Cosecha Roja.-
Fraccionaban la droga secuestrada en los allanamientos, no la reportaban en los informes y la guardaban en sus casilleros personales junto con celulares, municiones, documentos, picadores de marihuana. Con eso simulaban procedimientos y montaban escenas. La Justicia investiga a los oficiales de la seccional 9na de Jujuy por armar causas y ejercer violencia institucional. Eso le pasó al dueño del kiosco Shadikan, en San Pedro: los agentes le plantaron 44 papelitos de pasta base en un cajón de bebidas, golpearon a los pibes que estaban en la puerta, los detuvieron y los acusaron de narcos. “La policía usa los procedimientos para darle un encuadre legal a los ilícitos que comete”, dijo a Cosecha Roja Abel Córdoba, fiscal federal de la Procuraduría de Violencia Institucional (Procuvin).
El dueño del kiosco fue a juicio oral por infracción a la Ley de Drogas y lo absolvieron. En 2013 se abrió una nueva causa y los fiscales Pablo Miguel Pelazzo y Abel Córdoba pidieron que se investigara el accionar de los policías de los involucrados. El juez Fernando Poviñas ordenó los allanamientos a la seccional 9na y la División de Toxicomanía de la policía: los investigadores sospechaban que ahí estaba la cocina de los procedimientos. Encontraron 40 gramos de cocaína y 150 de marihuana fraccionadas, actuaciones prevencionales completas, test y sobres de secuestro sin firma de testigos, once teléfonos celulares, municiones sin inscripciones, documentos nacionales de identidad, pipas y picadores.
Córdoba y Pelazzo presenciaron las doce horas de allanamiento. “Encontramos toda la evidencia del manejo de esta modalidad, todos los insumos necesarios que después aparecen en un sumario policial.. En cualquier comisaría, los estupefacientes tiene que estar rotulados y registrados”, dijo Córdoba.
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Aquella noche del 3 de agosto Eugenia, la novia de Sotelo, atendía el kiosco. En la puerta, como siempre, unos pibes tomaban cerveza. Cerca de las 11 de la noche llegaron dos móviles policiales a máxima velocidad y se bajaron cinco agentes de la Brigada de Narcotráfico de la Policía de San Pedro. Mientras cuatro oficiales se ocuparon de tirarlos al piso, esposarlos, pegarles y pisarles la cabeza, el policía Facundo Quiroga tiró la bolsa con 44 envoltorios de pasta base en el cajón. Después hicieron entrar al testigo y, frente a sus ojos, “encontraron la droga”. Al dueño lo acusaron de utilizar “narco adictos” para hacer el pedido de la droga y vender. ¿La única prueba? Los jóvenes siempre en la puerta de su local.
Ese día terminaron todos detenidos menos uno que la sacó más cara: lo llevaron a un baño y le pegaron. “Las amenazas y golpes tenían como finalidad que no denunciara que había visto cómo el policía Facundo Quiroga arrojaba una bolsa en un cajón de gaseosas en el interior del kiosco “Shadikan””, escribieron los fiscales en la solicitud de instrucción al juez. “Todo esto está relacionado con la violencia institucional porque estas prácticas tienen correlato con golpes, tormentos y violencia hacia los jóvenes de la zona a quienes los persiguen y hostigan”, explicó Córdoba.
Los policías no lograron sostener la acusación durante el juicio. Cuando allanaron la casa de los padres de Sotelo secuestraron cinco papeles recortados en forma rectangular, una billetera y ocho pesos. La Justicia lo absolvió y el fiscal empezó a investigar a un comisario, dos cabos, dos oficiales y “quienes resulten ser instigadores coautores, partícipes o encubridores”.
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