En una localidad de la provincia de Buenos Aires, un hombre de 40 años confesó haber matado a su novia de 18. La causa fue anulada por que el acusado había sufrido apremios de la policía. Nada de lo que se consiguió a partir de esa confesión -ni siquiera el cuerpo de la chica- podrá ser usado como prueba.
Por Juan Carrá – Cosecha Roja.-
“Puede concluirse que la policía, al amparo del fiscal, en afán de esclarecer el hecho bajo su investigación, ha echado mano a antiguas prácticas de neto corte autoritario en franca violación a nuestro sistema constitucional de derecho”.
Así argumentó la Cámara de Apelaciones. La causa por el asesinato de Melina Briz quedó a fojas cero. El crimen, ocurrido el 10 de febrero, conmocionó a Balcarce y a toda la región. Y aún más conmoción se generó luego de que el único imputado, Ariel Gustavo Troncoso, quedara en libertad. Al conocer la noticia, más de 5 mil personas colmaron la plaza principal en reclamo de Justicia.
Es que la Sala II de la Cámara de Apelaciones y Garantías de Mar del Plata dictó la nulidad de todo lo actuado hasta el momento por considerar que existieron violaciones a las garantías constitucionales y al debido proceso durante la investigación.
El fallo es polémico, pero no por eso injusto. Los jueces Marcelo Madina y Walter Dominella dejaron de lado lo “políticamente correcto” y anclaron su decisión en un análisis “objetivo” del expediente. En la resolución las tintas se cargan contra la policía, que bajo el amparo del fiscal Rodolfo Moure, obtuvieron de Troncoso una declaración bajo “apremios”.
Paso a paso
El domingo 12 de febrero, Silvia Alessio denunció ante la policía de Balcarce que su hija Melina, de 18 años, estaba desaparecida desde el viernes. Silvia sabía por las amigas de su hija que Melina mantenía una relación con un hombre de unos 40 años. Y que ese podía ser el motivo de la ausencia. Lejos de pensar un final trágico, la sospecha estaba fundada en que la chica podría haberse fugado en al calor de una relación prohibida. El padre de Melina, tres años atrás, le había advertido a Troncoso que se alejara de la chica. La joven mantuvo oculto el romance. Se cree que en ese último encuentro Melina quiso terminar con la relación y por eso Troncoso la mató.
Con esta información la policía comenzó a investigar el paradero de la chica. Uno de los primeros pasos: tocarle el timbre a Troncoso. La cosa comenzó a complicarse cuando el hombre dijo que el viernes por la tarde había estado con Melina. Pasearon y tomaron mate. Según dijo Troncoso, después la dejó a pocas cuadras de la casa.
Durante la mañana del lunes 13, Troncoso declaró por primera vez bajo juramento. Lo hizo como testigo. También declaró su hermano y luego, amigos de Melina. Los primeros pasos de los investigadores no sirvieron para avanzar.
Quizás por eso, y por supuestas contradicciones en la coartada de Troncoso, al mediodía de ese mismo lunes volvió a declarar. Aún lo hacía como testigo. O al menos a él nadie le había advertido que se había convertido en el principal sospechoso de la causa.
A las 18.45, el fiscal pidió al Juzgado de Garantías a cargo de Saúl Errandonea una orden de allanamiento para la casa de Calle 12 al 400. Ahí vive Troncoso. También se pidió autorización para requisar su Volkswagen Gol gris, con vidrios polarizados.
Acompañado por la policía, Troncoso fue a su casa. El allanamiento se extiendió durante la noche hasta las 00.50 del 14 de febrero. El resultado: negativo. No se encontró nada que vinculara a Troncoso con la desaparición de Melina.
Por eso Troncoso y su hermano volvieron a la comisaría. Ahí esperaban que le devolvieran la llave que habían entregado para que el allanamiento. Frente a ellos, el comisario Juan Rubén Choren y el entonces segundo jefe departamental Eduardo Perique. Todos estaban cansados. Es que llevaban 16 horas dando vueltas. Entonces se produjo lo inesperado: a las 2.05 Ariel Troncoso rompió en llanto, se abrazó a su hermano y confesó:
-Me mandé una cagada con Melina.
La confesión autoincriminatoria siguió. Incluso dio detalles de dónde se encontraba el cuerpo de la chica. Fue en ese momento que se llamó telefónicamente al fiscal Moure y se dispuso la aprehensión de urgencia de Troncoso por homicidio. También pidió que se le tome declaración a todas las personas presentes en el momento de la confesión.
Recién a las 4 de la mañana llegó el defensor oficial para entrevistarse de forma privada con el ya imputado Troncoso. Veinte minutos más tarde Rodolfo Moure llegó a la comisaría de Balcarce para seguir con la investigación.
El 14 de febrero a las 5.30 el cadáver de Melina Briz fue encontrado a la vera del camino en la zona de empalme de las rutas 88 y 55.
