Paloma Robles – Cosecha Roja.-
Cinthia Marisol Gómez y Yessenia Filipin fueron asesinadas la noche del 5 de enero del 2014 en Oberá, Misiones. Hugo Barreiro, ex novio de la madre de Cinthia, las atropelló y trató de que parezca un accidente de tránsito. La justicia lo investiga por femicido: maltrataba a su expareja, perseguía a sus hijas y llegaba todos los días borracho a casa.
“Eso no fue un simple accidente, Cinthia fue asesinada por ese tipo (Hugo), fue algo intencional. Y no sólo ella sino también su amiga”, dijo a Cosecha Roja Maru Álvarez, la hermana menor de Cinthia.
Maru se enteró de la muerte de su hermana dos horas después de haber recibido el último mensaje. Cinthia le advertía que Hugo la estaba persiguiendo: “Hugo está en el negocio frente a la casa de Taison y no puedo salir porque seguro me sigue. No sé qué hacer. No le digas nada a mami”, escribió.
El hombre las persiguió desde Villa Bonita, de donde salieron las chicas de su entrenamiento, hasta la autopista por la que recorrían los ocho kilómetros que separan la cancha de voley y su casa en Campo Ramón.
Según publicaron los medios locales, el auto las habría pasado de costado y vuelto en u hasta chocarlas de frente. Los cuerpos Cinthia y Yessenia quedaron tirados sobre la ruta provincial 103. A un costado de ellas estaba hecha pedazos la motito Mondial en la que viajaban, un regalo que recibió Cinthia de su papá.
Cinthia era bajita, delgada, morocha, con ojos medio rasgados y labios cortos. A los 18 años fue mamá de un niño al que hoy cuida la abuela.
Trabajaba como promotora de salud, igual que la madre y la hermana, y estudiaba para ser maestra. “Le gusta enseñar a los chicos, darles clases de apoyo a los que tenían que rendir materias”, contó Maru.
Con Yessenia se conocían desde el jardín de infantes y fueron juntas a la primaria y el secundario. Se separaron en la universidad porque Yessenia prefirió estudiar Administración. Se seguían viendo cada semana en el entrenamiento de voley.
La noche del crimen, Hugo Barreiro iba en un auto Fiat Duna que había pagado la madre de Cintia. “Mi mamá lo había comprado y lo puso a nombre de él porque era el único que sabía manejar. Nosotras no estábamos de acuerdo”.
“Yo nunca entable relación con él, jamás me gustó. Yo hacía mi vida por otro lado. Tuve millones enfrentamientos con él. Mi mamá me decía que no me metiera, que yo no opinara, que lo dejara pasar. Esta era nuestra casa y él venía siempre alcoholizado”, contó Maru.
A fines de noviembre, después de siete meses, la madre de Cinthia decidió romper la relación. Hugo se fue, se llevó el auto y por meses las siguió sin que ellas creyeran que era una amenaza. Recién en diciembre su presencia las empezó a incomodar.
“Él nos culpaba a mí y a mi hermana por el rompimiento -dijo Maru-, le dijo a mi mamá que se iba a desquitar a vengar de nosotras. Nunca pensamos que fuera cierto, creíamos que era mentira. ‘Es un pobre borracho, ¿qué nos puede hacer?, decíamos”. Pero sabía los horarios de las hermanas, a dónde estaban, qué balnearios visitaban.
Barreiro es originario de Campo Ramón. La madre de Cinthia lo conocía desde siempre, eran vecinos. Luego vivió algunos años en Buenos Aires y regresó al pueblo con sus dos hijas. En seguida empezó a noviar con Miriam y los tres se mudaron a su casa.
Para Maru, Hugo es un tipo falso. Cuando volvió a Misiones, se presentó amable, responsable, no tomaba. “Pasó un mes de convivencia y él empezó a mostrar lo que realmente era”, dijo.
Lo describe como un hombre que no servía ni “para él mismo”, que “perdía en todo”: en el trabajo, el juego y como padre. “Ahora es también un asesino”.
Las pruebas presentadas por Miriam -el mensaje en el celular y los testimonios- serán evaluadas en un juicio oral en Oberá el 31 de octubre. Hugo Barreiro enfrentará cargos por el femicidio de las dos jóvenes a las que persiguió y mató.
La familia de la Cinthia no tiene abogado. Confían en que sus declaraciones y las de los testigos que estuvieron la noche del 5 de enero operen a su favor. “Ese día vamos a declarar y a enfrentarnos con él cara a cara y a ver que pasa (…) Mi mamá no habla más. No quiere vengarse. Sólo quiere que llegue el juicio para que lo condenen”. dijo.
En facebook los familiares de Cinthia exigen justicia y también la recuerdan, le escriben y muestran fotos de ellos con frases alusivas a su muerte. “Mi ángel de la eternidad por siempre, Cinthia”, se tatuó en la espalda Alejandro, el hermano.
“A Veces Es Fácil Decir Adiós… En Otro Momento Nos Veremos. Yo Jamás Te Diría Eso.. Todos Los Días Miro Al Cielo Para Decirte Hola Y Siempre Estoy Hablando Con Vos. No Se Dónde Estás. Se Que Me Escuchas, Me Das Tranquilidad. Me Abrazas. Como Siempre Mi Hermana Lealtad Hasta El Final…”, escribió Maru hace cuatro días.
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