Por Agustín Aranda en El Ciudadano
Sin la autorización para traerla de Uruguay y hacer aceite que usan personas con epilepsia refractaria, el gobierno, el INTA y Conicet buscan un predio para autoabastecerse. Producir en laboratorios estatales hará más accesible y menos costoso el preparado que solo ingresa a cambio de dólares.
En julio de este año el Gobierno de Jujuy anunció que iba a reemplazar las plantas de tabaco por las de marihuana medicinal en 30 hectáreas en la finca El Pongo. Será el primer cultivo legal de cannabis en Argentina, aunque la producción de los derivados, como el aceite de cannabis, los hará el laboratorio chileno Knop. El gobernador de Cambiemos Gerardo Morales dijo que cuenta con el okey del gobierno nacional.
Meses antes, y tal como publicó El Ciudadano, el Gobierno de Santa Fe pidió autorización a la Nación para traer 50 kilos de flores de marihuana de Uruguay para que el Laboratorio Industrial Farmacéutico Sociedad del Estado, más conocido como el LIF, produzca 2 mil frascos de aceite. No hubo respuesta. El preparado sólo llega a cambio de dólares al país y lo usan personas con epilepsia refractaria. Sin materia prima, la provincia a través del Ministerio de la Producción santafesino ahora piensa en autoabastecerse, algo que hace Uruguay y Chile desde hace años. Junto al INTA y Conicet elegirán un predio para plantar marihuana y estudiar las cualidades medicinales como empezó a hacer la Universidad de La Plata.
En diálogo con El Ciudadano, José Luis Sponton, director regional de INTA en Santa Fe, explicó que la idea está en desarrollo, pero que podrán abastecer la producción del LIF con una hectárea cultivada. Tienen varios lugares en vista, pero antes deben esperar la autorización para traer semillas de cannabis del Instituto Nacional de Semillas (Inase). “No es necesario destinar 11 hectáreas para los fines de investigación y posible producción. Necesitamos saber qué semilla tenemos para conocer el perfil genético y ahorrar un paso a los investigadores de Conicet”, dijo a El Ciudadano.
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Con las flores en mano el próximo paso será crear una planta piloto para producir el aceite, algo que tardará según las autoridades del laboratorio estatal santafesino dos años. Guillermo Cleti, uno de los directores del laboratorio estatal, confirmó que presentaron un proyecto a la Agencia Nacional de Laboratorios Públicos (Anlap) para hacerlo, pero, de nuevo, no encontraron respuestas.
Tal como publicó El Ciudadano, el único aceite legal en Argentina es el Charlotte´s Web. Solo como ejemplo de la demanda, en Santa Fe la obra social del Estado, Iapos, entrega entre dos y cuatro frascos por mes a 44 pacientes diagnosticados con epilepsia refractaria. Los frascos llegan a 405 dólares más 4.200 pesos de envío. Al igual que otros medicamentos importados el aceite subió con la escalada del dólar de agosto, algo que no sucedería si se hace en los laboratorios santafesinos. “Producir en Argentina es más barato. La misión del LIF es garantizar el acceso al medicamento como derecho sin importar sus ganancias. Si avanza el proyecto tendríamos un aceite al costo de producción sin el sobre precio del marketing de las empresas”, explicó a El Ciudadano, el director provincial de Calidad y Evaluación Sanitaria del Ministerio de Salud, Santiago Torales.
Torales integra la Comisión Reguladora de la ley de cannabis medicinal de Santa Fe, donde también participan otras áreas del Ministerio de Salud. La comisión se reunió tres veces desde la ley, pero el funcionario dice que están a la demanda de cualquier pedido. La última fue a principio de año cuando Nación recibió los papeles del Gobierno de Santa Fe para habilitar el ingreso de 50 kilos de flores de marihuana. “Los papeles siguen en Nación y estamos a la espera”, agregó.
Si se puede, en Jujuy
El 30 de julio el Gobierno de Jujuy firmó un convenio de entendimiento con el laboratorio Knop chileno para la producción de cannabis y derivados con fines medicinales, científicos y terapéuticos. Lo cultivarán en la Finca El Pongo sobre 30 hectáreas, luego la industrialización estará a cargo del Laboratorio Knop y la importación por parte de la provincia, de productos medicinales ya industrializados. “Este proyecto permitirá a Jujuy cambiar la matriz productiva del tabaco en las hectáreas que se puedan cultivar cannabis”, sostuvo el ministro de Salud de la provincia. En esta primera etapa participará el INTA y el Ministerio de Seguridad de Nación, los organismos que por ley ha fijado la Nación para regular el control y la seguridad. “Tiene el aval del presidente de la Nación, protocolos para preservar y garantizar la producción”, dijo el gobernador Gerardo Morales.
En septiembre la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de La Plata anunció que estudian unas 30 plantas de cannabis en un pequeño cuarto para experimentar los efectos paliativos que genera su consumo en personas que padecen distintas patologías. Quieren analizar y determinar los perfiles químicos de cada cepa para entender de qué forma y a través de qué mecanismos suceden los efectos medicinales que los usuarios y usuarias relatan. El proyecto no incluye hacer una producción. Es de Conicet y está dentro de las obligaciones de la ley de cannabis medicinal nacional.
Los ejemplos
El primer país en plantar con el permiso del gobierno en Sudamérica fue Uruguay. Desde la ley de cannabis de 2013 puede producir 4 toneladas por año. Hay dos empresas que tienen la licencia para hacerlo, pero ninguna logró que la autoridad de medicamentos del país vecino le autorice producir y comercializar. Parte de las flores, la parte de la planta que tiene las propiedades terapéuticas y psicoactivas, se exportan a Suiza. “Los aceites que circulan por Uruguay son en su mayoría los que importamos desde Suiza con la materia prima que mandamos”, explicó Martín Collazo del Observatorio de Cannabis durante una jornada de cannabis medicinal en la UNR hace más de un mes.
El segundo país en plantar fue Chile. En 2016 la legislación permite plantar hasta una tonelada por año. La principal involucrada en la cosecha y producción de fármacos y preparados es una plataforma que vincula usuarios medicinales, médicos y otros profesionales de la salud. Se llama Daya y el producto más comercializado es el Cannabidiol. “Se dan bajo receta y con la obligación de un seguimiento médico para asegurar la vigilancia farmacológica. Un paciente acompañado va a tener un mejor tratamiento, aun cuando sabemos que es uno de los medicamentos más seguros siempre hay que cuidarse de la automedicación”, explicaron Alejandra Ahumada y Diego Cruz de Daya hace más de un mes en el auditorio de la facultad de Medicina de Rosario.