-Vine a entregarme el sábado, pero me dio miedo… cuando regresé tiré el celular de Melina en una boca de tormenta, frente a la comisaría.
Así, se encontró el celular de la chica.
Los hallazgos del cuerpo y el celular, entonces, fueron la consecuencia de la confesión de Troncoso.
El laberinto de la justicia
Con Troncoso detenido, el asesinato parecía esclarecido. Al menos así lo manifestaban las autoridades policiales y el propio fiscal. Sin embargo, la causa daría un giro notable con la irrupción del abogado penalista César Sivo.
Sivo comenzó a patrocinar a Troncoso apenas notó que en el expediente había irregularidades. Su experiencia en el fuero penal, y sobre todo en el rol de querellante en los juicios por delitos de lesa humanidad, lo mantienen con los reflejos altos.
El primer paso fue pedir al juzgado de Garantías de Saúl Errandonea la recusación del fiscal Rodolfo Moure. El argumento: que, como cabeza de la pesquisa, es el responsable de las coacciones sufridas por Troncoso para obtener de él información.
Sin embargo, para Errandonea en la declaración de Troncoso en la comisaría, delante de su hermano, no se advierte coacción. Incluso, aclara, que en ese momento aún no estaba imputado y cuando confesó lo hizo voluntariamente y de forma inmediata se solicitó la presencia de Eduardo Carmona, defensor oficial.
Entonces Sivo dio un paso más y presentó la apelación a esta decisión ante la Cámara.
De ahí, la resolución que dejó a todos, sobre todo a la familia de Melina, perplejos.
En ella se dice:
“Cabe reiterar, que Ariel Troncoso se encontraba privado de libertad en sede de la comisaría comunal de Balcarce el día 13 de febrero desde hora temprana, que declaró en dos oportunidades bajo juramento de decir verdad, que siendo las 20.25 horas permanecía allí, luego se llevó a cabo con su presencia el registro domiciliario y requisa del automóvil, culminando dichas diligencias a las 00.50 y siendo a las 2.05 aún se hallaba en la comisaría junto a su hermano cuando en un momento rompe en llanto y efectúa la cuestionad manifestación autoinculpatoria…
Las circunstancias señaladas no permiten verificar fehacientemente que Troncoso renunció libremente a su derecho de contar con asistencia letrada y que se manifestó libremente, sin presiones en una dependencia policial. Tampoco ratificó o rectificó sus dichos en sede judicial, pero sí existe una investigación en la que se denunció la coacción ejercida por el personal policial durante 16 horas sobre el imputado y que confluyó en manifestaciones autoinculpatoria por parte del mismo.
No es necesaria una inteligencia muy trabajada para advertir que una persona que indudablemente era considerada sospechosa por el personal policial, luego de permanecer más de 16 horas ininterrumpidas bajo el resguardo del personal policial, alguna de ellas en la sede de la Comisaría, rodeada de funcionarios policiales, en medio de la practica incesante de medidas probatorias graves, no se expresó libre y voluntariamente sobre su participación en el hecho.
Troncoso se había constituido en un rehén del personal policial, al que sometían a constantes actos de imputación (careos, constataciones) llegando incluso a convocar a la seccional a familiares incluidos en la prohibición de declarar, con el indubitable objetivo de doblegar la voluntad del retenido, logrando así que dijera lo que los policías querían: obtener de los dichos del imputado elementos de incriminación que de otro modo no podían conseguir.
Es decir que, para la Cámara, “resulta intolerable considerar que no hubo coacción en semejante situación”.
De esta manera la confesión de Troncoso era declarada ilegal. Y, como el cadáver y otros hallazgos fueron producto de esa confesión, también fueron declarados nulos. Es decir que el cuerpo de Melina, su autopsia y necropsia, y el celular, ya no podrán ser usados como prueba en la causa judicial y por eso, la imputación sobre Troncoso y su detención también fueron declaradas nulas.
Respecto a esto, la Cámara fue contundente en el fallo: “Aceptar frutos obtenidos mediante apremios equivaldría a admitir que el orden jurídico puede ser mantenido a costa de su propia violación”
Testimoniales de policías, el hallazgo del cadáver, el informe preliminar y final de autopsia y el acta de necropsia, las actas de rastrillajes, entre otras cosas, quedaron sin validez por violaciones en el debido proceso. Esto generó que Troncoso, confeso asesino, quedara en libertad. También, que el responsable de lo actuado, el fiscal Rodolfo Moure, sea separado de la causa y que un grupo de policías y el médico legal, sean sumariados.
La Fiscalía General ya apeló el fallo de la Cámara ante Casación. La investigación quedó en manos del fiscal Mariano Moyano. Mientras, la polémica sigue. El tema en discusión no es si Troncoso es o no el asesino de Melina Briz. El problema es otro. Pero no por eso un tema menor, sino un tecnicismo que de pasarse por alto pondría en peligro al sistema democrático.
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