesarias para ellos como la coherencia y el sentido. Comprenden el mundo gracias al sentido que logran construir o, lo “mal remedan” cuando eso no ocurre.
En noticias como la de este fallo se oyen opiniones de un profundo desencanto y generalización (“la justicia no sirve”, “le arruinaron la vida”). No es así y no es bueno, para ese niño, ni para los otros que oyen las noticias.
Ni el más desencantado y dolido de los adultos quiere que su hijo crezca en la desesperanza o sea un manojo de odio que cobre venganza del mundo.
Como en otras oportunidades, recuerdo charlas con el admirado maestro Marcos Dellepiane: los niños esperan que las autoridades los cuiden, si las autoridades no lo hacen… se asustan e intentarán explicarlo a su manera.
Si queremos ayudarlos, lo primero es preguntar qué pasó en estos días, si el tema sale: tratar de ordenar la información que los chicos tengan. Y luego, si hace falta, reestablecer todo el orden y la vitalidad que sea posible en ese futuro que ellos vivirán, con información clara y con un sentido de esperanza.
Trabajamos para eso: para el futuro, hoy son chicos, mañana los adultos que decidirán (sin que Marcos sea responsable de que lo cite ahora, traté de hacerlo lo más fielmente posible).
* Cantautor infantil
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