Mariano H. Gutiérrez*.-
¡Que frío hace! – pensó Elsa mientras se agachaba para abrir el portón del negocio- Voy a hacer un mate. Capaz que después cae José. Este José… ¿qué onda? Hace años que con su mujer ni se dan bola, así que, ojo, eh. Uhh, ahí está el pibito ese en la vereda de nuevo ¡Durmió ahí sólo! ¡Con este frío! Que garrón, pobre. A los padres hay que matarlos. Pero que no me venga a manguear comida hoy también. Después se acostumbra y no me lo puedo sacar de encima. Además, no puede estar acá en una cuadra de negocios. La gente deja de venir porque le da cosa pasar por al lado de un nene tan chiquito ahí tirado. Yo ya le dije que el sándwich que le di el otro día fue el último. Que se vaya a pedir a otro lugar.
Prendo las luces. Pongo el agua y voy preparando el mate ¿A ver qué hay en la tele? El noticiero. Otra vez, che, unos pendejos atacan a dos viejitos en su casa ¡En Mar del Plata! Acá ya no se puede vivir más. Antes no era así. Qué país de mierda. Ya está el agua.
¡Epa! Ahí sonó la puerta. Parece que hay clientes temprano ¿o será José? Ahh, no, es el nenito ese de la vereda. No pibe, no tengo nada para comer. Ya te dije que no pidas más acá. Tenés que irte a otro lado. Y bué. Se fue. Encima me puso cara de culo. Como si le debiera algo. Hay que meter a los padres en cana ¿cómo los van a dejar así? Qué país de mierda. Encima se me calentó el agua de más. La puta digo. Otra vez el noticiero y el caso de los abuelos. Que joda, eh. Ya no se puede vivir más así.
Voy a poner el agua de nuevo. Pero ¡otra vez el pibito este del demonio! ¿Qué quiere? Afuera, pibe, ya te dije que hoy no tengo nada. Ni hoy ni mañana. ¿Qué? ¿Me está apurando? ¿Me estás amenazando? ¡Se agarró las cosas del mostrador! Nooooo. Este pendejito de mierda va a saber quién soy yo. Con quién carajo se metió. No te vas a escapar. PAFFF Tomá sopapo. ¿Te querés ir? Te la sigo en la vereda pendejo del orto. Pafff, Paff. Sí, hacete bolita ahí en el árbol. Vas a ver cómo duele un zapatazo en la panza. O en la espalda. Tomá pendejo. Así vas a aprender a no robar. Si no te lo enseñaron los drogones de tus viejos te lo enseño yo. Tomá.
La gente aplaude. Otros gritan. No se si me están diciendo que pare o que siga. Y esta vieja ¿qué carajo se mete? Me dice que estoy loca, que pare. Vieja de mierda, estás a favor de los chorros. Hija de puta. Mirá como le sigo dando a tu amiguito chorro. ¿Qué te metés? ¡Es un chorro! Uy me distraje para putear a la vieja y el pendejo se escapó.
Hay gente que aplaude, otra que grita, creo que a favor mío. Y el forro de José no me ayudó, ni siquiera paró a la vieja. Cobarde. Mi marido me hubiera ayudado a agarrar al pendejo ese. Chau, José. Ni vengas a tomar mate ¡Que país de mierda! ¡Que país de mierrrdaaaa! Esto antes no era así. Al menos ese pendejo por acá no vuelve más. Hay que meterlo en cana a él y a sus padres. A ver si aprenden, carajo.
Me disculpo con Cosecha Roja y sus lectores. Esto no es lo que se pide. Pero tenía que escribir sobre un caso de un “linchamiento” en Mar del Plata a un nene de la calle de 5 años que intentó robar en un comercio. En realidad no fue un linchamiento, fue una golpiza (según la única testigo que intentó pararla, una brutal golpiza) de una mujer comerciante con el aval general de los que miraban, otros comerciantes de la cuadra. Aplaudían o al menos no intentaron pararla.
El caso es que la noticia no decía nada más que eso. Una comerciante le propinó una brutal golpiza a un nene de cinco o seis años, en situación de calle, por intentar robarla. Y los comerciantes y los que miraban, aplaudían o asentían. La noticia no decía más. No puedo hacer una crónica de eso ¡A un nene de cinco años! ¿Qué más decir? Y entonces, me preguntaba, ¿cómo alguien puede hacer eso? ¿Qué pasa por la cabeza de esa señora cuando muele a golpes al pibe? ¿Y qué la lleva a hacerlo?
La otra noticia es lo que genera la noticia. En los portales de internet muchos comentarios de los lectores justificaban y defendían la golpiza: un tal René decía “Merecida paliza, así se educa un poco, a sus progenitores que seguramente lo enviaron, también, unos 100 latigazos para que se den cuenta que no deben mandar a robar a sus niños”. Una tal Laura decía: “El ciudadano va a hacer lo posible por enseñarle algo al chico, como nos enseñaron nuestros padres un buen cachetazos en el momento justo y ninguno de nosotros se traumó”. Un tal Juani, en letra mayúscula, como gritando: “QUE LO MATEN, A ÉL Y A TODOS LOS CHORROS HIJOS DE MIL PUTA, SIN IMPORTAR LA EDAD NI NADA. TE MATAN POR UN CELULAR, POR UN PAR DE ZAPATILLAS… QUE SE MUERAN DE FRÍO, HAMBRE O SIDA”.
Otros aprovechaban para descargar un odio visceral que se puede expresar hoy con excusas políticas, pero que alertan sobre un profundo y extendido problema psicosocial y cultural: “esto es el resultado de TU dekada ganada! Quizás el dinero para darle asistencia a este pichón de chorro se lo llevó Fariña y Elaskar para las Seychelles, a las cuentas de TU patrona. Ustedes “nacionales y populares” son los que le bajan línea a los jueces para que apliquen las barrabasadas que piensan los Forsters y los Feinman, que consideren a un chorro un ciudadano con más derechos que los que mantenemos a toda la gran parafernalia K. TU proyecto “nac & pop” le paga casi $ 4.000.- a cada chorro que está preso, más que a un jubilado que aportó toda su vida laburando como un burro”.
Todo junto, todo mezclado. Cualquier cosa con tal de justificar que el odio se pueda descargar con violencia sobre un niño en situación de calle. ¿Cómo imputarle a ese niño la culpa de un Fariña, las reflexiones y discursos de Forster o Feinman? ¿Qué sabe él de las islas Seychelles? ¡Un niño de 5 ó 6 años! ¿Qué se les puede pasar por la cabeza para hacer eso o para justificarlo? No tenía crónica, así que opté por intentar respondérmelo.
* Miembro de la mesa nacional de la Asociación Pensamiento Penal e investigador del Instituto Gino Germani de la Universidad de Buenos Aires.
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