Por Alejandro Marinelli y Matías Máximo.-
“¿Qué carajo vas a ser docente vos?”, le gritaban los agentes de Infantería que se los llevaban a la rastra bajo la lluvia. Las imágenes de las pocas cámaras que registraron la represión del domingo frente al Congreso dieron las primeras pistas de lo que vendría el día siguiente: justificar el violento desalojo y las detenciones porque los que ahí estaban eran sindicalistas y no “verdaderos docentes”, de esos que no protestan ni hacen paro. Casi de inmediato, aparecieron en el centro de las sospechas Juan Manuel Mauro (34) y Miguel Angel Acuña (44), dos maestros que fueron arrestados esa noche. Ambos trabajan en la secundaria de la villa 1-11-14, en el Bajo Flores, y están afiliados de UTE.
Mauro es el secretario de la EMEM 3 “Carlos Geniso”, que está en la boca del barrio, en Agustín de Vedia y Chilavert. Trabaja ahí todos los días desde 2002. Según su legajo, también es maestro de grado, cursó el profesorado de Historia en el Joaquín V. González y es licenciado en Educación y Políticas Públicas. A los 18 años comenzó a trabajar en escuelas primarias de Soldati y Bajo Flores. Primero fue prosecretario y ahora en su actual cargo es responsable de las innumerables tareas que hay en el barrio. Le toca pagar los sueldos, llevar adelante la relación de la escuela con el resto de la comunidad, solucionar los problemas administrativos y varios extras: ir al juzgado de menores o a la salita, cuando los chicos aparecen heridos y en conflicto con la ley. Los sábados no descansa: dirige el club y el comedor infantil.
Las auxiliares de la escuela dicen que a Mauro y a Acuña “se los puede encontrar mañana, tarde y noche” porque tienen cursos y tareas en distintos turnos. “No son los típicos delegados gremiales que se toman licencia o se pasan de reuniones para no venir”, agregan, como si hiciera falta defenderlos de las acusaciones que escucharon en las últimas horas. En la escuela no hay clases en repudio a la represión. Los docentes no están pero hay quien hable de los dos compañeros detenidos.
“Andá a preguntarle a los hermanos de Ezequiel Demonty quiénes son Juan Manuel y Miguel. Ellos venían a estudiar acá y juntos impulsaron la ley nacional para que el puente Alsina lleve el nombre de Ezequiel”, cuentan. Demonty tenía 19 años cuando, en 2002, los policías de la comisaría 34 lo golpearon salvajemente y lo obligaron a meterse al Riachuelo. Ezequiel no sabía nadar y murió ahogado. El proyecto fue redactado y defendido en la Cámara de Diputados por estudiantes y profesores de la ENEM 3. En 2015 el puente estrenó su nuevo nombre.
La carrera docente de Miguel empezó hace 20 años. Hizo suplencias e interinatos, y desde hace 17 trabaja de corrido en la educación pública. Su compromiso social lo llevó a elegir escuelas de la zona sur para la docencia. Allí está actualmente, junto a Mauro, y también pasó por distintas tareas: fue bibliotecario, preceptor y profesor en el área de Ciencias Sociales, donde dictó “Espacio de acción y reflexión”, una materia transversal que cruza varias áreas y en la que los estudiantes analizan los medios de comunicación y la historia política situadas en el cotidiano de la escuela.
Miguel estudió Pedagogía en educación social con orientación en derechos humanos, se recibió de psicólogo social y es técnico en Comunicación y trabajo grupal. Frente a otras posibilidades que se le presentaron eligió la docencia: la considera un campo de transformación de la sociedad. Ese compromiso lo llevó en 2013 a presentarse como candidato en la Junta Comunal de la comuna 10 de la Ciudad. En ese momento, acompañó la lista del Movimiento Evita, del que ya no forma parte aunque sigue en contacto con algunos compañeros.
Quienes lo acompañaron el domingo a la noche, cuando le pusieron esposas y lo llevaron a la rastra acusándolo entre otros cargos de hurto (“¿Con qué argumento nos acusan de robo si solo tenían cascos y gases?”), escucharon que repetía a los policías: “Soy el maestro de tus hijos”.
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