Fotos: Jésica Rivero
“Estoy acá por todas, para que no haya ni una más como Úrsula. Recién vengo de decirle eso al Presidente” dijo Patricia Nasutti, mamá de Úrsula Bahillo, cuando entró a la marcha en Tribunales de la ciudad de Buenos Aires. Caminó por la calle Viamonte sosteniendo un cartel con una foto de su hija y la luz del sol iluminó de frente la cara de la joven. Los aplausos acompañaron la caminata y su rostro cansado agradeció cada palabra de aliento. Con los ojos cerrados, se detuvo ante las cámaras y dijo “gracias”.
Úrsula Bahillo tenía 19 años, era de Rojas y la semana pasada fue asesinada por el ex novio, un policía de 25 años. Lo había denunciado varias veces pero la Justicia no escuchó. Matías Ezequiel Martínez es oficial de la Policía bonaerense y estaba con carpeta psiquiátrica desde septiembre de 2020. El lunes 8 fue notificado de una medida de restricción perimetral dictada en respuesta a las dos denuncias y tres ampliaciones presentadas por ella. Tenía otros antecedentes por violencia de género: de una ex pareja y de la hermana de otra novia de quien abusó sexualmente. El mismo día de la notificación de la perimetral, Martinez violó la medida y citó a Úrsula para tener una charla. La asesinó a puñaladas en un descampado de la localidad de Guido Spano.
Con la consigna “Justicia por Úrsula” y el reclamo por una reforma judicial feminista, distintas organizaciones convocaron a una concentración frente al edificio de Tribunales de la Ciudad de Buenos Aires. La movilización fue federal: se replicó en los tribunales de todo el país poniendo el eje en la responsabilidad del Estado y, en particular de la Justicia, en un caso que tuvo demasiadas alertas y ninguna respuesta efectiva.
Luciana Orieta sostiene un cartel y los ojos llorosos expresan el gesto de una boca tapada por el uso del barbijo que demanda la pandemia por el Covid-19. Junto a un grupo de mujeres se para en la calle frente a Tribunales y exige justicia por su hermana, Milagros Orieta, que fue asesinada el 29 de enero por un varón con el que estaba comenzando una relación. Ariel Martínez, su femicida, montó una escena para simular un suicidio. Actualmente está imputado por cometer el femicidio pero su defensa pide una excarcelación porque aún no están los resultados de la autopsia. “Exigimos que la Justicia actúe rápido, que no ignore el reclamo de las familias y que no dicten excarcelaciones sin actuar primero”, dice Luciana a Cosecha Roja. El caso de su hermana fue uno de los tantos que se vieron a través de carteles en la marcha que volvió a pedir Ni Una Menos. Fue también uno de los 35 femicidios cometidos en lo que va del 2021, según el observatorio de la Organización Mumalá. Una menos cada 29 horas.
“Conmigo no actuó bien la Justicia. Cuando le dictaron la perimetral a mi ex la que se sentía encerrada y con miedo era yo, no él” cuenta Edith que desde hace 12 años sufre violencias de su ex pareja, padre de sus dos hijas. Logró la tenencia de sus hijas pero, pese a las medidas de restricción perimetral que renueva desde hace años, él vuelve cada tanto a hostigarla, la acosa por teléfono y amenaza a su familia con atacarla. Una de las frases más repetidas en los carteles y los megáfonos es “El Estado es responsable. Estamos hartas”.
Durante la concentración las mujeres, lesbianas, travestis y trans fueron mayoría, pero algunos varones también estuvieron presentes. “El rol que tenemos es el de escuchar, acompañar y repensar nuestras propias acciones machistas y patriarcales” dijo Walter a Cosecha Roja. Con un cartel en las manos que decía “Por una vida libre de violencia para Todes”, Brandon cuenta que es militante de la organización feminista Marea. “Una de las cosas que hacemos para erradicar las violencias de los varones es organizar talleres entre nosotros para deconstruir la masculinidad patriarcal. Entre pares tenemos que trabajar, ese es el rol que tenemos los varones en la lucha por los derechos de las mujeres” contó.
El lugar elegido para exigir justicia por el femicidio de Úrsula no fue casual. El reclamo por una reforma judicial feminista está presente y es uno de los debates que los feminismos ponen en agenda desde el primer Ni Una Menos y que este año toma fuerza luego de la conquista del aborto legal en 2020. “Necesitamos una reforma judicial que sea feminista. Lo que pasó con Úrsula nos volvió a movilizar y pone en evidencia que un cambio en la administración de Justicia es urgente. Estamos cansadas” dijo a Cosecha Roja Natalia, militante de Mala Junta.
La composición de la marcha en Tribunales y las voces de quienes estuvieron allí puso en evidencia que las tramas de las violencias de género son profundas. Las primeras en actuar son las mujeres que se organizan como promotoras o en organizaciones barriales y se forman para actuar en la prevención de las violencias machistas. Antes que la Justicia, muchas cuentan que recurren a una amiga, una compañera o una vecina.
Nerina Moyano era amiga de Úrsula y casi pierde un ojo de un balazo de goma en una de las protestas en la localidad de Rojas. El video que la muestra gritando frente a la Comisaría para que hagan justicia por su amiga se viralizó y muchas vieron en ella a la amiga, hermana o compañera que las cuida. La marcha de este miércoles frente al Palacio de Tribunales estuvo llena de Nerinas.